Capítulo Veintiocho: Enemigos

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Annie

Imagínense, ustedes en medio de los Cavalier y los Wilde mientras existe un gran dilema entre ambos. Algo que sólo hace que las cosas se compliquen y existan dudas entre todos nosotros, que pienses bien antes de hablar y que ni siquiera en tu prometido puedas confiar.

¿Enemigos?

No, nosotros jamás podríamos ser así y mucho menos si teníamos un amor de por medio.
Mi amor para ser exactos.
Así que Andrew y yo tendríamos que luchar por mantenernos juntos a pesar de lo malo que fuera todo, de lo mal que se dieran las cosas y por todo lo que ahora estaría por pasar.

Una guerra.

Dudas.

Enfrentamientos y...

Enemigos.

(...)

-Buenos días señorita Cavalier- sonrió Mercy

-Hola Mer- sonreí y le entregué su regalo -Toma, espero te guste Mercy-

-Señorita...- susurró

-Es un regalo para ti- sonreí -No lo desprecies por favor-

-Esta bien- sonrió -La conozco y sé que de una u otra forma lo aceptaré-

-¿Así de mala soy?- reí

-No es así señorita. Es perseverante, uno de los puntos más importantes que el señor Jeremy le enseñó mientras aprendía a tomar este puesto-

-Gracias Mer- sonreí

-De nada- sonrió y miró la caja -¿Qué es?-

-Ya verás- sonreí y entré a mi oficina

Dejé mis cosas colgadas en el perchero y encendí mi computadora para iniciar a trabajar. Abrí las persianas de mi oficina y de inmediato tuve una vista completa de la ciudad, mi hogar.

Mientras veía como la ciudad entera se movía durante la famosa "hora pico", pensaba en las miles de ideas que tenía para mi nueva casa.
El hogar que construiría junto con Andrew.

Habíamos decidido que hoy veríamos las casas que Diego había investigado para nosotros, la mayoría estaban cerca de la mansión Cavalier y de la mansión que alguna vez fue de los Wilde, sin embargo, Andrew y yo queríamos algo más alejado. Una casa grande con un enorme jardín y ningún vecino cercano. Algo más íntimo y que nos ayudara a relajarnos depués del ajetreado día de trabajo en la ciudad.

Sí. Una vida más tranquila.

-Annie- miré a Diego que había entrado a mi oficina -Tenemos que hablar-

-¿De qué?- sonreí y le indiqué que tomara asiento

-Te juro que me acabo de dar cuenta- dijo asustado

-¿Qué pasa?- fruncí mi seño

-Mira- dijo y me entregó unos papeles

-¿Qué es?-

-Son los estados de las cuentas que manejamos. Hay una, que está perdiendo los intereses que se supone que debía haber ganado...-

-La cuenta negra...- susurré -Debe haber un error-

-No- negó -Los he revisado ya tres veces y no hay duda alguna de que esto no es normal, esto no es algo que nosotros hallamos podido hacer-

-¿Revisaste los intereses de los bancos?-

-Sí-

-¿Las sumas?-

-No cuadran-

-Maldición- espeté y giré mi silla

Amor Por Contrato ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora