Capítulo Cuarenta y Uno: Celos

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Annie

Miré a mi esposo recostado a mi lado, soñando y respirando tranquilamente. Podía mirarlo cada día de mi vida y no me cansaría de hacerlo, lo amaba y sé que este es mi lugar cuando lo veo así.

Durmiendo a mi lado.

Me acerqué a él y besé sus mejillas con dulzura, acariciándolas con mis labios para que despertara, pero no lo logré. Así que opté por bajar a la cocina y hacer un desayuno especial.

Tomé mi bata y caminé fuera de nuestra habitación, bajé las escaleras y de inmediato me encontré a Cleo preparando la mesa.

-Buenos días Cleo- sonreí

-Buen día señora, ¿Le sirvo el desayuno?-

-No- negué -Quiero desayunar con mi esposo en nuestra habitación-

-De inmediato le llevo su desayuno-

-No te molestes, quiero hacerlo yo-

-Por supuesto- asintió -Todo está listo-

-Gracias-

Caminé hasta la cocina y tomé una charola para comenzar a llenarla con comida para nosotros. Tomé algo de fruta, tostadas, parte del pastel de anoche, cereal, jugo y leche para llevárselo a mi esposo a la cama.

Tomé un par de servilletas y caminé de nuevo hacia mi habitación. Tomé la charola entre mi vientre y mi mano para con la otra poder abrir la puerta.

Cuando entré aún lo logré ver dormido y sonriente ante el cansancio del día anterior. Sé que debe de estar exhausto por que a penas y volvimos de nuestras vacaciones para volver a la oficina y eso nos estaba cansando a ambos de una manera rápida.
Teníamos que acostumbrarnos de nuevo a nuestra vida.

Dejé la charola en nuestra mesita de noche y después volví a sentarme en la cama para despertarlo.

Acaricié su cabello con mis dedos y luego deposité un beso en su nariz, uno en su mejilla y después uno en su boca.
Comenzó a moverse y de a poco despertó correspondiendo a mi beso.

-Que bien despierta señora Wilde-

-Es porque soy felíz señor Wilde- sonreí

Él abrió sus ojos y me miró lleno de dulzura, que se transformó en picardía de un segundo a otro y sonrió con malicia. Me tomó de la cintura y me hizo caer en la cama para subir sobre mi cuerpo mientras reía a causa de sus travesuras.

-¿Qué haces?- reí

-Despertarte- sonrió

-Pero ya lo hice-

-Pero quiero hacerlo a mi manera, no cuenta si no beso cada parte de tu rostro-

-¿A sí?- sonreí

-Me gusta hacerlo-

-Por supuesto que sí- reí

-¿Te beso entonces?-

-Sí- sonreí

Sentí como me besaba con mucha pasión y deseo en aquel momento, pero era más bien para demostrarme lo mucho que le gustaba hacerlo, lo que le gustaba hacer cada mañana.

-Ahora sí- sonrió -Buenos días-

-Buenos días- sonreí y pasé una mano por su cabello -¿Quieres desayunar?-

-Sí- sonrió y escuché como su estómago rugia

-Creo que mueres de hambre- reí

-No lo sé- dijo confundido -Últimamente he tenido demasiada hambre-

Amor Por Contrato ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora