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Cuando le dije eso a Jeremy él se quedo quedó en un estado de petrificación increíble, no reaccionaba a nada.

- Nikki ve por mis cosas en la cueva y trae a la niña. Pedí seriamente.

- Está bien ya vuelvo. Respondió entrando en la cueva.

-  ¿Y por qué no voy yo?. Preguntó Dominic irritado.

- Porque te dije que no te quiero cerca de mi hija. Dije inyectándole inesperadamente la belladona en el cuello.

Dominic se me quedó viendo con cara de "¿por qué me traicionaste?" mientras lentamente caía al suelo y se quedaba inconsciente. Voltie a ver a Jeremy quien tenía una medio sonrisa al ver a Dom en ese estado. Tomé mis cosas y cargué a Amelía, nuevamente retomaría mi nuevo camino.

- ¡Espera!.

- ¿Que?. Dije sin voltear la cara.

- ¿A dónde van?. Preguntó.

- Al lugar mas alejado que encuentre. Respondí desapareciendo entre el matorral.

- ¡No espera no te vayas!. Pidió rompiendo en llanto.

- Si la amas dejala ir dale tiempo a que ella misma supere todo esto. Dijo Nik

Aquella fue la última noche que vi a Jeremy, me volví temporalmente una vampiresa nómada siempre viajaba a muchas partes del mundo; aprendí mas de cinco idiomas con los cuales siempre me defendía dependiendo de donde estuviera. Pasaron más de cuatro años, ya Amelía era una niña que hablaba claramente, caminaba, corría, saltaba estaba comenzando a vivir su infancia. Ella en muchas oportunidades me había preguntado por su padre pero yo al no saber como responderle evadía el tema y trataba de hacerla olvidar aunque sabia que llegaría un día donde no podría ocultárselo mas y tendría que decirle la verdad.

Ya estaba cansada de huir y andar sin un norte especifico así que llegué a una bella ciudad llamada Rotterdam al oeste de Holanda donde me establecí busqué un trabajo de tiempo completo, alquilé un apartamento hermoso perfecto para Amelía y para mi. El trabajo era de secretaria políglota en una muy reconocida empresa transnacional holandesa, el cual dicho empleo era muy bien remunerado y bueno con lo que ganaba podía pagar el alquiler, los servicios, la colegiatura de mi hija y cualquier otra cosa que pudiéramos requerir. El único problema era que en esta ciudad si creían en los vampiros por ende tenían muchos policías cazadores que siempre vivían tras los chupa sangre así que yo debía tener mucho cuidado para no ser descubierta.

Para alimentarme era un dolor de cabeza ya que en los bosques habían policías y todo siempre estaba custodiado así que muchas veces debía tomar una alternativa que no me apetecía mucho desde mi embarazo como lo era beber sangre de animales. Por lo general irrumpía a las dos de la mañana en las granjas de pueblos cercanos para poder beber la sangre de vacas y caballos.

Muchas veces me cruzaba con otros vampiros que al igual que yo querían pasar por desapercibidos, había vampiros que tenían cientos de años, otros que estaba superando su fase de media sangre y otros pues que simplemente encontraron a los animales como única fuente de alimento.

Al salir de la oficina mi rutina diaria era ir por Amelía al colegio luego la llevaba a casa le preparaba su comida mientras ella se bañaba, después de comer la ayudaba con las tareas y al finalizar salíamos al parque que quedaba a unas cuadras a jugar o comer helado, siempre fingí para que ella tuviera una vida lo mas normal posible sin dolor ni vampiros ni nada de lo yo había vivido. Y bueno por muchos años fue la misma rutina con ciertos cambios, lo mejor de todo era ver como mi hermosa nena crecía poco a poco y estar ahí para ella todo el tiempo era mi mayor felicidad.

Inmortalidad Maldita IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora