Capitulo 22

72 4 0
                                    

Sus pasos eran firmes y se encontraban listos para desenvainar sus armas a la menor provocación. Los guerreros habían llegado a una enorme ruina de más de cinco pisos de altura, de lo que fue un antiguo templo. Habían seguido sus rastros desde el bosque y a través del rió Bazion, hasta llegar a esa abandonada edificación. Los Elites se dispersaron, distinguiéndose por sus armaduras de un tono gris metálico, con el emblema de la Orden en su pecho de color blanco que ascendía hacia los hombros. A su lado, moviéndose con cuidado los Centuriones examinaban los alrededores. Esos soldados de porte orgulloso, cubiertos por armaduras doradas con partes en tono azul claro y diseños blancos, emitian una presencia inusual al compararse con los Elites. Unos yelmos dorados con varias divisiones que solo permitían ver sus ojos claros y la boca, terminaban de darles su apariencia única.

—Estén alertas hermanos—ordenó el capitán de los Elites.

—Algo no anda bien—advirtió el Centurión que había rastreado.

Los Centuriones desenvainaron sus elegantes armas que consistían en espadas de doble filo, un hacha y una pica. Todas con similares inscripciones en ellas. Uno de ellos movía de lado a lado con gran velocidad su lanza mientras dirigía su atención a las oscuras habitaciones. Un Elites se acerco hacia una habitación oscura observando delante de el como aparecían unos ojos verdes brillantes. No tuvo tiempo de reaccionar al ser halado hacia el interior con una increíble brutalidad. Los demás soldados solo pudieron escuchar sus gritos de terror mientras que pedazos de este hombre eran lanzados hacia ellos. Una macabra risa y potente se escuchó entre las sombras mientras los restantes guerreros observaban en esa dirección.

—Pensé que nunca llegarían—dijo una voz desafiante—. La próxima vez les haré un mapa.

—Hazte presente maldito cobarde—exigió el capitán Akiro.

—¿Dónde esta ese infeliz?—preguntó alterado uno de los Elite.

—Acaso percibo temor en un guardián Elite—mencionó este enemigo moviéndose entre las sombras.

De entre la oscuridad varias ráfagas de electricidad de color verde impactaron a dos de los guardianes incinerándolo en el acto. Los Centuriones en un movimiento al unísono tomaron posiciones de combate. Siendo superiores combatientes en poder y fuerza son pocos los rivales que ellos consideren dignos o peligrosos, pero para su pesar este oponente lo era.

—Maldito—gritó el líder de los Elites entrando en la habitación oscura.

—¡Detente insensato!—advirtió Akiro —. Maldición estén listos.

Los Centuriones colocaron sus armas inclinadas en una predeterminada posee atentos a la ubicación de su oponente. El capitán Akiro se acomodo su casco esforzando sus sentidos en un intento de detectar a su atacante. Sus manos apretaron su espada con fuerza mientras la figura de un hombre salía entre las sombras con su espada cubierta de sangre. Los guerreros se prepararon para el combate mientras que Exodus se hacía presente. El los observaba con detenimiento sin esconder su desprecio. Inclinó su espada hasta que esta rasgó el suelo lanzando diminutas chispas. Dando unos pasos hacia atrás los Centuriones tomaron distintas posturas listos para enfrentarlo.

—¿Cuál es tu nombre Centurión?—preguntó Exodus.

—Mi nombre es Akiro, hijo de la quinta casa y capitán de esta unidad—respondió el Centurión con su voz gruesa.

—La quinta casa, interesante. Les diré algo, únanse a mí y les perdonaré las vidas.

—Jamás nos uniremos a ti, somos leales a nuestro señor desde el momento de nuestro nacimiento, hasta el momento de nuestra muerte.

Las Reliquias Del Antiguo: El Resurgir De Los CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora