Capitulo 1

401 27 30
                                    

La tormenta arremetía contra la antigua catedral de la ciudad de Thorian como si el cielo deseara destruirla esa noche. Constantes relámpagos iluminaban los alrededores a la vez que la fuerte lluvia castigaba el terreno. Para los refugiados en la iglesia, la formación y fuerza de esa tempestad traía consigo algo inquietante. En su interior, los guardianes de la Orden CelesGard, la religión más poderosa e influyente en todo el continente de Terra Ángelus, se preparaban para recibir a un intruso que utilizaba la ventisca para escabullirse. Con sus armaduras de bronce, con diseños en oro, espadas largas con inscripciones y escudos listos, estos protectores tomaron sus posiciones en la entrada principal. Las mujeres y niños fueron llevados a recamaras en el interior para protegerlos del inminente combate.

—¡No puedo ver nada en esta maldita tormenta!—exclamó uno de los hombres observando por una rendija en la gruesa puerta.

—Los vigías lo detectaron hace unos instantes, debe estar allá afuera—comentó otro.

—Calmados hermanos, manténganse enfocados en nuestra tarea—recordó su capitán.

A ese hombre lo conocían como el capitán de acero por su costumbre de utilizar guantes metálicos de considerable grosor. Con décadas de servicio en el ejército de la Orden, el capitán era el más experimentado de esos hábiles guardianes. Su rostro con cicatrices era un fiel testimonio de su larga vida en la línea de combate.

—¡Recuerden hermanos!—dijo con voz firme el capitán—. Debemos proteger el secreto que descansa en esta catedral. Esta noche su juramento les exige hacerlo. ¡Hermanas activen el escudo de inmediato! —ordenó el capitán.

Rápidamente dos mujeres con vestimentas negras ajustadas y con piezas de armadura se acercaron a la entrada. Al unísono, recitaron unas palabras tocando con sus manos la puerta principal. Eso provocó que un enorme emblema azul claro se dibujara en ambos lados de la gruesa entrada. En segundos, unas descargas de energía surgieron de decenas de gemas incrustadas alrededor de la catedral. Como serpientes, ascendieron con rapidez por las paredes del templo. Al sobrepasar la altura de la estructura, se unieron en el aire creando un domo energizado que cubrió toda la iglesia. Desde las afuera una figura veía como surgía una nueva amenaza a sus planes.

—No perdieron tiempo—reconoció él apretando el pomo de la espada en su cinturón.

El hombre dirigió su mirada hacia unos árboles detrás de él. En ellos, decenas de ojos rojos aparecían en la oscuridad. De entre estos arbustos emergió un ser de mediana estatura con cuatro brazos. Dos de ellos de corto tamaño al nivel del pecho y los restantes del doble de largo con gruesas garras. De inmediato la criatura se arrodillo delante del hombre bajando su gruesa cabeza reptiliana y cerrando sus cuatro ojos.

—Misión cumplida mi señor Exodus—dijo ese ser de piel color verde clara—. Hemos rodeado y aislado la catedral.

—Excelente Brarka, yo me encargare de los que están refugiados en el interior—aseguró Exodus—. Ya sabes lo que debes hacer.

En su lenguaje natal el cual parecía un gruñido, Brarka dio órdenes a sus guerreros. En segundos decenas de seres de su especie salieron de sus escondites. Sus pieles de tonos marrones y verdes, con varios picos en sus espaldas los diferenciaban entre ellos. Estos Arkians como se le conocía a esta raza, rugieron enseñando sus afilados dientes y enderezando sus curvados cuerpos. Golpeando sus armaduras de confección ruda, siguieron a su líder en dirección del camino principal de la catedral. Su trabajo era sencillo, detener cualquier intento de contacto con el exterior y eliminar a cualquiera que viniera en ayuda de los que se encontraban en la iglesia.

—Terminemos con esto—dijo Exodus mirando hacia la iglesia.

Acomodándose su empapado cabello rubio corto, el hombre caminó en dirección de la catedral. Varios relámpagos surcaron el cielo iluminando a este extraño que apretaba sus manos en anticipación. Con un paso orgulloso se acercó a la barrera observándola con detenimiento. Al parecer reconocía la hechicería con la cual había sido creada.

Las Reliquias Del Antiguo: El Resurgir De Los CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora