Por poco y no cuento esta historia, mi secuestrador al soltarme me dió la oportunidad de tomar quizás la bocanada de aire más preciada de toda mi vida. Me sentía extraña pues nunca había experimentado el hecho de que eyaculasen en mi vientre. Eso sin dejar a un lado el dolor inmenso que sentía al tener clavado un cuchillo en mi brazo.
Dominic se encontraba tumbado en el sillón, extasiado de tanto placer. Se le notaba el nivel de satisfacción que sentía al haberme cogido una vez más. Se quedó largo rato contemplándome, yo con el rabillo del ojo podía ver que estaba incluso tocándose de nuevo. ¿Era este hombre insaciable? me pregunté. ¿No era suficiente todo lo que me había hecho?.
Sabía que si él no hacía algo pronto por esa herida, corría el riesgo de desangrarme hasta morir. Pero Dom ya había dejado claro que tenía otros planes, supliqué gentilmente que mitigara mi agonía a lo que él se negó. Hundiéndome en el balde de la desesperanza miré hacia arriba y observando el oscuro techo de la habitación esperé con ansias mi deceso.
Cerré mis ojos y de inmediato pensé en mi madre, no sé cuánto tiempo iba a estar lejos de ella. O si por lo menos volvería a verla, me partía el corazón no tener noticias sobre si vivía o cómo había tomado mi desaparición. Una imagen de Alejo se abrió paso en mi mente, así como un vaivén de las tantas cosas que quería hacer con mi vida. Pero todo eso estaba siendo arrebatado por un psicópata creyéndose dueño de mi cuerpo y existencia.
--Está bien--. Musitó Dominic, aunque no entendía su respuesta.
Permanecí quieta aún cuando escuché sus pasos acercarse a mí. Sentí como extrajo el objeto cortante de mi extremidad, colocó una gasa y dió un gran apretón. Abrí los ojos intempestivamente y me topé con su mirada inexpresiva, no transmitía ningún tipo de emoción. Era sencillamente un ser vacío que no sentía nada, luego se volcó a tomar un bote de alcohol y vertió un poco de el sobre mi herida hasta escuchar mis alaridos. Él sólo sonrió.
Tres puntos de sutura sin anestesia, le agradecí internamente pero seguía mirándolo con desdén. Esto era la punta del iceberg, ver todos esos implementos con los que sé que esperaba torturarme sencillamente me hacían reflexionar en qué tan mala pude haber sido yo como persona para merecer esto.
--Alarguemos más tu agonía--. Susurró dejando la aguja a un lado.
Agarró sus pantalones y sacó una caja de cigarrillos, encendió uno y aspiró de el como si su vida dependiera de ello. Una imagen de sexy bad boy, como si de un comercial se tratase. Aún no comprendía cómo es que podía mantenerme tan callada, otra chica ya estuviese pidiendo ayuda. A no ser que mi mente cayera en cuenta que me tenía aislada en su totalidad.
--Tus pechos siguen siendo encantadores--. Dijo posando una mano sobre ellos mientras los apretaba.
Claro estaba, quería seguir disfrutando de mi sexo. Pero ¿era necesaria la tortura?.
--Quiero escuchar tus gritos--. Vociferó apagando la colilla de cigarro sobre mi pierna derecha.
Se podrán imaginar cuan fuerte grité, ver el nivel de perversión y maldad me hizo pensar que tan mala novia fui en su momento. ¿Realmente sufrió tanto por haberlo dejado?. Por qué tenerme tanto odio.
--Detente, ¡por favor!--. Supliqué llorando a cántaros.
Retiró el cigarro, se acercó a mis senos y comenzó a devorarlos con frenesí. No eran besos o lamidas comunes, mordía mis pezones hasta romperlos. La sangre brotaba de ellos y él simplemente succionaba sin parar. Al Dominic separarse pude observar sus escleróticas totalmente negras, como si las pupilas se dilatasen hasta abarcar toda su cavidad ocular.
Nunca había visto algo parecido, su fuerza podía jurar que no era de este mundo. Lo frío de su piel era como la de un cadáver, quizá estaba alucinando en ese momento pero sabía que algo había cambiado en él y tenía que ver con algo mucho más que sólo psicológico.
--Rojo, negro, rojo, negro--. Repetía Dominic mientras decidía cual electrodo usar.
A minutos de ser electrocutada, porque sí, el tercer acto involucraba quizás una de las peores torturas. Mi corazón aceleró sus latidos de tal manera que comencé a temblar y como no.
--Por lo que más quieras, no lo hagas--. Rogué.
--Decide por donde inicio--. Respondió dispuesto a continuar sin duda alguna.
Negaba repetidamente con la cabeza, ahogada en llanto esperando que ocurriese un milagro. Desgraciadamente no sabría como describir como se siente la corriente recorrer el cuerpo, una parálisis, un ardor. Algo que ni a mi peor enemigo le desearía. Pinza roja en mi vagina, pinza negra en el seno izquierdo y desde allí pasó por diferentes partes. De pronto dejé de gritar y solo pedí que terminara conmigo de una vez.
--Mucho por hoy--. Escuché a Dominic decir, segundos previos antes de perder la conciencia.

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Inmortalidad Maldita I
VampireLe rompí el corazón, ahora él busca venganza. Sentir sus manos cada noche sobre mi cuerpo, contener ese deseo de huir y salvarme de aquel infierno pero el miedo se apoderaba de mi, esto sintetizadamente fue lo que viví quizás durante la peor etapa d...