Capitulo 30.

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Luego de dos semanas de la operación, me encontraba en las gradas de la cancha de sofball de la universidad. Mi equipo estaba a punto de jugar el segundo juego de la gran final, si ganan este, se consagrarían campeonas ya que ganaron el primer partido de visitantes. El entrenador había hecho todo para alargar las fechas para que yo esté en el equipo, pero dadas las condiciones de mi rodilla recién operada, tendría que esperar unos seis meses. La universidad de Michigan es un equipo fuerte, con jugadoras de mucha experiencia y demasiado competitivas, no muy lejos de nosotras, que al ser de todas las edades se nos caracterizaba por la competencia, lo llevábamos en la sangre, era ganar o volver a casa. Y a nosotras no nos gustaba estar en casa.

Hacía mucho frío en en lugar, es por eso que llevaba mi campera de abrigo de pluma, un gorro negro con pompón y en las piernas tenía una manta que Camila me había obligado a traer. Ella estaba a mi lado, tomándome de la mano. Tenía puesto una campera color mostaza, una bufanda blanca de algodón y sus mejillas estaban rosas por el frío.

El partido había comenzado y la mano de Camila apretó la mía. Me miró fijo y sonrió, le devolví la sonrisa.

-Te quiero, Lo. – Susurró en mi oído.

La primer semana luego de salir de la cirugía fueron un completo asco. Me pusieron anestesia general, es por eso que las primeras horas estaba algo fuera de mi. Pero las consecuencias fueron peores que eso, no podía comer nada, sólo tomaba agua y tomaba mis calmates. Vomitaba todo el tiempo, me sentía mareada y más de una vez me desmayé queriendo llegar al baño. Mi pierna estaba toda vendada y no podía estirarla, estaba fija en un punto. Y dolía demasiado.

Los primeros dos días la morena tuvo que lidiar conmigo y no fue nada fácil ya que yo era un peso muerto y ella es muy flaquita y con poca fuerza. La primera vez que me vio desmayada en el pasillo se largó a llorar y yo, con la vista nublada quería calmarla. Fue muy gracioso pero en el momento fue un asco.

Luego mi chica llamó a mis dos amigas para que estén por las dudas cerca de mí, ellas tienen más fuerza que Camila entonces no era problema si yo aparecía tirada en cualquier lugar de la casa porque me cargaban y me volvían a la cama.

Después de saber como manejar la situación, alquilamos una silla de ruedas porque ir a los saltos por toda la casa para no apoyar mi pierna operada no era una buena idea. Entonces nos pasábamos 24/7 acostadas en la cama, mirando alguna que otra película o serie. A veces ella me leía sus libros favoritos y nos acordábamos de nuestros años en New York.

Y yo lloraba. Lloraba mucho para ser sincera, porque me dolía, porque me sentía incapaz de todo, porque no podía comer las comidas que Camila hacía para mi, también porque no podíamos tener sexo, porque me sentía mareada todo el tiempo, y también lloraba porque detesto desmayarme. Parecía una embarazada sensible. ¿Pero saben que fue lo peor? Que Camila lloraba a la par mío y ninguna de las dos podía tranquilizar a la otra.

Hace dos días mi padre viajó de Miami hasta Boston para darle una mano a la latina, ahora estábamos un poco más relajadas. Él no pudo venir al partido porque estaba un poco cansado y todos sabemos que los partidos suelen durar mucho tiempo.

Hablando del partido... sólo faltaba una corrida para ganar. Carli iba a batear, ella tiene brazos fuertes y una gran habilidad para con el bate, y de última corredora estaba Stephanie, quien es sumamente rápida y ágil. Confiaba en esto, pero mis nervios estaban de punta.

-Vamos Steph, vamos Steph, corre como si te quisieran patear el trasero. Corre como si Kristie te esperara en la cama con un café en sus manos. – Susurraba yo. Camila al escuchar lo último me miró y empezó a reír como idiota.

Carli bateo, no demasiado fuerte pero tampoco se la hizo fácil a la defensa. La pelota pasaba de mano en mano de las jugadoras de Michigan, Stephanie corría como si su vida dependiera de ello y justo antes de que la pelota llegara hacia ella, se tiró al piso con la pierna estirada para tocar la base.

MCDH: Cambios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora