I. Inexplicable

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《 Hoy son errores. Mañana son expreriencias. 》

*Narra Niall*

- Papá, ya te he dicho que estaré bien, deja de comerme la cabeza con tus sobreprotecciones. - Me deshice de su abrazo y cogí mi maleta. - Estaré bien, no te preocupes.

- Llámame cuando llegues, y cuando vayas a dormir, y cuando te despiertes. ¡Ah! Llámame también cuan-

- ¡Ya vale! - Le corté la frase gritando. Todos los que estaban en el aeropuerto voltearon a mirarnos. - Te llamaré cuando llegue y punto pelota.

- Pasajeros con destino a Londres embarquen por la puerta 3, su vuelo saldrá en unos instantes. - Dijo una voz a través del altavoz.

- Pásalo bien, hijo. - Me abrazó y me dio un beso en la mejilla. Me limpié la mejilla con una mueca de asco a lo que mi padre me dio un codazo y reí.

- Hasta pronto, papá. - Me separé de él y entré por la puerta con destino a mi nueva vida, Londres.

****

- Señor, despierte, ya hemos llegado a Londres. - Dijo una voz femenina a mi lado. Abrí los ojos y una azafata me miraba con una sonrisa. - Ha dormido durante todo el viaje, será mejor que se moje un poco la cara. - Asentí. ¿Desde cuándo las azafatas te dicen que te laves la cara? ¿Tan zombi me veo?

- Gracias. - Susurré para luego ver como ella se iba con una sonrisa en la cara.

- De nada, señor. - Se fue y me levanté, estirándome haciendo que todos mis huesos tronaran.

Con pereza salí del avión, cogí la maleta y me encerré en los baños del aeropuerto. Me acerqué a un lavamanos y encendí el grifo, haciendo que empezara a salir agua. Puse mis manos debajo del chorro y me las llevé a la cara, empapando todo mi flequillo a lo Miley Cyrus. Levanté la cabeza y me observé al espejo.

Ojos completamente rojos del sueño, mi piel pálida, blanca como la leche como siempre solía tener, los labios resecos...

Suspiré y salí del baño cabizbajo, chocándome con alguien haciendo que todas las cosas que llevaba en su mano cayeran al suelo.

- ¡Oops! Lo siento, no te vi cuando salía. - Dije recogiendo lo que estaba en el suelo. El chico también se agachó para ayudarme a recoger sus cosas. Escuché como el sujeto en cuestión reía y vi sus manos agarrar varias cosas junto a mí.

- No te preocupes, yo tampoco miraba por donde iba. - Levanté la mirada y unos orbes azules me miraban con un brillo que nunca había visto. Talento Londinense, supuse. - Soy Luke Hemmings, un placer. - Estiró su mano hacia mí y yo la miré antes de agarrarla.

- Niall Horan, el placer es mío. - Estrechamos nuestras manos y le entregué todo lo que había recogido. - ¿Eres de Londres?

- Sí, ahora me iba de vacaciones con mis amigos a España. ¿Tú eres de aquí?

- No, yo soy de Irlanda. - Me rasqué la nuca un poco sonrojado.

- ¡Oh! ¿Es verdad que hay duendes verdes revoloteando por la ciudad? - Dijo sonriendo cual niño pequeño y yo estallé en carcajadas contagiando al otro rubio.

- No, no los hay, pero igualmente hay gente que lo cree. - Luke también rió y una voz del aeropuerto anunció un vuelo a España.

- Bueno Niall, debo irme, si quieres te doy mi número y hablamos.

- Oh, claro, soy nuevo y seguro que con tu ayuda me sabré adaptar bien a la ciudad. - Saqué una pequeña libreta y anoté mi número. El rubio hizo lo mismo y me entregó un papel : "Luke Hemmings, el chico más sexy que te encontrarás por el aeropuerto. +04447284825 ♡"

- Bueno, pues hasta de aquí una semana. - Se guardó el papel y salió del baño.

- Adiós Luke. - Anoté el número en mi celular y salí del aeropuerto, buscando algún taxi que pudiera llevarme a casa.

****

- Papá, te he dicho que estoy bien... No, nadie me ha mirado raro... Que no... Papá, si sigues así te meteré un guantazo psicológico que notarás desde aquí... Está bien, te llamaré... Adiós papá... Sí, yo también te quiero... Que sí, que sé cuidarme solo... Adiós. - Colgué y miré el reloj que había encima del televisor. Las 20:40.

Me levanté del sofá mientras con una mano me despeinaba y con la otra me rascaba la panza. Abrí la nevera y encontré una pizza congelada de microondas, la abrí, la puse a calentar y esperé esos 7 minutos a que la pizza se hiciera. De mientras me preparé un vaso con vodka y refresco con sabor naranja.

Sabía que a mi padre no le gustaba que bebiera, pero no estaba cerca para regañarme y yo ya tenía 20 años, podía hacer lo que quería.

El microondas sonó y retiré la pizza de su interior, oliendo el dulce olor a barbacoa de la pizza.

Empecé a engullir el alimento como un león hambriento y en cuestión de segundos ya no había rastos de pizza en el plato. Me acabé la bebida y metí los platos en el lavavajillas.

Mi celular comenzó a sonar. Miré el detector de llamadas: mi padre.

Suspiré y cogí el teléfono. - Papá, te he dicho que todo va bien, deja de agobiarme.

- Hijo, escúchame con atención. Si alguien que no conoces llama a la puerta no abras. Si escuchas la voz de Deo, Greg, mía o de alguien que conozcas no te atrevas a abrir la puerta.

- Pero, ¿por qué? Si seréis vosotros.

- No, hijo, ellos intentarán engañarte controlándote la mente haciendo que veas algo que no es real, algo que hará que te rindas ante ellos.

- Papá, ¿te has comido un libro de ciencia ficción o...?

- Hijo, no bromeo. Si entran a casa escóndete y no salgas, por nada del mundo te enfrentes a ellos, serán mucho más fuertes que tú.

- Papá, no entiendo una mierda. Explícamelo desde el principio.

- No tengo tiempo, diablos debí contártelo pero no sabía que ocurriría ya. Pero... -Se quedó en silencio un rato y escuché unos golpes. - Hijo, debo colgar. Prométeme que harás lo que te he dicho.

- Vale papá, lo prometo, pero, ¿qué son esos golpes? - Y me colgó antes de que yo pudiera decir algo más.

Miré totalmente confundido la pantalla del teléfono, pensando qué mierda acababa de decir mi padre. Colgué y me fui a dormir.

Save me, please.  -  ZiallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora