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--¿Qué le ocurre a Karlotha?--. Preguntó Esther.

--Ella quiere vivir la utopía de poder controlar su sed. Muchas veces intenta reprimir su deseo por la sangre--. Replicó Alejo.

--Yo al principio hacia eso pero luego comprendí que eso me destruía más--. Agregó Nikki.

--¿Qué hiciste al respecto?--.

--Dejé que mi deseo fuese libre, no lo suprimí mas--.

--¿Y entonces?--.

--Comencé a matar a media ciudad, por una temporada me volví un asesino en serie pero sabia cubrir mis huellas--. Dijo Nik tomando un sorbo del Whisky Something Special 18 años.

--¿Y ahora? ¿Sigues descontrolado?--.

--En estos días sí, a veces nuestro deseo por sangre depende también de nuestras emociones aunque tu no lo creas--.

--Y ¿qué emociones influyen en eso?--. Alejo estaba bastante preguntón.

--Por lo general cuando sentimos odio, dolor, ira o tristeza nuestro deseo tiende a volverse muy violento--. Acotó Nikki.

--Y cuando sentimos emociones como alegría, amor ¿cambia?--.

--Sólo tiende a bajar los niveles y de una cierta manera " controlarlo" pero no del todo--. Dijo encogiéndose de hombros.

Toda su conversación podía oírla estando desde afuera, en ese momento había descubierto nuestra segunda habilidad. Mis oídos eran capaces de percibir hasta el sonido que podía emitir una hormiga al arrastrar una hoja. Sí, así de agudo se habían vuelto.

--Si existe alguna manera de controlar nuestro instinto dímelo Nikki--. Ordené irrumpiendo en la sala.

--Katha ¡ya basta!--. Vociferó Ale molesto.

--¡No!--. Mascullé.-- No me rendiré, no sabes como mierdas me siento cada vez que mato a alguien, yo no quería ser vampiresa, ¡no quería!--. Exclamé sentándome a llorar.

--Si tu no querías serlo ¿por qué bebiste sangre?--. Preguntó Nikki sentándose a mi lado.

--Porque mi sed me estaba matando, me encontraba en un océano de emociones--.

--Y cuando mataste a esa persona ¿cómo te sentiste--.

--Nunca la maté--. Repliqué sollozante.

--¿Como? No entiendo--. Dijo Nik.

--Ella fue quien me convirtió--. Completó Alejo.

--¿Tu lo convertiste?--. Inquirió sorprendido.

--Sí--.

--Nunca había escuchado tal cosa, los vampiros neonatos no--.

--No pueden convertir a nadie, lo sé ya me lo han dicho--. Rezongué.

--Esto fue una excepción--. Añadió Ale sin saber que más decir al respecto.

--Quizás los vampiros más viejos pensaron que eso era así y se equivocaron. Tal vez si podamos transformar a la primera persona que mordamos, solo que existe una forma específica de hacerlo--. Musité.

--No, nuestra especie ha existido desde tiempos remotos y nunca se ha registrado que un vampiro haya convertido a alguien siendo recién nacido. Acotó Nikki.

--Realmente yo creo que no tiene mucha importancia de como sobreviví, ahora lo más importante es como sobrellevar esta nueva vida que tenemos. Susurró Alejo.

--Yo pienso que primero deberías enseñarles como protegerse del sol. Una vez que puedan con eso podrán lidiar con la sangre--. Sugirió Esther presenciando nuestro debate.

--¿Se han expuesto al sol alguna vez?--. Preguntó.

--Tuvimos una experiencia cercana a eso--. Repliqué haciendo una mueca de desagrado.

--¿A sí? ¿Qué pasó?--. Inquirió Esther.

--Bueno para resumir el cuento, antes de llegar aquí huíamos de una tribu extraña en las montañas, intentaron atacarnos pero logramos escapar yendo montaña abajo. Para cuando eso sucedió ya el sol se había levantado, como protección nos sumergimos un rato en una laguna cercana. Eso minimizaba el dolor terrible de nuestra piel tostándose--. Traté de explicar lo mas conciso posible.

--Los Dayatlanos--. Susurró Nikki.

--¿Los conoces?--. Pregunté curiosa.

--Digamos que he tenido encuentros cercanos con ellos. Son bastante territoriales por lo que les recomiendo ir con cuidado por allí--. Nos advirtió Nik.

--Menos mal que corrimos con suerte, al comienzo se le veían amigables pero luego eso cambió en un santiamén--. Recalqué.

--Pues claro Karlotha, ellos tienen conocimiento sobre nuestra existencia por eso su reacción--. Explicó Nik.

Pues entonces ya todo cobraba sentido para nosotros, si no hubiésemos logrado escapar no tenia ni la mas remota idea de que nos hubiesen hecho los Dayatlanos. Disfrutaba de establecer una conversación abierta con quien se supone aspirábamos a que fuese el guía en nuestro andar por la tierra. Me daba un aliento de esperanza para colocar reparo a esto.

--En casos donde sus vidas peligren no pueden olvidar las habilidades que poco a poco desarrollamos, son su boleto de salida ante cualquier dificultad--. Acotó Nikki.

--¿Te refieres a la rapidez, leer mentes y eso?--. Inquirió Alejo con cierto tono de incredulidad.

--No se tiene registro que un vampiro tenga la habilidad de leer pensamientos. Es un falso mito que han creado los humanos para hacer más comerciales sus películas y series sobre nosotros--. Dijo Nik poniendo sus ojos en blanco.

--Vale, la única habilidad que he experimentado es la rapidez y bueno mi audición que ha llegado a un nivel que jamás podría pensar. Lo puedo escuchar todo--. Susurré recordando cada palabra que decía, mi cerebro era tan lento para procesar como un celular de 520MB. 

--Con la costumbre podrás adaptar cuando quieras oír y cuando no. Es por ello que aunque estuvieses fuera de la casa podías escuchar lo que hablábamos acá dentro. Y yo por otro lado podía escuchar tus lamentos--. Añadió Nik.

--¿Por qué yo no la pude oír?--. Pregunto Alejo.

--Estabas tan entretenido con lo que yo te decía que tu mente se centraba sólo en mi, olvidaste por un momento tu entorno. Debes aprender a tener control de tus habilidades en todo momento--.

--¿Son solo esas nuestras capacidades sobrenaturales o hay más?--.

-- No, no es nuestra única habilidad, eso depende. Dijo Nikki ofreciéndonos un trago.

--No, no quiero gracias--. Respondí.

--¡Yo si!--. Gracias. Dijo Ale.

--Nik ¿de qué depende?--. Inquirí.

--Depende de quien te haya convertido--.

--No Bromees--. Respondí bufando.

Inmortalidad Maldita IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora