Capitulo 12

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La noche era quebrantada por los estrellas mientras que el grupo tomaba un merecido descanso. Los viajeros habían logrado encontrar un lugar aparentemente seguro en donde pasar la noche. Los gruesos y altos árboles que los rodeaban harían cualquier ataque muy difícil de realizar. Además los protegería de la brisa fría que azotaba el bosque. Habían encendido una fogata y todos comenzaban a liberar un poco la tensión del encuentro con las gárgolas. Cubierto por su gruesa capa, Dazadiel estaba cerca del Grundam que descansaba junto a un árbol un poco distanciado de la fogata. Noto entre los arbustos como decenas de pequeñas criaturas de un tono azul celeste, iluminaban su vuelo con unas gemas diminutas que liberaban una luz de tono blanco. 

Hadakanis, viajeras de los bosques—se dijo el acomodándose la capucha.

En ese momento su rostro se volteo hacia la derecha al ver como poco a poco y con intranquilidad Jennifer se acercaba hacia la bestia. Con cuidado la joven le pasó la mano sobre el lomo al Grundam. Lo que hizo que el animal se estira haciendo un suave sonido.

—Es irónico—admitió Jennifer tocándolo de nuevo—. Desde que inicié este viaje, solo me he quejado sobre el y este día me ha salvado la vida.

—No debió juzgar al animal por su apariencia—mencionó Dazadiel—. Debe recordar que cada criatura tiene un lugar y un propósito en este mundo.

—¿Y cual es su lugar y propósito en el Dazadiel?

—Mi lugar no esta en una celda eso puedo asegurarlo. En cuanto a mi propósito, ya esta escrito. ¿Y usted ya conoce los suyos?

—Yo he encontrado ambos en mi fe, ella me los ha otorgado.

—Su fe solo la cambia a usted y a sus hermanos, no a los demás. Tarde o temprano verá, que el mundo real no es lo que han escrito en su libro de oraciones.

—Quizás, pero nuestra creencias es la que nos permite seguir el camino de la luz y mientras la tenga guiándome, no me hará falta nada.

Dazadiel coloco sus manos detrás de la cabeza haciendo un gesto dudoso: —He visto los crímenes más horrendos ser cometidos por seres que defendían algún tipo de fe o dios. Este mundo que usted desea tanto cambiar, esta podrido desde lo más profundo de sus entrañas. Nunca será distinto sin importar lo que intenten.

La joven acarició al Grundam dejando salir una sonrisa. Tomó en sus manos su relicario dándole un beso en su centro. Sus ojos verdes se enfocaron en el cielo lleno de estrellas que parecían danzar en el firmamento. La fuerte brisa movía las ramas altas de los árboles como si fueran dedos que trataban de atrapar la noche.

—Se que este mundo no es perfecto—contestó ella—. Aunque le sorprenda, no estoy ajena a su violencia y crueldad. Pero se que puede cambiar para el bien, solo hay que creer e intentarlo. Si no tratamos, jamás sabremos si se lograra ese cambio. A diferencia de usted no he perdido mi fe en los hombres.

—No creo que este mundo cambie así de fácil mujer—respondió Dazadiel mirando las estrellas—. Su religión no es la primera en intentarlo y siempre terminan sucumbiendo al poder. Luego acaban destruyéndose unos a los otros.

—No se trata de si se derrumba mi Orden o no, lo importante es no corromperse como individuo. Además nada es fácil en la vida no lo cree. Si lo fuera nadie tendría que esforzarse o luchar.

Jennifer le obsequió una sonrisa y acariciando de nuevo al Grundam se dirigió con tranquilidad hacia la fogata. El caído la observo por unos segundos con curiosidad. En cierta manera lo había sorprendido con esas palabras. Dejo salir una profunda respiración y la miró de nuevo con un semblante pensativo.

Las Reliquias Del Antiguo: El Resurgir De Los CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora