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Alexa se encontraba sentada en su puesto escribiendo garabatos en su libreta, y mordiendo la punta de su lápiz a ratos. Había llegado temprano a su primera clase de Análisis del discurso, y se hubiese felicitado si de verdad le gustara estar en soledad. Pero no, ella odiaba el silencio porque era cuando más se adentraba en sus cavilaciones.

La joven, levantó la vista al oír a alguien arreglándose la garganta. Cuando lo hizo, ya habían llegado un par de estudiantes más, y junto a ella estaba sentado uno de sus colegas. Se había sobresaltado un poco, y al ver al hombre de cabello castaño junto a ella no ayudaba mucho. Aliviada de que no fuese el profesor, le sonrió y lo saludó con amabilidad. Era una característica que había heredado de su madre.

Quien se sentó a su lado, era Josh de veinticuatro años, era profesor de bellas artes que había decidido tomar una maestría en literatura inglesa al igual que Alexa quien era licenciada en historia. Alexa se sintió interesada en la conversación, y una sensación de  sosiego la invadió estando con él. Y fue entonces, que agradeció de todo corazón la compañía de Josh, era amable y divertido y la distraía de todos sus pensamientos. No sabía que hubiera hecho tantos minutos, sola, hundida en aquel asiento frio, esperando por el profesor.

La clase comenzó cinco minutos más tarde. Alexa miró al director de su tesis, un poco ojeroso y agitado. ¿Era su primer día y ya llegaba atrasado? Debe ser un chiste.

La muchacha se sorprendió por lo joven que era, pensó que con ese nombre y apellido sería un doctor con años de experiencia y unos veinte años mayor que ella. Supo en ese entonces, que no le agradaría y estaba en toda la razón.  A simple vista se podía decir que era altanero, frío, cerebral y un sabelotodo. Y es que para Alexa ser sabelotodo era algo que le atraía en un hombre, pero no le gustaba cuando  lo usaban en su contra. Pensó también en cómo podría cambiar de director de proyecto, iría a secretaría y pediría el cambio a la otra sección con el profesor Javier o tal vez iría a hablar con el encargado de la maestría. Haría algo para no estar encerrada tres horas con este profesor. Por un momento, luego de una pequeña presentación del curso y de los objetivos del curso,  todos comenzaron a platicar e intercambiar conocimientos, entonces Alexa aprovechó la oportunidad de hablar con Josh, su compañero de puesto, y se distrajo de la mirada fulminante de su profesor. Ella era consciente de que era la única quien no había hablado en su clase y quien no estaba tomando apuntes.

Durante el pequeño receso de diez minutos, tomó sus cosas lista para dirigirse al baño de mujeres y a comprar una barrita de cereales.

—Señorita Le Brun—los ojos de Alexa se abrieron asustadizos al oír su nombre pronunciado con un acento inglés.  Se detuvo y su mirada se encontró por primera vez con la de su profesor. Era un adonis, con un cabello castaño claro, ojos verdes como la pradera, sonrisa seductora y hoyuelos que hacían que se viera mucho más inocente y casto de lo que era. Le sonrió para no asustarla, y para que Josh, quien lo miraba como avestruz,  no se alarmara.

«Es un lobo vestido de oveja» pensó la señorita Le Brun.

Dejando torpemente sus cosas en su pupitre, Alexa o Lexi, como sus cercanos la llamaban, asintió con su cabeza esperando por las palabras de su profesor.

—Sí, profesor Styles.

—Desearía que se presentara en mi oficina al término de la clase.

Alexa volvió a asentir de forma sumisa, apartando muy rápido la vista de sus ojos verdes jade. Sabía que se encontraría con él al inscribir este curso, había escuchado maravillas de él, pero ahora que lo tenía frente a ella, sabía que no era para ella.

Al finalizar la clase, Josh, la esperaba apoyado en el marco de la puerta. Era alto, musculoso, con una sonrisa de ensueño, educado y un caballero. Todo lo contrario al profesor. Pensó Alexa.

Vidas Cruzadas (H.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora