Perdida

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Todos los planes de seguir la pelea murieron al escuchar aquel grito y ver la escena que dejo pálido a Tsuna.

Hibari y el resto de los guardianes no sabían que decir, les causaba tristeza y una ira casi incontrolable el ver aquella escena, Mukuro y Kyōya se preguntaban cómo era eso posible, que algo así pasara no lo podían creer, ¿No era muy fuerte y siempre estaba al pendiente de todo?

Tsuna miraba en shock a su amiga pelirroja, la chica sostenía en sus manos una espada, que seguramente materializo al ver a ese hombre, frente a ella se encontraba un hombre rubio que había atravesado el pecho de la chica, que no se quedo muy atrás.

–No puede ser cierto–Balbuceó el castaño.

La pelirroja se acerco más al hombre, asegurándose de enterrar por completo la espada en su estomago, Tsuna se asusto de ver aquel acto.

–¡Geraldine, detente!–El grito del castaño saco del shock a los demás.

Sin dudar ni por un segundo más alejaron a la chica y Ryohei empezó a tratar de sanarla con sus llamas de sol, la herida precia  no querer cerrarse y muchas sangre salia del pecho de la pelirroja, Reborn, Mukuro y Hibari se encargaron de mantener a aquel mastodonte al margen de todo a pesar de estar gravemente herido parecía no afectarle demasiado.

–Ahora sólo queda ver los resultados de mis investigaciones –Lo que dijo aquel imbécil altero a los inmortales y a Sawada.

–¡Es imposible conseguir la inmortalidad usando las llamas de la última voluntad! –Gruñó el iracundo castaño.

–¿Cómo estas tan seguro de eso?–Se burlo el ruso, "¿Soy yo o todos los mafiosos tienen un japones perfecto?" Reborn ignoro ese hecho, no era tiempo de pensar tonterías.

–Sawada tiene razón, hemos estado investigando mucho sobre la posibilidad de una vida eterna gracias a las llamas de la última voluntad y no hemos encontrado nada–Respondió Lal, Skull los miro con desconfianza.

–En primer lugar la idea de una vida eterna es solitaria–Comentó Bermuda.

–Ver morir a cada uno de tus seres queridos, amar, casarse, procrear, ver crecer y morir a tu familia, definitivamente no tiene nada de atractivo –Añadió Skull.

–¿Qué sabrán ustedes? ¡No son más que imbéciles, voy a conseguir la vida eterna así tenga que matarlos a todos!–Grito aquel hombre que se desangraba lentamente y trataba de que los azabaches y la piña no terminasen con él.

–No estaba enterado de que los muertos tuviesen un sentido del humor tan excéntrico –Se burlo un recién llegado.

–Iemitsu, no es momento de hacerte el gracioso, tu hijo podría morir–Comentó Orégano.

La batalla se reinicio y los ahora furiosos guardianes y ex-arcobalenos se encargaron de vencerlos a todos mientras Ryohei intentaba mantener a la chica con vida, al final los que seguían en batalla descubrieron que el enemigo no se multiplicaba sino que eran ilusiones bastante realistas y que entre ellos había poseedores de la llama de la lluvia.

Mientras el derramamiento de sangre seguía tsuna se encontraba junto a su guardián del sol y su amiga pelirroja, no sabia que hacer estaba furioso y quería matarlos a todos por todo el daño que le causaron a su amiga, pero tenía miedo de que al separarse de ella la chica perdiese la vida, y los demás lo entendían por lo que Hibari y Mukuro le dejaron a aquel moribundo a los autoproclamados padres de Sawada.

–Tsuna-sama... No creo que sea bueno que se quede aquí –Comentó la chica con esfuerzo.

–¿Crees que tienes el derecho de decirme que hacer cuando estas así?–Preguntó el castaño, la chica sonrió ligeramente.

–Lo mejor sería que ella descansase un poco, en algún momento sus heridas sanaran–La chica miro a Ryohei con cariño.

–Lo siento... Debe de ser frustrante que siendo un estudiante de... Medicina, no puedas salvarme–El chico se sorprendió.

–Vas a estar bien–Aseguraron Sawada y Sasagawa.

La chica sonrió, ellos dos debían de haberse dado cuanta de que la herida no sanaría, la espada de aquel mastodonte tarado había estado bañada con algún tipo de sustancia que inhabilitaba el poder de cualquier llama, en serio quería comprobar si su experimento había funcionado.

–Tsuna-sama... Tengo dos favores que pedirle–Murmuró la pálida chica, el castaño la miro con cariño.

–¿Qué quieres que haga por ti?–Preguntó casi con la esperanza de que la chica le diera el permiso de matarlos a todos.

–Primero que nada... Quiero que cuide de mi hermana y de... Marco–La chica se retorció por el dolor.

–Eso puedes hacerlo tu misma, te prometo que estarás bien–Aseguró desesperado, no estaba listo para perder a su confidente.

–Sí, como diga... Lo segundo que quiero... Es que te conviertas en un buen jefe... Quiero que las demás mafias no sólo respeten Vongola... Por su historia, quiero que te respeten a ti... Por el buen jefe que seras–La chica trataba de no llorar, su vista se había vuelto borrosa y las llamas de sol ya no calmaban el dolor de su pecho.

–Eso sera muy fácil, y tu estarás conmigo cuando eso pase–El castaño miro preocupado como la chica empezaba a toser sangre.

La chica con sus últimas fuerzas recorrió el jardín con la vista, al parecer Iemitsu y Reborn se habían encargado de Roderich Friendmann, vaya que la mafia rusa era débil y había dado problemas, Skull había hecho de una simple pelea un baño de sangre, Verde había sacado de quién sabe donde una máquina extraña que era la que peleaba en su lugar, Lal y Colonello se cuidaban las espaldas, Orégano ayudaba a Luce con algunos tipos que parecían querer destriparlas.

Yamamoto había despedazado a muchos más hombres de los que se esperaría de alguien tan calmado como él, Hibari y Mukuro discutían mientras se encargaban de un grupo de hombres con llamas de niebla que se dirigían a ellos para atacarlos, Fon y Viper se encargaban del grupo más cercano a al lugar donde estaba Tsuna. Por último miro a Tsuna, la chica se arrepintió de causar una expresión tan triste en su adorable rostro, sonrió ligeramente cuando Giotto apareció al lado del castaño.

–Ustedes son... Sin lugar a dudas... Los reyes de una panda de locos–Y con esa última burla la chica se fue de la vida del castaño.
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No se si lo notaron, pero soy muuuy mala escribiendo peleas y todo eso :v

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