Capitulo 38

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Las gárgolas utilizaban los árboles cercanos para esconder su presencia mientras vigilaban el perímetro cercano al campamento. Como siempre, Jinzo las dirigía con mortal eficiencia. Pendiente a todo movimiento y dispuesto a eliminar de forma violenta a cualquier enemigo que osara acercarse. Los símbolos en sus cuerpos brillaban levemente, demostrando que el conjuro que las mantenía libres de su maldición de convertirse en roca durante el día, aun se mantenía fuerte. Debajo del árbol que esta gárgola utilizaba como observatorio, un corpulento ser curaba sus heridas bajo la mirada molesta de su desilusionado contratante.

—Me fallaste Granzul—dijo Exodus serio—. Tenías la ventaja y la sorpresa, pero aun así no lo lograste. El debió morir esa noche.

Granzul giro su cuerpo y continúo atendiéndose las severas heridas en su brazo izquierdo. De una forma brusca se cosía una de las laceraciones como si no sintiera molestia alguna. Exodus cruzo sus brazos esperando que este guerrero le contestara, algo que le tomo tiempo hacer a este antiguo ser.

—Ya te lo dije, estaba perdido pero esos malditos minotauros se interpusieron en mi trabajo—respondió el furioso—. Incluso mataron a mis preciadas mascotas.

—No me importa lo que les paso a tus entupidas bestias. El sigue vivo y ahora sabe que estoy envuelto en todo. Y ya no es el único que lo sabe. Tu error me traerá mayores problemas.

—Aun vivo y no descansare hasta terminar mi trabajo. Se ha vuelto algo personal para mí.

—¿En ese estado? No podrías ni vencer a un escuadrón de humanos.

—Eres un idiota o no recuerdas lo que te dije.

Exodus libero un fuerte destello de energía de sus ojos y se acerco a Granzul quien no pareció sentirse intimidado en lo mas mínimo por la acción de ese ser. Casi ignorándolo continuo cosiendo sus heridas.

—Le atravesé mi espada por el abdomen—aseguró Granzul—. Aunque son conocidos por su habilidad de regenerarse. Si vive, esta más débil que yo. Solo tendré que terminar mi trabajo.

—Más te vale que lo logres, estoy muy cerca de lograr mis objetivos como para perder ahora.

—Tus intenciones no me interesan, solo cumpliré con mi parte del trato y tu más vale que cumplas con la tuya.

—Te atreves a amenazarme.

—No es un una amenaza, es una promesa—respondió con una malévola sonrisa—. Además primero tendría que eliminar a tu guardaespaldas.

Exodus dirigió su mirada hacia unos arbustos logrando ver a una atenta Claudia quien apretaba el mango de su látigo lista para actuar. Traía en su otra mano una bolsa con lo que parecían telas blancas.

—Solo te trae los vendajes que pediste—dijo Exodus mirándola.

La mujer se dirigió hacia ellos con su habitual contoneo de caderas. Granzul se paso su lengua sobre los labios riendo al verla llegar. Claudia lo observo con su rostro serio y despectivo como siempre lo había hecho. De inmediato la mujer beso y abrazo a su señor quien tomando la bolsa de vendas se las lanzo a Granzul. Este las tomo y con una sonrisa burlona empezó a cubrirse las heridas. A cada momento giraba su mirada para observarlos. Actitud que hizo que Claudia dejara de expresar su amor por su señor y lo mirara con seriedad.

—¿Necesitas algo mas?—preguntó Exodus al notarlo.

—Ahora que lo dices, no me vendría mal una ayuda para colocarme estas vendas.

—Muy bien, ayúdalo Claudia.

La mujer lo observo sorprendida:—Como lo ordene mi señor—respondió ella entre dientes.

Bajo la sonrisa burlona de Granzul y con visible molestia, Claudia comenzó a cubrir las serias heridas en el brazo del ser. Intencionalmente daba tirones para causarle molestia al el, pero este solo reía.

—Cuando termines regresa a mi y tú prepárate, saldremos al anochecer estamos muy descubiertos en este lugar—dijo Exodus—. No quiero llamar la atención de miradas indebidas.

—Como ordene mi señor—respondió ella.

Exodus se retiro siendo interceptado por Leonidas quien traía unos documentos y junto a su señor entraron en la tienda de campaña seguidos por dos enormes gárgolas sin alas. Granzul dirigió su atención a Claudia quien evitaba mirarlo. Era muy evidente que no deseaba estar cerca del guerrero.

—Cualquiera diría que me detestas—mencionó Granzul—. Y no recuerdo haber hecho nada para merecérmelo.

—No soporto a tu clase—respondió ella dándole un tiron al vendaje.

—Si me abres las puntadas tendrás que volver a ayudarme, lo sabes. Además que dirá tu señor si fracasas en lo que te ha pedido.

—¿Como tú lo hiciste?

Granzul comenzó a reír con fuerza y miró fijamente a la mujer: —Ya veo, te crees mejor que un demonio humana.

Claudia lo ignoro y tomo otro vendaje para cubrir todo el brazo herido del ser. Granzul con gran rapidez la tomo por la cintura con una mano y con la otra le aguanto las manos. Claudia intento zafarse pero la diferencia en fuerza era notable.

—Escúchame bien mujerzuela—dijo Granzul— No haz sido la primera humana hermosa que él se lleva a la cama. Y cuando tú no seas de utilidad para él, solo buscara a otra. Te sustituirá como hizo con las demás.

—Suéltame maldito o te arrancare los ojos—exigió ella intentando liberarse.

—Te soltare, pero recuerda tu lugar, no eres tan indispensable como crees. Ese hermoso cuerpo y rostro es solo entretenimiento para el. Tus dones en la hechicería y combate son lo que te mantiene a su lado. Además de lo fogosa que debes de ser en la cama—comentó dejándola en el suelo.

—Desgraciado si vuelves a tocarme te cortare la cabeza—respondió ella antes de propinarle una bofetada.

—Vamos, haz lo que te ha ordenado tu señor, es lo único que haces, servirle.

—Le sirvo por que deseo hacerlo y no importa lo que digas eres inferior a el.

El enorme ser la miró a los ojos y sonrío. Estiro su brazo izquierdo insinuando que ella continuara con los vendajes. En esta ocasión la mujer le devolvió la mirada y una leve sonrisa salia de su rostro. Solo le tomo unos instantes a Claudia para cubrir la herida y regresar a los aposentos de su señor. Granzul no la perdió de vista como si disfrutara verla moverse de la forma en que lo hacia.

Las Reliquias Del Antiguo: El Resurgir De Los CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora