Capítulo Cuarenta y Tres: Noches de Dolor

8.4K 518 23
                                    

Annie

¿Qué debía hacer?
Estaba entre la espada y la pared, entre el dolor y la angustia. Ninguna de las dos me llamaba demasiado la atención y nada de esto me estaba ayudando en algo.

Sentía que al menos ya habían pasado tres días desde que Brigite nos había secuestrado a mí y a Diane. Intenté escapar de cualquier manera, pero no lo conseguía y me estaba desesperando.

Mi hermana lloraba sin cesar todas las noches y todos los días, sentía su angustia y me dolía. Me frustraba el hecho de que ni siquiera pudiera hacer algo para aliviar su dolor.
Nada me ayudaba a detener todo su dolor y eso solo me angustiaba aún más, porque si seguía así no sería bueno para su salud.

Hasta ahora me daba cuenta de que en menos de un mes mi hermana tendría su operación para saber si se lograba retirar todo el cáncer de su cuerpo. Todo iba bien. Habíamos hecho todo lo que el doctor Ficherald nos había indicado para antes de su operación y ahora todo estaba siendo un fracaso.

-Tranquila Diane...- susurré

-No puedo- musitó

-Hazlo por mí- sonreí triste -Anda, deja de llorar-

-¿Te molesta?- dijo con inocencia

-Por supuesto que no hermanita- negué -Es solo por tu bien, dijiste que serías valiente-

-No puedo...- susurró y me miró -No como tú-

-Soy valiente por ti- asentí

-Quiero irme ya-

-No podemos- musité -Tenemos que escapar-

-Vámonos- pidió entre lágrimas

-Sí- asentí -Verás que pronto encontraremos algo para escapar, alguien nos ayudará a salir de aquí-

-¿Crees que papá esté triste?-

-Sí- musité -El nos ama infinitamente-

-Me duele- admitió y sobó su cabeza

-Debes tener sueño- sonreí triste -Ven-

Acomodé mi lugar y ayudé a Diane a acomodarse para que lograra dormir entre mis brazos, así me sentiría más tranquila, la podría cuidar.

Mi hermana se recostó en la cama y nos cubrí a ambas con las mantas de la misma, acaricié su frente mientras que ella me abrazaba de la cintura y se apegaba más a mí ocultando su cara en mi pecho.

-Canta- musitó

-No sé hacerlo...- susurré

-Solías cantarme antes-

-Está bien- musité y besé su cabecita -¿Qué quieres que te cante?-

-Quédate conmigo...- musitó -Es de las películas favoritas de papá-

Hace mucho, pero mucho tiempo que yo no hacía aquello, ni siquiera leía libros como antes.
Hacía bastante tiempo que había dejado a un lado éstas cosas y me preocupaba más por otras que hasta ahora me había dado cuenta de que no me servían de mucho.

-¿Para qué buscar perfectos? Si son los defectos que me despiertan, que no vi llegar, ¿Qué será que siento? Si es amor lo siento, ¿Para qué te miento? Desde tiempo atrás...

No pensé en la espera, ni en las consecuencias, me dejé llevar. Oh...
Y ver que estoy dejando todo lo planeado, no me importa ya, sólo te pido...

Quédate conmigo. Quédate aquí, en este lugar, el amor no sabe esperar y nos llegó sin avisar. Oh...

Cada paso que das, vas dejando algo atrás, no pidas que me quede solo. Sin buscarte ahí estás, me encuentras sin preguntar, y sorprende lo que hay entre nosotros.

Amor Por Contrato ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora