Capitulo 30

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En la recamara de guerra del reino de Casliah, una reunión casi terminaba. La habitación era conocida de esa forma por las armaduras, armas y pinturas de los antiguos conflictos del reino que la adornaban. Prácticamente se podría decir que ese lugar era un museo exaltando la guerra. Sentada en un trono metálico de color gris, disfrutando un poco de vino en una copa de oro, con un ajustado y elegante vestido azul marino, la reina analizaba los nuevos informes de sus generales. A su lado la joven Marlena se aseguraba de proveerle todos los deseos a su señora. La reunión trataba sobre los ataques que habían continuado a pesar de todos los esfuerzos por contenerlos.

—Sus informes son muy detallados—dijo Casandra acomodando su corona—. Pero aun no han podido erradicar a los causantes.

—Nuestras fuerzas han logrado controlar el brote al oeste de las minas—respondió Coldrand—. Hemos colocado en todas las villas de nuestro reino escuadrones de soldados para garantizar la seguridad de los civiles.

Con una seria y penetrante mirada sobre sus generales, Casandra movía la copa jugando con el vino que quedaba en ella a la vez que apretaba levemente sus rojos labios. Las reuniones con sus generales se habían vuelto casi diarias en un inquietante intento de detener esos brotes de violencia.

—¿Pero aun no han encontrado la razón de estos ataques?—preguntó la reina.

—Eso es algo que no hemos podido descifrar por el momento su alteza—respondió el general Palikad. Hacía mucho tiempo que no se veía una organización tan extensa de clanes de troles. La capitana Samantha lidera en estos momentos un grupo élite intentando descubrir la razón de esto.

—Esta organización solo deja la posibilidad de que sean controlados por una fuerza externa—comentó Coldrand—. Se han visto distintos clanes unidos y eso su alteza, solo se consigue a través de un líder temido entre sus filas.

—No importa por que lo hagan, ni quien los controla, nuestro deber es proteger a cada ciudadano del reino—recordó Casandra—. Así que hagan lo que encuentren necesario y mantengan esos ataques fuera de la ciudad.

—Le garantizo su alteza que estamos haciendo todo lo posible para proteger a nuestra gente.

—Si eso es todo pueden retirarse, espero que su próximo reporte sea más alentador—comento molesta la reina.

Los generales hicieron una reverencia a la emperatriz y un poco cabizbajos se retiraron de la recamara. Casandra salió segundos luego acompañada por su damisela dirigiéndose por los rojizos corredores del palacio hasta llegar a la recamara principal del trono. Con rapidez los guardias de la entrada le abrieron las puertas y cerrándolas cuando ellas ingresaron. Pensativa e inquieta Casandra se sentó en el trono. Sin perder tiempo Marlena le sirvió otra copa de su vino favorito. La mujer se reclinó en su trono respirando profundo buscando algún alivio a las tensiones que parecían no desear desaparecer.

—Deseo estar a sola un momento Marlena, necesito pensar—dijo Casandra a la joven elfa—. Mandaré a buscarte si necesito algo.

—Como lo desee su alteza—respondió ella retirándose.

La joven elfa cerró la puerta dejando a su señora acompañada solamente de las antorchas que daban luz a la recamara. Tratando de relajarse Casandra pasó su mano derecha en su roja cabellera acomodando algunos mechones detrás de sus orejas. Levantó la copa al nivel de sus labios disfrutando el aroma a uvas que liberaba. Por unos momentos solo el silencio dominó la recamara. Solo la caída de la copa lo quebranto. Con cautela la reina se levantó de su trono y camino hacia el centro de la recamara. Sus ojos azules casi blancos observaban en diferentes direcciones mientras que sus dedos se movían con inquietud. En segundos sus ojos emanaron energía pura mientras que una figura surgía detrás de una leve sombra que otorgaba una de las antorchas.

Las Reliquias Del Antiguo: El Resurgir De Los CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora