I. Red

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*Narra Zayn*

Las calles estaban en total silencio, lo único que escuchaba eran el latido de sus corazones bombeando sangre hacia el resto de su cuerpo,tratando de vivir lo máximo que puedan, sin darse cuenta de que el reloj de arena se está vaciando poco a poco, y que en algún momento de sus vidas el último grano de arena caerá y junto a ese grano caerán ellos. Mis pies me estaban llevando a casa, la misma de siempre, el refugio. Y no es que no tuviéramos dinero para ir a otro lugar, si no que esa casa tenía tantos recuerdos dentro que irnos sería dejarlo todo y empezar de cero. Muchos eran malos recuerdos,pero al fin y al cabo eran recuerdos que mi mente me recordaba.

Llevaba años con terribles pesadillas, me levantaba a media noche sudado,con la respiración agitada, y desde entonces dejé de dormir, no cerraba los ojos ni un segundo, tan solo contemplaba el cuerpo de mi marido yacer a mi lado, respirando con tranquilidad y una leve sonrisa asomando por sus dulces labios. Es que simplemente no podía pensar en acostarme y recordar todas esas pesadillas, en ver como todo a mi alrededor se oscurecía, en como todo se desvanecía, y  yo me perdía junto a aquella bestia, aquel monstruo que me observaba y me sonreía con cinismo, queme agarraba la mano y con sus largas uñas creaba lineas imaginarias sobre mi piel, arrastrándome hacia el túnel sin luz al final. Ese túnel en el cual muchos hemos entrado,y del que nadie ha salido bien de allí.

Y es peculiar y a la vez gracioso, por que la mayoría nos hemos metido nosotros solos,sin ayuda de nadie. Tan solo cerrábamos los ojos y confiábamos en esa bestia, en sus palabras, nos dejábamos llevar. Y nos hundíamos.

 Nos hundíamos en la locura. 

De repente, mi corazón se estrujó con mucha fuerza y tuve que detener mi paso y agarrar mi pecho con un quejido y una mueca de dolor. El silencio en el cual estaba metido se fue y dio paso a miles de voces,sonidos de coches, la civilización caminando y hablando por sus celulares, haciendo ruido hasta para mascar chicle. Un hombre, algo viejo y con canas por todo su cabello, me vio y me acarició la espalda.

- Oiga, ¿se encuentra usted bien? - Asentí sin soltar palabra y el hombre asintió, sin embargo no se alejó hasta que yo le miré y susurré: - Estoy jodidamente bien, lárgate antes de que te haga daño.

Ese hombre corrió calle abajo completamente espantado mientras yo me adentraba a un callejón y me sentaba en el suelo, tratando de calmar esa sensación de mi pecho y ese aturdimiento en mi cabeza.

Mis ojos se aclararon y tomaron aspecto humano de nuevo, no como antes que eran completamente negros. Mis uñas volvieron a esconderse y mi corazón se calmó. Pero el aturdimiento y el dolor punzante seguían allí.

Pasada la media hora en la que me la pasé sentado en el suelo del callejón,decidí levantarme e ir lo más rápido posible a casa, para ver si Niall, John, Harold, Harry, Louis, Liam o cualquiera que estuviera allí pudiera darme alguna razón del por qué ese dolor y esa agonía que recorría mi cuerpo como una serpiente enroscándose en algún lugar.

Por mala suerte, mis poderes de tele-transportación no funcionaban porque no estaba lo suficientemente concentrado para activarlos, por lo que tuve que caminar y caminar.

Sentía fuerza, pero a la vez debilitamiento. Sentía ira, pero a la vez depresión. Sentía euforia, pero a la vez desesperación.

Llegué al refugio con mi mano agarrando y arrugando mi camisa y me quejé,alarmando a mi hijo, que me vio y corrió hacia mí.

- ¡Papá!¿Te encuentras bien?

- Mi...pecho... - Me sentó en el sofá y paró la televisión, dejando el lugar en silencio excepto por mis quejidos. - Duele.

Save me, please.  -  ZiallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora