¡Maldición!. Pensé.
Sin el extracto de la orquídea negra no podría andar de día eso me atrasaría mucho, tuve que quedarme dentro del hotel evadiendo a Jeremy metiendome en rincones donde se supone que un " huésped" no debería estar. A pesar de que me movía mucho Amelía se quedaba tranquila como si no estuviese pasando nada. Tuve que devolverme a la habitación a pensar como podía escapar sin hacerme daño en eso el foco se me prendió.
Busqué entre mis cosas las piezas de ropa mas cerradas, me cubrí lo más que pude para evitar exponerme y usé el paraguas para poder salir al menos hasta que se ocultara el sol. Ya me encontraba nuevamente en la compuerta de desechos ya lista para partir pero la sensación de hambre y sed nuevamente se avivaba como de costumbre, miré a todos lados y no había nadie todo estaba desolado no quería irme sin comer porque estaría con Amelía y me asustaba que pudiera intentar lastimarla. Para un vampiro el hambre no ve. Pero me arriesgué y me fui caminando suprimiendo mi deseo, mientras caminaba fui pensando que ajuro debía volver a la montaña donde estaba la cueva de las orquídeas para poder arrancar algunas y cultivarlas para no tener que depender mas de ese lugar; no quería regresar porque me traía recuerdos donde Jeremy estaba, recuerdos donde él y yo éramos felices.
Tardé un par de horas en llegar a la montaña porque no podía correr con la bebé en un brazo y con el paraguas en otro, puse mis sentidos a funcionar a toda máquina no oía nada sólo el agua correr en un pequeño río, no olía nada sólo el exquisito aroma del suelo cuando está húmedo pues había llovido, no veía nada sólo árboles y más árboles. Bajé a la cueva tomé todas las orquídeas que habían y las guardé en mi bolso, subí y mi nariz enseguida detectó una presencia vampírica en el sitio. Miré a todos lados pero no veía a nadie hasta que de un costado de una colina apareció a quien menos creía que era.
- Dominic. Dije sorprendida.
- Hola de nuevo querida Shanodee. Dijo viéndome de arriba a bajo.
- ¿Qué no te cansas de perseguirme?. Pregunté obstinada.
- Yo no te persigo mi vida, tu mas bien ¡vienes a mi!.
- Eres un estúpido. Dije dándome la vuelta para irme.
- No tan rápido. Dijo Dom interrumpiendo mi camino.
- ¡Quitate!. Amenacé.
- Vamos Shan.. No seas así quiero hablar contigo aprovechando que tu marido Jeremy no está. Dijo en tono de extrañeza.
- Yo no tengo nada que hablar contigo, ¿no terminas de comprender que yo te odio y que siempre te odiaré?. Dije alzando la voz.
Hablar con él sería una locura pero quería despejar un poco mi mente, me mencionó a Jeremy y me descompuse.
- ¿A ver de qué quieres hablar?. Pregunté en un resoplido.
- Ven vamos a sentarnos. Dijo ofreciéndome un lugar donde había unos troncos caídos.
- Sólo será un momento. Musité un poco nerviosa.
Nos sentamos y antes de comenzar nuestra conversación le di de comer a Amelía. Dom se me quedaba viendo hipnotizado.
- ¿Qué tanto miras?. Pregunté furiosa.
- Es que tienes unos pechos. Contestó relamiéndose los labios.
- ¡Que asco!. Dije levantándome.
- No no espera. Dijo tomandome de la mano.
- ¿Qué es lo que realmente quieres Dominic?.
- ¿Puedo cargarla?. Preguntó extendiendo sus brazos.
- ¡No!. Dije cubriéndola.
- Sólo quiero sentirla. Susurró.
- ¿Para que? ¿Para que la lastimes? No gracias es mi hija. Dije tomando mis cosas.
- ¡Y también mía!. Replicó.
Mierda tenia razón, no me quedó de otra.
- Sólo un rato. Dije entregándosela.
- ¿Cómo se llama?.
- Amelía. Dije viendo como él acariciaba a la niña.
- Mi pequeña Amelía. Susurró dejando ver su parte menos agresiva.
Yo sólo observaba como aquel hombre tan cruel y desalmado que había sido conmigo capaz de joderme la vida como peor pudiera, estaba embobado con su propia creación.
- ¿Por qué me pediste que habláramos Dominic?. Pregunté sacándolo de sus pensamientos.
- Sólo quería conocer en persona a mi hija.
- Bueno ya es hora de irnos. Dije quitándosela de sus brazos.
- ¡No te vayas!. Exclamó en tono de puchero.
-¿Que?. Me sorprendí ante su suplica.
- No te la lleves, por favor.
- ¿Por qué no? No quiero que estés cerca de ella. Dije arrugando el ceño.
- Pero.. Ella es mi hija, ¡es mi sangre!. Exclamó.
- ¿Recuerdas cómo la creaste? ¿Fuiste amoroso cuando decidiste acabar dentro de mi?. Pregunté seca.
- No.. Dijo con cabeza baja.
- No te quiero cerca de ella Dominic, ¿está claro?. Advertí.
- Si no la dejas por las buenas pues lo harás por las malas. Dijo sacando una jeringa con un líquido parecido a la belladona.
- No.. ¿Qué estás haciendo?. Pregunté asustada.
- Deja a la niña en la cueva arropada y resolvamos esto como vampiros.
- ¿Quieres pelear?. Pregunté confundida.
- Sí, si a ambos nos importa mucho Amelía daremos todo lo que tenemos por defenderla.
- ¿Cuál es la recompensa?. Pregunté.
- Quien gane se quedará con la niña.
- ¿Y quien pierda?.
- La abandonará para siempre eso significa jamás volverla a ver, el que pierda tendrá que olvidar que tiene una hija. Dijo sonriente.
- Estás loco, no voy a pelear contigo y mucho menos para disputar a ver quien se queda con la bebé. Contesté molesta.
- Si no lo haces bien sabes que así como la puedo amar también la puedo matar.. O también puedo clavarte ésta inyectadora dejarte inconsciente, llevarmela y tu quedarás sabiendo que por cobardía perdiste a tu hija.
Él tenia razón porque si yo me acobardaba para él seria más fácil dejarme inconsciente pero para mi seria mi perdición saber que por miedo perdí a mi preciosa. Yo era muy débil para defenderme de un vampiro enfermo como Dominic pero lo daría todo por ella. Ese día demostraría todo lo que había aprendido durante mi entrenamiento con Nikki.

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Inmortalidad Maldita I
VampireLe rompí el corazón, ahora él busca venganza. Sentir sus manos cada noche sobre mi cuerpo, contener ese deseo de huir y salvarme de aquel infierno pero el miedo se apoderaba de mi, esto sintetizadamente fue lo que viví quizás durante la peor etapa d...