Capítulo 27: De estar bien a estar mal

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-          Tu papa tuvo un accidente

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- Tu papa tuvo un accidente...- Al escucharla se me resbala el teléfono móvil de las manos y se desarma en el suelo yo me quedo petrificada sin movimiento alguno, no sé si llorar o salir corriendo de este lugar o reírme, no sé qué sigo haciendo acá parada, miro el suelo me agacho y recojo el celular, voy hacia adentro, agarro mi bolso y mi chaqueta, guardo el celular desarmado en el bolso y dos lagrimas salen disparando de mis ojos, no quería que me viera llorar.

- Mel ¿Qué paso? ¿Está todo bien?- Me pregunta levantándose rápidamente de la mesa.

- Lo siento paso algo y me tengo que ir.- Digo, saco la billetera y dejo sobre la mesa $300 y me voy corriendo hacia afuera, escucho como grita mi nombre pero no le hago caso y sigo corriendo por la vereda, la gente me mira como una loca, parezco una novia a la cual la plantaron en el altar, todo mi maquillaje se me ha corrido.

Cruzo la calle corriendo sin mirar, con los ojos tapados en lágrimas y la luz de un auto que se aproxima rápidamente hacia mí no me deja seguir corriendo, no logro ver con claridad, escucho su bocina que me dice que cruce de una vez por todas, pero no lo hago.
El auto rápidamente frena y el conductor sale, es Dami, se acerca rápidamente a mí y me abraza, yo me salgo de su abrazo y cuando intento seguir corriendo el me agarra fuerte del brazo derecho que no me deja seguir, yo lo miro con los ojos fruncidos y con mis lágrimas en mis ojos que no paran de salir.

- Mel cuéntame que paso.-

- ¡NO! Y YA DEJAME QUE ME ESTAS LASTIMANDO, Y NI PIENSES EN QUE ME VOY A SUBIR A TU AUTO PORQUE NO LO HARE.- Digo gritándole.

- Claro que lo harás.- Dice, me agarra de la cintura, me alza y me coloca en su hombro derecho, yo pataleo y le pego en la espalda mientras le grito que me suelte, pero no lo hace, luego me baja y me coloca en el asiento del acompañante de su auto, me pone el cinturón y el da rápidamente la vuelta para entrar al auto.

Una vez adentro vuelvo a llorar, me cubro la cara con las manos, siento como me inclina hacia el llevando su brazo derecho a mi hombro y me abraza, no sabe que paso, pero siento que me entiende y que por alguna razón el ya paso por esto, me separo de él dejando de llorar

- ¿Me puedes llevar hasta el hospital?- Pregunto sin mirarlo a los ojos

- Por supuesto.- Luego de pasarle la dirección del hospital el silencio invade su auto, tampoco tengo ganas de hablarle ni responderle un cuestionario, creo que no se atreve a hacerlo, por cómo me he quebrado en llanto, yo tampoco me atrevería...

Luego de unos minutos llegamos al hospital, salgo del auto casi corriendo y cruzo la entrada, entonces me doy cuenta de que él se ha quedado en el auto, pero lo necesito, necesito que este conmigo, sola no puedo. Así que vuelvo a salir afuera y me dirijo hacia el auto, el inmediatamente sale. 

- ¿Quieres que te acompañe?

- Por favor.- Digo, me agarra de la mano y entramos, nos dirigimos a la recepcionista.

- Hola buenas noches, hace unas horas entro un paciente a la sala de urgencias.- Digo y siento como Dami me clava la mirada.

- Nombre por favor.- Dice la recepcionista jugueteando con su cabello rubio y sin mirarme.

- Juan Romero.- Digo mientras me tiembla todo el cuerpo.

- Si, está en la sala de urgencias, ¿usted es familiar de él?

- Es mi padre.

- Y ¿Cuántos años tienes?

- 17.

- Lo siento no va a poder entrar, es menor

- No entiende, soy su hija, necesito verlo, necesito saber cómo esta.- Digo levantando la voz y pegando con mi puño contra la mesada, Dami me agarra rápidamente de la cintura para que no haga nada.

- Señorita enojándose con migo no va a ganar nada, lo único que puede hacer es sentarse en la sala de espera a esperar una respuesta de los médicos que lo están atendiendo en este momento, pero no va a poder entrar porque es menor.- Dice levantando una ceja, y tengo ganas de romperle la cara.

- Vamos Mel.- Dice Dami y nos dirigimos a los asientos, una vez allí nos sentamos y yo apoyo mi cabeza en su hombro, el me agarra de la cintura.

- ¿Mel?- Escucho que me nombran, cuando me doy vuelta la veo a Romi que esta parada con un vaso descartable en su mano izquierda, con la otra mano sostiene un pañuelo blanco y tiene los ojos repletos de lágrimas, tiene la cara cansada y el rímel corrido.

- Romi...- Me levanto y la abrazo, ella explota en llanto, está destruida, que habrá pasado..

- Lo siento, es que todo es mi culpa.-

- No Romi no es tu culpa, no digas eso.- Nos sentamos y ella no puede hablar porque el llanto no se lo permite.

- ¿Quieres un café?- Me pregunta Dami

- Sí, claro.- Digo y Romi me empieza a contar lo sucedido.

Mi vecino y yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora