Capitulo 23

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Dos semanas y medias habían pasado desde que internaron a mi hermana. No había vuelto a Boston porque no podía despegarme de la cama de Taylor en esa habitación fría. Pero al conversarlo con el entrenador y el director de la Universidad entendieron muy bien y me dijeron que me tomara el tiempo que necesite. Recibi mucho apoyo por parte de mis compañeras de equipo y tengo llamadas diarias de Sam, Steph y Lucy.

La rutina de ahora es más o menos así: estar aproximadamente 16 horas sentada en el sillón al lado de la cama de Taylor, leerle libros, contarle chismes sobre famosos, poner desde mi celular sus canciones favoritas, contarle como está el día y todas esas cosas simples. Las demás horas es estar acostada en casa recuperando sueño o dándome largas duchas donde podía llorar tranquila.

Y en esa rutina también está Camila. Ella ha sido un gran apoyo para mi. Me sentía cómoda a su lado.

-Estás dormida, Lolo? - Preguntó la morena, asomándose por la puerta de mi habitación. Estaba toda la sala oscura y no podía verse nada, excepto la luz que entraba de la puerta.

-Sí, pasa. - Dije sin más, ella sonrió y a pasos cuidadosos se sentó en la punta de mi cama. - Gracias por venir.

-No hay problema, es viernes a la noche y no tenía nada de planes. - Rio tiernamente y tocó la punta de mis pies, que estaban cubiertos por la manta. - Traje mi computadora, pensé que podríamos ver Glee. Recuerdo que te gustaba mucho.

-Sí, por favor. Hagamos algo, necesito tener la mente en otro lado por un segundo. - Me senté en la cama, prendiendo la luz de la mesita de noche. - Podes acostarte a mi lado, Camz. No muerdo.

Se sentó a mi lado, poniendo la computadora en su regazo. Se quedó mirándome.

-Qué pasa? - Pregunte extrañada, devolviendo la mirada frunciendo el ceño. - Ah, necesitas que traiga comida?

-No, no es eso, Lern. Hablemos. Hablemos de lo que sentís. Puedo ver en tu cara que estas un poco destruida y lo entiendo. Estoy acá. Pero si no necesitas hablar. Entonces miremos la serie sin ningún problema.

Me quedé pensantiva unos segundos. Mirando a la nada y mordiéndome el labio.

-Bien. Me siento mal, mi hermana esta más muerta que viva. No puedo hacer nada más que tener fe. Pero de a poco todo se desmorona. En este momento a ella le están haciendo una operación de cráneo para sacarle un coagulo de sangre del cerebro. Sus últimos estudios no dieron bien. No va ni para adelante ni para atrás. - Mi voz empezó a temblar al igual que mis manos. - Mis padres ya casi no hablan entre ellos, ni a nosotros.

Ella escuchaba atentamente y cuando terminé ella tomó mi mano con la suya. Estaba calentita. Me miro dándome seguridad y sonrió débil.

-Sos muy fuerte, Laur. Taylor va a estar bien. Dale tiempo. Es una luchadora.

Miramos Glee, unos cuatro capítulos seguidos hasta que nuestros ojos empezaron a doler. Ella cerró su computadora y la puso en el suelo. Miré la hora y eran las 4:20 de la madrugada.

-No te vayas Camila. Afuera llueve y es muy tarde. Y no tenes coche. - Dije, sin más. Ella asintió. Nos quedamos unos minutos en silencio pero volví a hablar. - Gracias.

-No hay de que, bobita. - Interrumpió y yo negué.

-No, en serio. Viniste hasta Miami por nosotros. Por mi familia que no tendría que ni preocuparte. Dejaste tus cosas en New York dos semanas para estar acá. Dándonos tu apoyo. Estás conmigo la mitad del día y te vas sonriendo y volves al maldito hospital a las 7 de la mañana con una sonrisa. Quiero darte las gracias, es especial para mi lo que haces.

MCDH: Cambios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora