Capitulo 21

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Un enorme valle se presentaba delante de ella, con un manto de neblina grisáceo, que con malvada intención deseaba cubrirlo de su vista. Con cada paso que realizaba sus pies descalzos sentían el suelo áspero y agresivo. Sus túnicas blancas se atoraban con frecuencia entre las ramas secas, que salían del suelo como si desearan desgarrarle las ropas y la piel.

—¿Qué es este lugar, en donde me encuentro?—se preguntó ella alterada.

Unas enormes llamas danzaban a la distancia como si estuvieran hechas de seres con vida. Un espeso perfume a ceniza proveniente del sur se percibía en el ambiente con la brisa que azotaba cruelmente el lugar. Árboles secos y quemados, yacían en los alrededores como cadáveres de la naturaleza. No importaba a donde dirigiera su mirada solo veía desolación. Con cada nuevo paso sentía en sus pies una creciente sensación húmeda y densa. Con lentitud bajo su cabeza tratando de ver que era lo que causaba tal incomodidad. Fue en ese momento que su respiración fue hurtada. Una enorme mancha roja cubría sus pies y gran parte del suelo cercano. Sus extraños ojos verdes se levantaron siguiendo la procedencia de esta creciente marea roja. El rastro se iba transformando en un enorme rió, que surgía de las venas de miles de figuras humanas que a centenares de metros de distancia de ella, la observaban con sus ojos blancos sin alma. El semblante de la mujer se torno pálido mientras trataba de alejarse. Pero su cuerpo se rehusaba a obedecerla. En el centro de la multitud en un elevado pedazo de tierra una silueta con ojos brillosos la observaba.

—¡Por el gran Elysion-Rad, aléjate de mí!—gritó ella al verla.

El enorme ente se incorporó estirando todo su cuerpo de considerable tamaño. Rugió como una gran fiera y unas enormes alas se expandieron detrás de el. Con unos cuernos largos y curveados en su frente, el ente se elevó varios metros del suelo. Una risa maléfica proveniente de esta criatura se escuchó por todo el lugar y por más que intentara la mujer no podía distinguir su apariencia.

—¿Quién eres ser de las sombras, que deseas de esta servidora de la luz?—preguntó ella con temor en sus palabras.

—Lo que deseo, ya se me ha otorgado por tu adorado señor mujer—comentó el ser con una voz penetrante y doble.

—¡Mientes maldita criatura, aléjate de mi y regresa al infierno!

El ser empezó a reír de forma burlona elevándose por los aires y dando un rápido giró se lanzo sobre ella. Aterrada intento huir pero resbalo cayendo de frente en el suelo cubierto de sangre. Su rostro fue envuelto por ese manto rojo, que de forma sobrenatural comenzó a girar arrastrándola por el suelo. Asustada trato de agarrarse de unas rocas cercanas fallando en todos sus desesperados intentos. Como una criatura viviente el fluido rojizo la hundió en su interior. Luchando con todas sus fuerzas, la mujer logró sacar su cabeza de entre el creciente mar rojo. Su rostro era gobernado por el terror al ver como ese líquido se había expandido por todas partes desapareciendo todo rastro de tierra.

—Gran padre, libérame de este mal—pidió con todas sus fuerzas.

En ese instante fue halada hacia arriba y sus ojos se enfocaron en el ser que la había levantado por los aires. Su rostro lleno de ira le causaba gran pavor a la mujer que luchaba para liberarse.

—Déjame en paz ser del infierno, no seré corrompida por tu maldad—aseguró ella desafiante—. No podrás quebrantar mi fe.

—Tu corrupción ya ha comenzado, solo que lo niegas—aseguró el ser dejándola caer.

El tiempo pareció detenerse mientras su cuerpo caía en el mar de sangre para luego hundirse con rapidez. Podía ver sobre ella la silueta del ser mientras que trataba con desesperación salir a flote. Logró llegar a la superficie con dificultad y con las fuerzas que le quedaban trato de buscar una salida. Entre sus desesperados esfuerzos comenzó a escuchar unos gemidos alrededor de ella. Aterrada miraba en todas direcciones a la vez que luchaba por mantenerse en la superficie.

Las Reliquias Del Antiguo: El Resurgir De Los CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora