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Buscamos una casa donde entremos todos. Donde todos estemos seguros y protegidos.

Los primeros días nadie hablaba con nadie. Todos estaban rencorosos por lo que dejaron atrás.

Solo me hablaba con Angel, Emma, Janos y Azazel. Ellos pensaba que había algo extraño en mi, pero preferí negarlo.
Angel era casi de mi edad y había sufrido mucho por sus poderes, al igual que yo. Era con la que mejor relación tenía. Emma siempre fue siempre como una madre para mi.

Erik tomó el mando del grupo. Nos encargamos de entrenar nuestros poderes para enfrentar a los humanos en un futuro no tan lejano.

Alguien tocó mi puerta cuando estaba leyendo un libro. Cuando fui a abrir, era la persona que menos quería ver en el mundo. Erik.

-¿No vas a entrenar como los demas?

-No lo necesito. -Dije cerrando la puerta, pero su mano lo impidió.

-Demuéstramelo.

Fuimos al sótano, un lugar muy amplio e iluminado.

-Muéstrame de lo que eres capaz. -Dijo colocando un maniquí a unos metros míos.

Con desgano, moví mi mano haciendo que caiga hielo congelado en forma punzante alrededor, hice que caiga agua a la temperatura mas elevada posible caiga en el maniquí, derritiendolo. Y luego congele sus restos. Todo me habia había llevado unos 10 segundos.

-¿Feliz? -Dije pasando a su lado. El estaba sorprendido, boquiabierto.

-No pensé que tu poder llegaba tan lejos. Cuanto odio.

-No te imaginas para quien es.

Sonreí y abandoné el cuarto. Y antes de hacerlo, congele la puerta. Haciendo que Erik se quede encerrado, al menos por un rato. No estaba mal divertirse un rato.
Banshee me vio hacerlo.

-¿Y tu que miras idiota?

-Nada, nada...-Levantó los brazos

Revenge #X-MenAwards Donde viven las historias. Descúbrelo ahora