Capítulo 50

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Le puse el pijama y la tapé. Puse el despertador, me puse el pijama y me acosté a su lado.

Narrado por Ana

Me desperté y después de unos minutos me di cuenta de que no estaba en el hotel. Y tenía el pijama puesto. Me levanté y vi una nota en la mesilla.

Aunque el día amanezca gris, tengo tus ojos que me dan la mejor luz; porque para mí nunca sale el sol hasta que tus ojos iluminan mi mañana. Buenos días, princesa.

Reconocí la letra enseguida. Bajé las escaleras lo más rápido que pude y busqué por toda la casa. No vi a nadie, pero no me había dado cuenta de que no había mirado en la cocina. Me asomé y allí estaba. Aproveché que estaba de espaldas para acercarme sigilosamente y abrazarlo por detrás. Se giró y me sonrió.

Pablo:
-Buenos días preciosa.

Ana:
-Buenos días.

Pablo:
-¿Te pasa algo? Te veo preocupada.

Ana:
-Es que... no sé como pedirte perdón. Lo siento, de verdad. Debí hac....

Pablo:
-Ey, no fue culpa tuya. No fue culpa de ninguno. Y tú eres la menos indicada para disculparte. Tú no has hecho nada.

Ana:
-Ya, pero no te escuché.

Pablo:
-Da igual, ya está arreglado. ¿Vamos a desayunar?

Ana:
-Claro. Pero antes...

Me acerqué a él y lo besé. Tenía tantas ganas de sentir sus labios, sus manos, su cuerpo...

Pablo:
-Mmm... que rico sabes.

Ana:
-Tú si que eres rico.

Llevamos el desayuno a la terraza y comimos entre besos y caricias. Recogimos todo y subimos a la planta de arriba.

Ana:
-Oye, ahora que me fijo, yo no tengo el bikini aquí.

Pablo:
-Te lo he traído yo.

Ana:
-¿Y cómo lo has conseguido?

Pablo:
-Pues...

Ana:
-Da igual. Anda dámelo para cambiarme.

Nos pusimos los bañadores y nos metimos en la piscina.

Un paso detrás de ti [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora