Capítulo Ocho: No puedo fingir más

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Annie

Vi mi reflejo en el espejo. No estaba mal, un vestido largo en corte de sirena y de un color verde esmeralda se veía muy bien en mi cuerpo.

Hoy sería la boda de la hija del señor Shawn Roberts, por lo que decidí que lo mejor era vestir muy elegante.
Andrew dijo que era mejor que nos quedáramos a dormir esta noche en la hacienda del señor Roberts porque el camino de regreso era peligroso de noche. Así que tenía hecha una maleta.

-Hum...- me miré una vez más.

Un maquillaje muy ligero y una sonrisa pintada en un rosa pálido.
Mi cabello estaba recogido en una coleta elegantemente peinada y un par de aretes largos me acompañaban. Desgraciadamente no había encontrado un buen collar, por lo que decidí ir sin uno.

Escuché que llamaban a la puerta, así que me apresure a ponerme mis tacones altos de color plateado y tomé mi abrigo y mi pequeña maleta.

Abrí la puerta y me en encontré con Andrew vestido con un traje azul marino, una camisa blanca y una corbata de color petróleo.

-¿Lista?- sonrió -Wow Annie, te ves...-

-¿Bien? ¿Mal?-

-Estupendamente genial-

-Gracias- sonreí sonrojada

-De rojo también te ves muy bien-

-¿Ro...-

Él sonrió inocente y yo toqué mis mejillas enrojecidas.

-Oh...-

-Te lo dije antes, te ves hermosa en cualquiera de tus formas-

-Gracias- sonreí

Él tomó mi maleta y me extendió su brazo. Yo sonreí y ambos caminamos hasta el ascensor, entramos y esta vez estábamos solos.

-Espera...- dijo y dejó mi maleta en el suelo

Buscó entre su saco hasta que encontró lo que buscaba.

-Quería darte eso, lo vi esta tarde en una tienda y creí que te gustaría...-

-Gracias- sonreí

-Date vuelta por favor-

-Sí-

Tomé mi cabello y lo hice a un lado. Él se puso detrás de mí y me colocó el collar de oro que me había regalado, sentí sus manos rozar mi piel y un escalofrío me recorrió el cuerpo entero.

Él lo notó también y se apresuró a colocar la joya. El asensor se abrió y él tomó mis cosas, me extendió su brazo y yo lo tomé sin pensarlo.

Caminamos hasta la entrada y subió mis cosas al maletero, me ayudó a subir y luego lo hizo él.
Encendió el motor y arrancó rumbo a la hacienda.

(...)

-Queridos hermanos, estamos reunidos aquí para celebrar la unión de Salma y Frederick...-

Estábamos en la pequeña capilla de la hacienda, presenciando la unión de dos almas que se amaban, o eso dijo el hombre de blanco.

Andrew estaba a mi lado jugando con sus manos mientras escuchábamos las palabras del hombre. De pronto, tomó mi mano y la ató con la suya, lo miré y luego nuestras manos...

-Andrew- susurré

-Es eso o me salgo- susurró

Lo pensé, quería reír lo juro, pero no lo hice. Sólo empecé a jugar igual que él.
No puedo creer que de todas las cosas que él tuviera en mente, jugar pulgares fuera una. Estábamos en una boda, aunque debo de admitir que yo también estaba algo aburrida.

Amor Por Contrato ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora