Andrew
Tres días, tres malditos días habían pasado desde que Brigite había secuestrado a mi esposa y a Diane.
Estaba muriendo lentamente al no saber qué era de Annie, de mi esposa y sabiendo que ella estaba con Diane. Porque estaba seguro de algo y eso era que Annie protegería a su hermana hasta con su propia vida y eso solo me frustraba aún más.
Saber que Annie podría irse de mi lado para siempre.
Me dolía el pecho de tan solo pensar en ello, en que Annie me pudiera dejar así de fácil, de un instante a otro sin que yo pudiera hacer algo al respecto. No lo soportaría ni con todo el amor que me tuviera, nada tendría sentido sin ella, sin la mitad de mi vida...
Caminé de un lado a otro en aquella estrecha habitación que hasta ahora me estaba haciendo el favor de mantenerme informado a detalle acerca de lo que estaba ocurriendo con mi esposa, con todo lo que ahora ella estaba enfrentando.
A lado de aquella mujer.
Taylor había sido de mucha ayuda ahora que esa maldita mujer se había llevado a mi pequeño cielo. Necesitaba recuperarla, necesitaba cuidar de ella y volver a tenerla entre mis brazos para volver a sentirme lleno de vida de nuevo.
Hasta ahora Taylor había descubierto que todos y cada uno de los hombres que habían ayudado a Brigite para que lograra secuestrar a mi mujer estaban completamente locos, al igual que ella, ellos eran una bola de transtornados.
Todos juraban y profesaban un amor infinito hacia aquella mujer que, a pesar de que fuera solo una, hacia que todos ellos la amaran tanto como para protegerla de mí. Pero haría hasta lo imposible para cuidar de mi familia, para que lograra hacer algo y recuperara a mi esposa, no me rendiría nunca.
-Taylor- asentí al verlo entrar a su oficina en la cual yo estaba metido desde hace tres malditos días.
No dormía, no comía, no hacía nada con tal de estar al pendiente de cualquier avance que pudiera haber en el secuestro de mi esposa y mi pequeña cuñada.
-Aún ninguno habla- suspiró
-Déjame hacerlo- dije distante -Quiero ser yo el que hable esta vez-
-Es inútil-
-No lo creo- lo miré
-Annie lo hizo antes...- susurró -No consiguió nada-
Sabía que a él también le dolía el que mi esposa estuviera en manos de una psicópata, se veía en su mirada, aunque había descubierto que más bien era una mirada de angustia que de dolor. El no amaba a mi esposa de otra forma que no fuera como su amiga solamente y hasta ahora lo entendía.
¿Pero cómo no tenerle celos? Si mi esposa es una mujer fácil de amar. Tiene todas y cada una de las cualidades que fácilmente pueden atraer a cualquier hombre en la fas de la Tierra que sea lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de la clase de mujer que es Annie.
Mi esposa.
Una mujer magnífica en cualquiera de sus facetas; celosa, sonriente, felíz, triste, llorando, etc. Ella es magnífica en cualquiera de ellas solamente por el hecho de ser ella, Annie Cavalier, mi esposa.
Es por eso que tenía que recuperarla, porque la amo y no me daré por vencido nunca. La tendría de vuelta a cualquier costo.-¿Qué es lo que les dirás?- preguntó mientras se sentaba en su silla y yo miraba por la ventana a todos esos hombres sentados en la misma mesa y en la misma habitación sin decir absolutamente nada.
-Solo les hablaré como un hombre desesperado-
-Annie hizo lo mismo y...-
-Seguiré los pasos de mi esposa- lo miré -Tengo que hacerles entender que es ella ahora la que corre peligro-
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Amor Por Contrato ©
Storie d'amoreLos Wilde y los Cavalier, dos familias con un apellido que pesa y con dos hijos curiosamente herederos de ambas fortunas. Una amistad de años. Dos jóvenes inocentes. Y un sólo trato. Siempre hemos escuchado que en esta clase de matrimonios es la ch...