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Me desplomé sobre el colchón, no podía soportar ver el cuerpo de mi madre. Lloraba en silencio, una escena tan atroz cómo esa jamás podría olvidarse. Una muerte fatal para alguien que no la merecía. Sólo pensaba que quién debió morir era yo, aunque aún no era tarde para ello.

Fue hasta entonces cuando de la mesa que estaba cerca tomé una navaja como pude, ví el reflejo de mis ojos sobre el acero pulido. Temblorosa coloqué la hoja filosa sobre mi muñeca izquierda, tomé un poco de aire lleno de valentía y corté mi piel.

--Qué demonios haces?--. Preguntó Dominic quitándome el objeto cortante de mis manos.

--Déjame morir, quiero morir!--. Repliqué dándole un medio empujón.

--Aquí se hace lo que yo diga--. Vociferó lanzando todos los artefactos fuera de mi alcance.

Frustrada sólo gritaba cualquier cantidad de improperios, sentía volverme loca de tanto dolor. La herida en mi piel quedó como un simple rasguño, no fué tan profundo como para cortarme las venas.

De pronto mi visión se tornó borrosa, un zumbido terrible en mis oídos hasta volverse todo negro.

Nunca olvides quien eres... Nunca olvides quien eres...

Desperté exaltada, con esa frase retumbando en mi cabeza. Las últimas palabras de mi madre, ese sentimiento de cuando pierdes a un ser querido florecía nuevamente en mi. Observé mi muñeca, estaba vendada. Di un vistazo a mi alrededor y todo estaba ordenado como si no hubiese sucedido nada. Mis heridas se veían casi curadas, me sentía físicamente más fuerte.

--Volviste a la vida--. Musitó Dominic entrando a la habitación.

--Dónde está el cuerpo de mi madre?--. Inquirí en tono poco amable.

--Le di sepultura, parcela 24 en la terraza K del cementerio--. Respondió sentándose en su sillón.

Algo de consuelo para mí alma, la ubicación de sus restos. Pese a todo lo único positivo que podía pensar era que ya no sentía dolor por el terrible cáncer que estaba padeciendo.

--Qué eres?--. Pregunté con la mirada hacia el piso.

--Lo que viste--. Replicó.

--Vi un monstruo, algo que no existe--.

--Sí existe, ya me viste--. Contestó acercándose a mi.

Mi corazón se aceleraba con cada paso que daba, por mucho que quisiera confrontarlo no tenía la valentía. Me tomó del mentón e hizo que lo viera directamente a sus ojos tan hipnotizantes.

--Soy un ser oscuro que se alimenta de sangre humana, también llamado vampiro--. Susurró.

--Es por eso que eres tan malvado? Tras volverte en esa cosa--. Pregunté con tono de desdén.

--Me volví malo cuando me dejaste, el convertirme en vampiro sólo intensificó mi personalidad--.

--Si te alimentas de humanos, por qué no lo haz hecho conmigo?--.

--Lo he hecho, sólo que no hasta el punto de matarte--. Contestó sacudiendo mi rostro a un lado.

En ese momento recordaba las veces que lamía mi cuerpo cuando veía mi sangre, mis pechos destrozados, todo recobraba sentido.

--Puedo pedirte un favor?--. Inquirí

Dominic se limitó a voltear su cara, viéndome con el rabillo del ojo.

--Hazlo, muérdeme pero no me dejes con vida--.

--Mis planes son otros, y el que mueras ya no está incluido--.

No entendía nada, al secuestrarme dijo que me quería muerta y ahora no. Sin duda alguna Dom no tenía ningún tipo de estabilidad, podía definirse como un ser perverso divagante.

A lo lejos podía escuchar los gritos de una mujer, se me erizó la piel. De pronto entró Dominic cargando a una mujer maniatada. La tiró al suelo y la encadenó a la pared como si de un perro se tratase. La mujer al verme en una situación parecida a la suya, comenzó a llorar desesperadamente. Yo ya no estaba atada con sogas a la cama sino, a una silla.

--Hoy decidí no torturarte, sino disfrutarte--. Dijo Dom con una sonrisa de oreja a oreja.

--Quién es ella?--. Pregunté.

--Es parte del show--. Respondió sacándose la ropa.

A mi entender, quería sexo nuevamente pero lo que no captaba era para que necesitaba a esa chica. Yo estaba desnuda, en ningún momento volví a sentir una tela sobre mi cuerpo. Dominic se acercó a la mujer y comenzó a romper con unas tijeras cada prenda.

--Esto va a gustarte preciosa--. Dijo a la rubia quitando la mordaza de su boca.

--Por favor, no me hagas daño!--. Suplicó.

--Shhh, tranquila bonita. Sólo vamos a divertirnos, luego te dejaré ir--. Contestó posando un brusco beso sobre sus labios.

Una vez la chica totalmente desnuda, Dominic colocó un collar de metal en su cuello unido a unas cadenas que él llevaba en mano. Era obvio el comportamiento que esperaba obtener de ella, el de un perro.

Ella obedeció sin pensarlo, al parecer había creído en las palabras de "liberarla". La puso frente a mi a la altura de mis piernas.

--Qué es lo que quieres?--. Pregunté alzando una ceja.

--Abre tus piernas--. Contestó deseoso de ver la escena que más enciende a un hombre.

Vi el rostro de esa chica, pude percibir miedo reflejado. Sabía que de alguna manera yo era parte de su salvación, así que sin chistar obedecí a la petición. Suspiré hasta que de momento sentí el aliento cálido en mi vagina.

No tenía ni idea de lo podía suceder, jamás había pensado que llegaría a tener sexo lésbico pero no era un gusto mío claro estaba. Una lamida, dos lamidas, se sentía extraño. Bajé la mirada y vi a una mujer deseosa de mi.












Inmortalidad Maldita IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora