Capitulo 43

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Pareciendo un murciélago del infierno, la gárgola sobrevoló varias veces la villa antes de desaparecer en la distancia. Por suerte, Kalya y Dextius lograron detectar a tiempo al intruso. Lo que les permitió esconderse sin ser vistos. Con sigilo regresaron con los demás quienes ya se habían percatado de la presencia del ser.

—¿Creen que esa cosa los haya visto?—preguntó Kalya.

—Si eso hubiera ocurrido, Dazadiel la hubiera eliminado—respondió Tylios.

—No detecto nuestra presencia—aseguró Dazadiel llegando junto a Jennifer—. Pero nos buscan, debemos seguir a esa gárgola.

—¿Se encuentra bien hermana?—preguntó Dextius acercándose a ella.

—Estoy bien, pudimos escondernos.

—Tenemos que partir de inmediato, todos al Grundam—ordenó Dazadiel trepándose en el Dromedon de mayor tamaño—Tenia el mismo símbolo rojo que las de Thorian.

—Con suerte nos llevara a su campamento—comentó Ulises abordando el Grundam.

Kalya se subió al otro Dromedon y seguidos por el Grundam y los minotauros emprendieron su búsqueda. Aunque tenían la intención de no perder el rastro de la bestia, evitaban acercarse demasiado para no ser detectados.

—¿Crees que sepan de nuestra ubicación?—preguntó Kalya.

—No sabría decirlo—respondió Dazadiel—. Ten los ojos abiertos, no deseo caer en otra maldita emboscada.

Pero a centenares de metros de ellos, entre varios gruesos arbustos, dejando ver sus ojos rojos y garras filosas. Unos Arkians los habían encontrado. Uno de ellos tomo un cristal de tono anaranjado y lo coloco en el suelo. Con fuerza raspo con sus garras el vidrio creando así unas leves ondas que viajarían por el suelo. A varios kilómetros de ellos, Brarka recibía la información mientras que tocaba el suelo con sus enormes zarpas. El Arkians corrió hacia su señor deteniendo la pequeña caravana. Exodus se encontraba sentado en su imponente Drazpio, con Claudia sentada detrás de él. La bestia rugió al ver acercarse a Brarka quien se arrodillo delante de ella.

—Espero que traigas alguna noticia importante o de lo contrario te arrancare la cabeza—advirtió Exodus molesto.

—Mi señor, mis hermanos detectaron a un grupo a poca distancia de nosotros—informó él.

—¿Qué mas te informaron los cristales.

—Dos minotauros viajan con este grupo mi señor. Los demás son miembros de la Orden. Reconocieron el emblema en sus vestimentas.

—Miembros de la Orden dices—respondió Exodus dirigiendo su atención al final de la caravana.

Dirigió su semblante serio hacia Leonidas que se encontraba a su derecha. Le hizo una señal con su mano para que se acercara a él. Junto a Leónidas, su fiel Jinzo lo siguió como una sombra.

—Los Arkians detectaron a un grupo a poca distancia de nuestra posición, ve con tus gárgolas y erradícalos a todos—ordenó Exodus con un tenue destello verde en sus ojos—. No podemos arriesgarnos ahora a detener nuestro viaje, pronto será la última luna en varios meses y no pienso esperar hasta la próxima.

De inmediato mi señor—dijo Leónidas trepándose sobre una gárgola de considerable tamaño.

Halando las riendas de su bestia, el hombre se interno en el bosque seguido por un contingente de sus fieles gárgolas. En esta ocasión todas eran aladas y volaban en grupos bien formados y armados. Todas detrás de su señor, quien golpeaba a su transporte para que volara con mayor rapidez. Escoltado por gárgolas sin alas y los Arkians, Exodus reanudo su viaje. Detrás de ellos, casi al final, un encapuchado seguía a la caravana. Por unos instantes dirigió su mirada hacia la dirección tomada por las gárgolas.

Las Reliquias Del Antiguo: El Resurgir De Los CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora