Capitulo 45

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La brisa aumentaba golpeando la zona con el frió de un témpano. La luna estaba a punto de llegar a su punto más alto y su color como la sangre se observaba con gran imponencia. Exodus y su grupo se detenía al borde de una colina. Desde esa altura podían observar un pequeño valle verdoso con un diminuto riachuelo que lo atravesaba de norte a oeste. Exodus halo con fuerza de las riendas de su bestia y al esta detenerse descendió de ella con gran agilidad. Camino unos pasos con sus ojos destellando energía mientras que escudriñaba el valle.

—Estamos cerca puedo sentirlo—dijo él—. Desciendan de sus bestias estén alertas.

De inmediato Claudia descendió y de una forma brusca bajo a la aun inconsciente Jennifer de la bestia. Esto hizo que Jennifer reaccionara y abriera sus ojos los cuales trataron de reconocer el lugar en donde se encontraba. Su mirada se lleno de asombro cuando en frente de ella a pocos kilómetros de distancia, un gigantesco manto de neblina empezaba a danzar como si tuviera vida propia. Imitando a flamas ascendió y se expandió por más de una milla.

Al fin—dijo Ezodus mirando lo que se formaba delante de ellos.

La neblina continúo ascendiendo y desde el suelo unas enormes rocas surgieron como si un ser enorme se incorporara lentamente siguiendo la nube. La niebla se desvaneció y en su lugar, enfrente de la luna rojiza, una pálida montaña con la forma de un puñal hacia acto de presencia. Unas ráfagas de viento de considerable fuerza se sintieron en los alrededores. Trayendo consigo no solo un potente frió, sino que arrastraba un sonido parecido al de miles de almas en pena y sufrimiento que gemían al unísono.

—La montaña fantasma—dijo Claudia acercándose a su señor.

—En ella se encuentra la próxima reliquia—afirmó Exodus mirando su brazalete—. Rápido, la montaña no estará por mucho tiempo.

Claudia intento colocar a Jennifer en la bestia lo que la joven trato de evitar siendo golpeada por ella. Molesta la agarro por el cabello montándola en el Drazpio. Esta vez se coloco detrás de ella para que no intentara nada. Halando con fuerza las riendas del Drazpio, Exodus hizo que corriera en la dirección de la montaña bajando por la empinada pendiente. Leónidas y sus restantes gárgolas los siguieron de cerca muy atentos a sus alrededores. Solo el encapuchado observo hacia atrás como sintiendo algo que se aproximaba. Pero solo obligo a su animal a que acelerara su marcha. Les tomaría poco tiempo a toda su velocidad para llegar enfrente de la montaña.

—Fue inteligente esconderla en este lugar—admitió Exodus estudiando la montaña al acercarse.

Un enorme arco de roca gris les daba la bienvenida y les otorgaba acceso al camino maltratado que recorría toda la montaña. Con mucha cautela subieron por ella, alertas ante cualquier situación que apareciera. Al ascender Jennifer se percato como solo había vegetación muerta a su alrededor al igual que esqueletos por todas partes. Su cuerpo temblaba al sentir la brisa extraña, fría y cruel que producía ese lugar. En ese momento la joven empezó a escuchar voces tristes que apuñalaban su mente con sufrimiento. Jennifer intento resistir el dolor que le causaban esas voces pero no podía evitarlo.

—Así que también las puedes escuchar mujer—mencionó Exodus—. Si deseas saberlo, son las almas en pena de la secta que fue maldita en esta montaña. Condenadas a una eternidad de sufrimiento por su traición durante la gran guerra.

—¿Por qué puedo escucharlas? —preguntó Jennifer.

—Tu don te lo permite, tu habilidad puede hacer cosas interesantes, pero al parecer solo les interesaba utilizarlo de una forma y me intriga saber qué papel tienes en ese grupo que nos sigue.

Jennifer no respondió a nada y solo intento contener el dolor. El Drazpio gruño al pasar por unas ruinas maltratadas por el tiempo. La brisa duplicaba su fuerza como si deseara atormentarlos conforme ascendían por la montaña. Al sobrepasar la mitad de la altura de la montaña a varias decenas de metros a su derecha se observo una enorme puerta incrustada en las rocas. Descendieron de sus bestias y Exodus se percato que el brazalete comenzaba a iluminarse mientras se acercaba a la enorme entrada de más de diez pies de altura. Removió decenas de telarañas con su mano en la enorme entrada doble. Vio que poseía en ella varias esculturas parecidas a hechiceros gritando.

—Puedes sentirlo amado—comentó Claudia tocándose el pecho levemente—. La magia negra que fluye por este lugar es increíble.

Aun mantiene su esencia hechizada—reconoció Exodus mirando con detalle la puerta de apariencia gruesa—. Ayúdame a abrirla o es que ya estas sin fuerzas —le exigió Exodus al encapuchado que descendió de su bestia y comenzó a caminar hacia él.

Las Reliquias Del Antiguo: El Resurgir De Los CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora