Maratón (2/3)
Una vez que cenamos carne feteada, con un lindo circo de flamas azules y demás, la música empezó a sonar. El DJ era bastante bueno, pero yo no sentía que podía bailar en ese momento. Mis ojos no podían separarse de Camila, que estaba hablando muy entretenida con los padres de Ally. Estaba hermosa, realmente hermosa. Ya no era una adolescente, su figura ya estaba bien definida, al igual que su rostro. Llevaba el cabello un poco más claro pero no demasiado y un make up bastante delicado. ¿Qué podía decir? Estos cinco años no sirvieron de nada, yo seguía enamorada de esa mujer.
Ally se acercó a mi, frotando mi brazo con una sonrisa cálida.
"Lo siento mucho, Lo. No sabía como decírtelo. Las quería a ambas en mi boda y no quería que por culpa de Camila no te presentaras." Me dijo, justificándose.
"Ally, ya estamos grandes y maduras. ¿No crees? Podrías habérmelo dicho."
"Lo sé, lo siento mucho. ¿Puedes perdonarme?" Me hizo puchero.
"Claro que sí, enana. Solamente porque es tu boda y porque te ves hermosa." La abracé y ella me rodeo con sus bracitos.
Se fue a bailar con Troy, todos parecían estar pasando un buen momento. Vi pasar a un muchacho con smoking, que en su bandeja tenía copas con alcohol, tomé una y sin pensarlo dos veces tragué todo el contenido, sin importar si era agua, soda o champaña.
Me digirí hacia el pequeño bar y pedí un vodka con naranja.
"Parece que tus gustos no han cambiado ni un poco, Jauregui." Sentí una voz familiar detrás de mi.
Me doy vuelta y ahí estaba, queriendo ser simpática. Con amargura levante mis cejas y trate de hacer una sonrisa, pero seguramente salió bastante débil.
"Te sorprenderías al saber que nada ha cambiado en mi." Le dije, con más de un sentido.
Ella pidió algo en el bar y yo aproveché para escapar, pero cuando hice un par de pasos ellas corrió hasta donde estaba y caminó a mi lado.
"¿Cómo has estado?" Preguntó.
"Bien. Gracias."
Seguí caminando, queriendo con todas mis fuerzas que mis palabras cortantes como un cuchillo le hayan llegado y se de cuenta que no necesitaba su compañía. Aunque la quería desesperadamente.
"No me vas a hacer las cosas fáciles, ¿Verdad?" Preguntó, unos pasos atrás mío.
"¿Tú me has hecho las cosas fáciles durante estos cinco años?" Le dije y al ver su reacción, supe que le había dado en el blanco. "No. ¿Por qué debería de hacértelo fácil yo?".
Caminé hacia afuera de la carpa, donde la música ya se escuchaba más embotellada y la brisa fría de la noche chocó contra mi piel desnuda de los hombros.
"Lo siento, ¿Sí? Sólo quiero conversar contigo, saber como estás." Me volvió a perseguir y yo rodee mis ojos.
"Oye, han pasado cinco malditos años. Si hubieses querido saber cómo mierda estaba podrías haber llamado, podrías haber contestado todos mis putos mensajes. Podrías haber tenido un poco de amor por mi y por lo que fuimos y al menos decirme que te habías ido de New York. Y estoy muy bien Camila. Gracias por preguntar." Me tome todo mi vaso de vodka y me senté en un banco.
La luna nos iluminaba.
"Entiendo todo lo que dices y tienes razón en todo Lauren. Lo siento."
Yo no contesté, pero mis paredes estaban queriendo romperse. Ella se sentó a mi lado y pude notar su perfume. No lo había cambiado.