Capítulo 52

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Subí a la habitación y Pablo no estaba. De repente noté unas manos rodeando mi cintura y unos besos en mi cuello.

(Susurrando)

Pablo:
-No te puedes imaginar las ganas que tengo de volver a saborear tu cuerpo. Necesito hacerlo mío otra vez.

Me giré y nuestros labios quedaron separados por apenas milímetros.

Ana:
-Siempre ha sido tuyo.

Me tumbó en la cama y acarició mi espalda por debajo de la camiseta. Mientras nos besábamos nos íbamos desnudando el uno al otro. Yo me quedé en ropa interior y a él le faltaba la camisa. Hice que se sentara apoyándose en el cabezal y me fui acercando para besarlo. Cuando estaba a punto de tocar sus labios puso mala cara.

Ana:
-¿Qué pasa?

Pablo:
-Me duele mucho el estómago.

Ana:
-¿Otra vez? ¿Tienes ganas de vomitar?

Pablo:
-No no, solo es dolor. Creo que me ha sentado mal el almuerzo.

Ana:
-Te voy a preparar un té.

Pablo:
-No hace falta princesa.

Ana:
-Hazme caso, te sentará bien.

Pablo:
-Vale.

Me puse su camisa y me abroché el tercer y el cuarto botón, dejando ver parte de mis pechos. Le di un beso en la frente y bajé las escaleras para entrar en la cocina.

5 minutos después...

Narrado por Pablo.

Ana llegó con el té en la mano. Me encantaba verla con mi camisa y en ropa interior. Le quedaba genial y era muy sexy la verdad. Se sentó y me dio la taza.

Ana:
-Cuidado, está caliente.

Soplé un poco y le di un sorbo. Después de unos minutos ya me lo había terminado. Dejé la taza en la mesilla y me apoyé en el cabezal de la cama. Cerré los ojos y Ana empezó a masajearme los hombros.

Ana:
-Oye cariño.

Pablo:
-Dime preciosa.

Ana:
-¿Estás seguro de que el dolor es por la comida?

Pablo:
-¿De qué iba a ser si no?

Ana:
-No sé... ¿hay algo que te preocupe y no me hayas contado?

Pablo:
-Claro que no mi vida. Si me pasara algo te lo contaría.

Ana:
-Vale.

Comenzó a acariciar mi abdomen y en segundos se me erizó la piel. Lo hacía de una manera tan suave, dulce y delicada...

Ana:
-¿Se te ha puesto la piel de gallina?

Pablo:
-Sí.

Ana:
-¿Y por qué?

Pablo:
-Por tus caricias.

Ana:
-Pero si no es nada del otro mundo.

Pablo:
-Es por la forma en la que haces las cosas. Todo lo haces de manera especial. Delicadamente y con cariño.

Ana:
-Es mi manera de hacer las cosas.

Pablo:
-Por eso digo que eres única y especial.

Se acercó a mí y me dio un beso. Se sentó encima de mí y apoyó su cabeza en mi hombro izquierdo mientras mi brazo rodeaba su cintura.

Ana:
-¿Estás mejor?

Pablo:
-Sí, ya se me está pasando. Anda duérmete.

Ana:
-De eso nada. Yo no me duermo hasta que no se te pase del todo.

Pablo:
-Princesa, no hac...

Me puso el dedo en los labios y me miró fijamemte.

Pablo:
-Vale vale. ¿Sabes una cosa?

Ana:
-Dime.

Pablo:
-Mis ex no se portaban así de bien conmigo cuando estaba mal. De hecho me ha pasado con dos de ellas, que cuando me dolía algo ni siquiera me preguntaban ni me abrazaban ni nada.

Ana:
-¿En serio?

Pablo:
-Sí.

Ana:
-Eso es porque no valoraban lo que tenían. Las idiotas no se daban cuenta de la fortuna que poseían.

Pablo:
-Tu si que eres una fortuna.

Me regaló un sonrisa de esas que te derriten el corazón. Le di un beso en la frente y me quedé acariciándole la pierna mientras seguía apoyada en mi hombro. Después de unos minutos se estaba empezando a quedar dormida.

Pablo:
-Princesa, vamos a colocarnos bien para dormir.

Ana:
-¿Ya se te ha quitado el dolor?

Pablo:
-Si, anda, vamis a dormir.

Ana:
-Vale.

Nos acostamos y ella se apoyó en mi pecho. Yo la abracé y apagué la luz en el interruptor que estaba al lado de la cama.

Ana:
-Buenas noches mi amor.

Pablo:
-Que descanses mi vida.

Un paso detrás de ti [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora