Las Reliquias Del Antiguo: El Resurgir De Los Caídos

Capitulo 6

Una acalorada discusión continuaba en la catedral Ancestral. Sentado en un escritorio de caoba, el cardenal Máximas había recibido la visita en su recámara de otro cardenal. Uno conocido por su interpretación fiel y un poco extrema del gran libro de la Orden. Se trataba del cardenal Stevens Hunters, uno de los más influyentes y poderosos de los doce cardenales que dirigen la Orden. A este hombre de vestimentas rojas con diseños blanco le había incomodado la decisión de Máximas de libera al caído. Moviendo su cuerpo delgado, con un caminar casi de lado, Stevens se sentó en una de las sillas de la habitación delante de un atento Máximas.

—Debo repetirle hermano, que la decisión tomada por usted causará gran incomodidad en los miembros del consejo, sin decir lo que pensara su Eminencia—dijo Stevens mirándolo serio.

—No se preocupe por eso, me reuniré con el consejo pronto y les expondré mis razones—respondió Máximas—. En cuanto a su Eminencia ya ha sido informado.

—Liberó a uno de los seres más peligrosos y antiguos que la Orden haya encontrado, sin consultar con el consejo y me dice que no me preocupe.

—No necesito que me recuerde quién es él, conozco muy bien su larga historia.

Máximas se levantó de la silla, acercándose a una de las varias estatuas que adornaban la recamara. Colocó su mano en ella mirando por una ventana cercana. Él conocía muy bien los deseos de este cardenal de convertirse en el líder supremo de la Orden y por esta razón sabía que él buscaría cualquier excusa para aumentar su control.

—Debo recordarle todo lo que ha hecho ese ser—comentó Stevens—. Se le debió dejar en su celda y enviar a nuestros mejores guardianes Elites detrás de los responsables de ese ataque.

—No he olvidado lo hecho por él hermano, lo conozco mejor que nadie. Pero ambos sabemos que el robo de la reliquia es un gran peligro y el conoce muy bien esas antiguos artefactos.

—¿Acaso duda de nuestra capacidad de lidiar con estas situaciones? Somos la fuerza militar más capacitada y mejor preparada en todo el continente.

—Y aun así la reliquia fue robada—recordó serio y firme Máximas—. Solo sé que si no son detenidos los responsables, pronto nuestro mundo verá dolor y sufrimiento como no se ha visto desde el gran conflicto.

Con semblante serio Máximas caminó hacia una puerta doble que daba acceso al balcón de su recámara. Ayudado de su bastón entró en él seguido por Stevens. A sus sesenta y cinco años de edad, Máximas había sido testigo de tensas situaciones como de hermosas acciones de humanidad. Estas últimas eran las que él estaba dispuesto a defender a toda costa.

—¿Realmente cree que ese ser cumplirá su palabra? —preguntó Stevens.

—El convenio lo obligara a cumplir, además le interesa detener a los causantes tanto como a nosotros.

—Es increíble que tenga tanta fe en un ser como él a pesar de su historia. Cuántas vidas ha tomado y cuánta destrucción ha ocasionado. No se puede confiar y mucho menos coexistir con él. El tiempo siempre nos recuerda eso cardenal, oh acaso ha olvidado la antigua ciudad y a ella.

Máximas guardo silencio por unos segundos: —Como podría olvidar esos sucesos. Pero tengo fe en que lograrán su cometido.

—Solo espero que esta decisión no lo persiga el resto de su vida—respondió Stevens al caminar hacia la salida de la habitación—. El caído es un ser de la oscuridad, no puede cambiar su naturaleza. Es como enviar a un león hambriento a cuidar a las ovejas.

—Algunas veces, el mejor antídoto para la oscuridad es la oscuridad misma—respondió Máximas respirando profundo.

—No me ha convencido sus palabras y lo haré saber muy claro ante el consejo. Esto ha sido un grave y peligroso error. Usted será el responsable de todo lo nefasto que ocurra de este momento en adelante.