Capitulo 46

15 3 0
                                    

Dazadiel halo de las riendas de su bestia obligándola a reducir su velocidad al acercarse a la montaña. Su color gris pálido contrastaba grandemente con el césped verdoso a su alrededor. Detrás de él, Tylios revisaba sus alrededores y el cielo en busca de sus rivales. Sus brazos tan gruesos como troncos se estiraban listos para atacar. Los demás se unieron con sus armas listas muy atentos a todo su entorno. Kalya se tocaba el costado visiblemente lesionada. Bajo las instrucciones de Dazadiel, al llegar a la entrada de la montaña, todos descendieron de sus bestias.

—¿Por qué dejaremos las bestias?—preguntó Dextius—. Llegaremos más rápido en ellas.

—Y haremos mas ruido al hacerlo—advirtió Tylios liberando un poco de aire caliente de su nariz.

Ulises tomo el liderazgo apretando el grueso mango de su mazo con fuerza. El grupo comenzó a subir por el camino rocoso que le daba la vuelta a la temerosa montaña. Todos los presentes podían sentir de la forma tan extrema que el ambiente cambiaba a su alrededor. Tylios miró a Dazadiel y señalo hacia la esquina. Tanto él como el Caído podían ver los espíritus atrapados en la montaña. No eran solo hombres o mujeres, también incluían niños entre los espectros.

—Hay pequeños entre ellos—dijo Tylios sacudiendo la cabeza.

—Cuando la secta fue condenada también lo hicieron todos los miembros del linaje de los integrantes—respondió Dazadiel enfocándose en ellos—. Eso pasa cuando los humanos juegan a la magia oscura y molestan a algunos seres que no desean ser robados de su poder.

—¿Cuántos fueron condenados?—preguntó Langrid.

—No recuerdo mucho esa historia—admitió Dazadiel—. Pero creo que fueron cientos, quizás un par de miles.

—Los humanos siempre han sido así—respondió Tylios.

—¿Y todos siguen aquí?—preguntó Langrid.

—Por toda la eternidad—respondió Dazadiel—.Y nunca podrán descansar en paz.

La mirada de Langrid comenzó a revisar la colina sintiendo en ese momento una fría brisa con olor a desesperación. Poco a poco el grupo continúo su viaje, pero Kalya se comenzaba a rezagar. Era muy evidente que se estaba esforzando mucho en mantenerse al ritmo de ellos. Dextius quien estaba mas cerca de ella se acerco para asistirla, acción que ella rehusó de una forma brusca.

—Solo quiero ayudarte—dijo él.

La mujer lo miró con una expresión de molestia y rabia. Dextius deseaba decir algo más pero un potente golpe en el rostro lo derivo con fuerza. Todos se detuvieron al ver caer a Dextius pero al darse cuenta de lo que había ocurrido solo se mantuvieron observándolos. Delante del hombre una furiosa Kalya lo observaba.

—¿Por qué me golpeas?—preguntó Dextius tocándose la quijada.

—¡Maldito perro!—dijo ella con voz furiosa—. ¿Tienes alguna idea de lo que se siente ser menospreciada por ser una media sangre? ¿Sabes lo que es que todos te odien por algo que no escogiste? ¿Algo que no pediste?

—Yo...

—No, tú usas esos brebajes para esconderte del mundo y lo peor es que nos detestas siendo tú uno de nosotros.

—No lo entiendes.

—Claro que lo entiendo, pero yo no huyo de lo que soy a pesar de todo. No seremos respetados y nos trataran como basura. Pero tenemos honor. Tú solo eres una vergüenza sin importar a que grupo desees pertenecer.

La mujer se estiro con un renaciente orgullo y mirándolo con despecho se alejo de Dextius que aun se mantenía en el suelo. Este se limpio un poco de sangre en su boca incapaz de defenderse de las acusaciones de la mujer. Kalya se unió a Dazadiel quien detrás de unas rocas observaba con detenimiento el camino en un intento de no caer en una emboscada.

—Buena derecha—afirmó Dazadiel al verla acercársele—. Yo lo hubiera pateado.

Kalya sonrío por unos instantes pero cambio su atención al ver pasar sobre ellos a unos seres alados. De inmediato todos se prepararon apara luchar. Langrid les apunto con su arma y los demás se prepararon para combatir. Todos bajaron sus armas al darse cuenta que solo se trataba de varios murciégalos que volaban en dirección de la montaña. Kalya los observo con detenimiento viendo a donde se dirigían. Noto que entraban por una abertura en las rocas de considerable tamaño.

—¿Vez eso Dazadiel?—preguntó Kalya—. Parece que hay una abertura en las rocas.

—Deben viajar con la montaña y están explorando—respondió Dazadiel—. Mmm, eso me ha dado una idea.

—¿En que piensas?—preguntó Tylios.

—No siempre un ataque frontal es la única opción —dijo Dazadiel—. ¿Aun puedes trepar lobita?

—Solo obsérvame guapo—respondió ella. 

Las Reliquias Del Antiguo: El Resurgir De Los CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora