Capitulo 47

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Al quitarse la capucha, el rostro mutilado de Granzul demostraba molestia mientras que se acerca a la puerta. Junto a Exodus coloco sus manos en las esquinas de la robusta entrada. Con una fuerza sobre humana y con sus músculos visiblemente exigidos al máximo intentaron abrirla. Pero sus esfuerzos fueron inútiles, ya que la puerta ni siquiera cedió un centímetro. Exodus cruzo sus brazos pensativo siendo observado por sus seguidores y una asustada Jennifer. Al alejarse de la entrada y observarla con mayor detenimiento, se percato de una ranura en el centro de esta, casi invisible a la vista al confundirse con los diseños. Levanto su brazo derecho y observo el brazalete entendiendo lo que ocurría.

—Esta puerta fue creada para que nadie pudiera abrirla sin el uso de una llave.

—¿Qué llave? No tenemos ninguna mi señor—dijo Claudia.

—La tenemos delante de nosotros—respondió Exodus mirando el brazalete.

Coloco su mano izquierda sobre el brazalete, lo que provoco que la reliquia brillara con fuerza. Como si se tratara de una superficie gelatinosa introdujo sus dedos hacia su interior logrando retirar la gema que había unido antes. Camino hacia la puerta con la joya en mano y la acerco a la ranura la cual empezó a iluminarse con la misma tonalidad. Al estar a solo centímetros de ella, la gema salio disparada incrustándose en la entrada. Exodus y los otros observaron cómo se iluminaron todas las inscripciones en ella. En segundos la enorme entrada produjo un rugido mientras comenzaba a abrirse hacia el interior lanzando todo el polvo almacenado por los siglos.

—Hay esta nuestra llave —mencionó Exodus.

Exodus miró a su leal Claudia y dirigió su atención hacia la entrada. Solo el sonido de uno de los vigías cambio la atención de este ser. Una gárgola sin alas corrió hacia su amo y hablando en su lenguaje le aviso de la cercanía de intrusos. Leonidas observo en esa dirección por la cual regreso la bestia apretando el pomo de su espada.

—Se acercan mi señor —advirtió él

—No seremos detenidos ahora—aseguró Exodus—. Cueste lo que cueste, no permitas que nos sigan, entiendes.

Al acercarse a Jennifer la tomo por el hombro mientras que miraba a Granzul seriamente. Este tomo una vieja antorcha cercana encendiéndola con un gesto de su mano. Granzul entro primero en la estructura seguido por Exodus y Claudia, con Jennifer como rehén. Exodus retiro la gema incrustada en la puerta y la coloco de nuevo en el brazalete. La entrada se cerró con lentitud detrás de ellos siendo vigilada por las criaturas de Leónidas. Este grito unas órdenes a sus sirvientes para que se prepararan para el combate. Varias de las gárgolas de piel de acero se escondieron alertas para la emboscada. Dos bestias sin alas de gran tamaño y de apariencia gruesa movían sus cabezas mientras que llamas comenzaban a salir de sus fauces. Una habilidad rara entre ellas, pero muy peligrosa para cualquier rival.

—Ya escuchaste Jinzo, nadie pasara—le advirtió Leónidas.

—Sus órdenes son mi ley mi amo—respondió esta gárgola gruñendo.

Al detectar que alguien se acercaba, las dos enormes bestias lanzaron llamas en esa dirección. Impactando algo que rodó por el suelo envuelto en flamas. Una nube de humo negro se disperso rápidamente por todo el lugar. Tres gárgolas se acercaron a la víctima buscando algún movimiento. Pero varias flechas de luz atravesaron a dos de ellas provocando que reventaran con fuerza eh hiriendo a la restante. Leonidas y las demás retrocedieron mientras que la figura de Dextius aparecía entre el humo.

—Un miembro de la Orden, esperaba más—reconoció Leónidas desafiante mientras sus gárgolas se acercaban a él.

—Cuidado con lo que pides—dijo con fuerza Tylios embistiendo y destrozando con su hacha a la gárgola herida.

Las Reliquias Del Antiguo: El Resurgir De Los CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora