No entendía casi nada, todo estaba un poco borroso a mi alrededor y sólo podía escuchar un silencio aterrador mezclado con el fuerte latido de mi corazón. Caminaba rápido con los ojos bien abiertos, agarrando con la mano derecha la correa de mi bolso, estaba buscando a mi padre.
-Vamos hija, vámonos ya. Todo va a estar bien. – Dijo cuándo al verlo corrí para refugiarme en sus brazos.
Yo no dije nada, simplemente camine abrazada a él hacia el auto. Era de madrugada en Miami, volé desde Boston en el primer vuelo.
...
Volvía a casa después de pasar tiempo de amigas con Steph y Sammy, iba cantando una canción de Selena Gomez. Al entrar a mi departamento, mi celular empezó a sonar. Era mi papá llamando.
-Mike Juaregui, que honor! – Bromee – A que se debe esta llamada?
-Hija. – Su tono de voz no era el mismo de siempre. – Hija mía, necesitamos que vengas. Por favor.
-Qué pasó papá? Está todo bien?
-No, Lauren. Por favor tomate el primer vuelo que venga a Miami. Taylor tuvo un fuerte accidente en auto. Por favor Lauren, te necesitamos acá. – Dijo con la voz hecha un hilo.
Sentí mi corazón hacerse pequeño, casi tan pequeño que no podía sentirlo latir. Un sudor frío apareció por todo mi cuerpo. Mis piernas se debilitaron y tuve que sentarme.
-Papá, tranquilo. Todo va a estar bien. Estoy haciendo el bolso. Voy a llamarte cuando este arriba del avión. Te amo. Los amo. – Dije y corté la llamada. Sin más.
Corrí a mi habitación y de una sola acción agarré pantalones, remeras, ropa interior y alguna que campera. No estaba interesada en cuanta ropa iba a usar o si era deportiva o no. Mi hermana había tenido un accidente. Mierda.
...
Miraba fijo a mi papá. Tenía la cara más pálida de lo normal, y sus ojos estaban rojos e hinchados, parece que había llorado muchísimo. Al entrar al hospital encontré en la habitación a mi mamá, que estaba casi igual que mi papá, pero ella no trataba de ser fuerte, estaba desmoronada en el sillón al lado de la cama de mi hermana. Chris, sólo estaba parado junto a la ventana, tocando con los dedos su labio interior. Esa costumbre la había adoptado cuando era sólo un niñito y le daba vergüenza hacerse amigos en sus primeros entrenamientos de vóley.
Y mi hermana estaba acostada, su piel era pálida, sus labios habían perdido el color. Sus mejillas ya no estaban rosas como solían estarlas. Tenía cortes por todo el cuerpo, en la ceja tenía un par de puntos, en su brazo tenía una férula. Al parecer no podía respirar bien ya que en su nariz tenía la goma que parecía incomoda, conectada a un tubo. Ella parecía dormida, relajada.
Me quede parada en la puerta, observando todo como si fuera una escena de película. Mi mamá al verme soltó la mano libre de Taylor y se abalanzó a mí para abrazarme y sollozar en mi cuello. Yo solamente la abracé fuerte. Tratando de darle un poco de fuerzas. Luego me acerqué a Chris, le di un fuerte abrazo y al separarme vi sus ojos llorosos.
Pasaron aproximadamente dos horas y nadie dijo nada. Chris se levantó del sillón donde estaba sentado y me miró, me hizo una seña con la cabeza.
-Acompañame a comprar un café. – Dijo y lo seguí.
Al llegar a la cafetería, pedimos un café y yo una botella de agua. Nos sentamos en una mesa junto a la ventana, podía ver como el sol salía de a poco y el cielo tenía un lindo color naranja.
-Habíamos ido a la casa del abuelo, a cenar. – Comenzó a hablar mi hermano mirando sus manos. – Luego ella iba a ir a una fiesta, fuera de la ciudad. Me ofrecí a llevarla pero ella dijo que no, que necesitaba hacer esto sola. Ya sabes cuando empiezas a estar en los últimos años de secundaria y salis a fiestas, te emborrachas un poco, das un par de beso a extraños, te sentís cool, volves a casa y todo normal. Yo acepté y sonreí, de antemano le había dicho que vaya en mi auto pero que no tome alcohol. Sabía que no iba a hacerme caso per todas formas se lo di. Mierda. Soy tan imbécil. – Las lagrimas estaban amenazando a salir de sus ojos. – Ella se fue y nosotros nos fuimos a casa. Tranquilos. A las horas nos llama la policía diciéndonos que Taylor había tenido un accidente de auto. Ella iba manejando sola, por suerte o por desgracia, no lastimó a nadie más que a ella, pero tampoco nadie que la parara en ese momento.