De un momento al otro nuestra ropa había desaparecido, sólo nos quedaba la ropa interior. Fuimos caminando hacia su habitación mientras nos besábamos. La música de fondo seguía sonando pero yo solo podía escuchar mi corazón latiendo como loco.
Ella me sentó en su cama con un movimiento brusco y se quedó parada frente a mi, mirándome fijo. Yo aproveche a mirarla de arriba a abajo. Su cuerpo no había cambiado demasiado. Solamente estaba más flaca, sus costillas estaban apenas visibles, pero visibles al fin. Y tenía un tatuaje, justo en su costado izquierdo, a la altura de sus costillas. Era un 27. En números romanos.
-Mierda. - Fue lo único que dije al ver su tatuaje, mientras lo trazaba con los dedos.
-Lo sé, me lo hice meses después que te fuiste. Iba a mostrártelo, pero los problemas empezaron a venir y nunca tuve la oportunidad de que lo veas. - Comentó sentándose en mi regazo.
-Es una coincidencia bastante rara. - Le mostré mi ante brazo, donde también tenía tatuado un 27 en números romanos.
-Lo sé, lo pude notar. - Hizo una risita bastante linda, que hizo que mi corazón saltara.
El 27 no sólo era mi número de camiseta en Boston, ni tampoco mi número de la suerte. Es el número de la fecha que conocí a Camila. El día que entre en esa habitación. También el día que le pedí que sea mi novia en aquel viaje. Me ponía contenta saber que no sólo tenía un significado importante para mi sola.
Ella me volvió a besar con más ternura que la primera vez en el living. Mis manos en sus costados fueron subiendo lentamente hasta su corpiño. Se lo saqué y luego ella me sacó el mío.
La agarre de los muslos y la acosté en la cama. Mis labios no podían dejar de besar los suyos. De a poco, y con algo de vergüenza, empece a acariciar sus pechos. Mierda, había extrañado todo esto.
-Extrañaba tu toque Laur. - Admitió mientras se alejaba de mi boca y cerraba sus ojos.
Dejé besos mojados en su cuello, luego en sus clavículas hasta llegar a su pecho. Di un pequeño beso en la separación de sus pechos y rápidamente me dirigi hacia uno, el cual chupe y mordí, me dirigí al otro y al sentir la respiración agitada de Camila continue con más pasión. Mi mano derecha recorrió con las uñas todo su abdomen hasta llegar a su ropa interior, no se la quería sacar aún. Mire a Camila, pero seguía con los ojos cerrados mordiendo sus labios, metí mi mano en su sexo y un dedo iba de arriba hacia abajo,
-Vamos Lauren no me hagas esto. - Gritó.
Metí un dedo en ella al mismo tiempo que chupaba el otro pecho. Camila no paraba de respirar agitado y cada tanto soltaba gemidos. Amaba verla así. Con un par de cabellos en su cara, su pecho levantado por la respiración, sus ojos cerrados con fuerza y sus dientes mordiendo su labio inferior.
-Te extrañaba, Camz. Dije y bese sus labios, mientras mi dedo seguía dentro de ella, moviéndose en círculos, cada vez más bruscamente.
-Te amo Lauren. Pero te odio. Por haberme dejado. - Puso sus manos en mi rostro y me miro. - Pero en este momento, a la mierda Boston, a la mierda JJ y a la mierda el ratón que tenes de novia.
Estaba por llegar, podía notarlo en la forma en como mi dedo iba quedando más apretado. Aproveche y además de sacar y meter mi dedo índice, mi pulgar hacía círculos en su clítoris.
Al instante ella empezó a vibrar en mis brazos. Ella llegó y gritó mi nombre. Sus uñas clavadas en mi espalda, pero luego me abrazó y yo lentamente salí de ella.
Quiso tocarme a mi también, pero yo no la dejé. Ella estaba demasiado exhausta. Me acomodé en la cama y ella puso su cabeza en mi pecho, su mano izquierda tocando mi abdomen. Yo la abrazaba y acariciaba su brazo. Amaba estar así y poder oler su shampoo otra vez, no lo había cambiado.
-Ojalá las cosas hubieran sido diferentes. - Susurró. - Aunque me gusta tu cuerpo así de trabajado, te han salido buenos abdominales, daddy Lauren.
-Camila ! No me llames así. - Me quejé.
-En verdad, me gusta, demasiado. Tus brazos marcados también. Me pone tu nuevo cuerpo. Ya no sos más Lauren la adolescente. No te alcanzaba solamente con tus ojos verdes y tu mirada seductora? Solamente con tu culo gordo o con tu voz rasposa? - Rió. - Debes estar comiendo bastante bien en Boston.
-Si te referis a la comida, sí. A veces la comida es aburrida pero siempre como más de un plato en todo. Y una vez por mes me dejan comer galletas con nutella, como hacíamos hace años.
-Hablo de chicas, o chicos...
-Ah, eso no. Para nada. Steph no es mi novia, ya te lo dije.
Ella suspiró y se acomodó mejor en mi pecho. Poco a poco nos quedamos dormidas.
