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El profesor Styles llegó a ducharse a casa. Se desnudó por completo y se situó bajo el chorro de agua tibia. Sus pensamientos más profundos lo atormentaban pero el recuerdo no tan lejano de la señorita Le Brun en su escritorio ahuyentaban aquellos miedos que surgían al estar en aquella casa.

Suspiró y salió de la ducha. Envolvió sus caderas con una toalla blanca limpia y pasó una mano sobre su cabello húmedo. Miró los rasguños del día viernes por la noche y la marca purpura que estaba en la cavidad de su cuello, justo debajo de su oreja. Alexa sabía perfectamente su punto débil.

Colocó unos pantalones de mezclilla rectos y una camisa blanca con un patrón de rayas verticales color rosa, dejando los primeros botones libres.  Sacó un sombrero y se lo colocó junto a sus anillos y su cadena de plata con un dije de cruz.

Salió de su hogar y pasó a buscar a Alexa. Quien lo esperaba en el lobby del edificio. Sus ojos se encontraron y la joven se acercó a él para envolver sus brazos en su cuello.

—Te ves guapo —susurró sobre sus labios.

—No más que tú, señorita Le Brun.

Alexa dio una pequeña carcajada y enterró su rostro en el cuello de Styles. Aspiró el aroma de su perfume casi recién puesto y depositó un beso.

—¿Vamos?

—¿A qué hora es la cena? —Alexa entrelazó sus dedos con los de Harry mientras caminaban por las calles de Paris hasta el estacionamiento del carro de Styles.

—Ana ya la está preparando. —Alexa frunció el ceño— No quiero compartirte aún.

—¿A qué te refieres?

—Siento que estamos en nuestra luna de miel.

—Tu forma sutil de decir que solo nos juntamos a tener sexo.

—No quiero que pienses que solo te busco para eso. —Alexa permaneció en silencio. Quería seguir escuchando lo que él sentía y pensaba sobre ellos.— Lex...

—¿Qué?

—De verdad no lo estoy haciendo.

Alexa parpadeo rápido y quedó mirando los ojos esmeraldas de su amante. El tacto de sus dedos se alejó. Harry abrió caballerosamente la puerta de su vehículo y esperó que la joven estuviera a gusto dentro de la cabina.

Alexa miró a Harry rodear el vehículo.

—¿A qué viene esa mirada sorprendida?

—Te ves distinto... Nunca te había visto tan relajado.

Styles rio.

—¿Te gusta?

—Sí, es una faceta que no había visto en ti.  —susurró y dirigió su mirada a la carretera.  La última vez que había estado en su casa fue cuando se metió en su cama y no precisamente para dormir. Fue cuando lo que apenas comenzaba terminó por su culpa. Había malinterpretado todo.

—Hay varias cosas que aún no conoces de mí.

—Touché.

Styles sonrió. Buscó con su mano derecha la mano de Alexa y la entrelazó. No la soltó hasta que llegaron a su casa.

—Había olvidado lo hermosa que es —jadeo Alexa bajándose del vehículo con la ayuda de Harry.

El profesor Styles se sintió alagado por sus palabras. La escoltó hasta la entrada de la casa donde amablemente Ana, la señora del aseo, le tomó su chaqueta de cuero y su bolso para guardarlo. Detrás de ella, Harry caminaba con las manos entrelazadas en su espalda.

Vidas Cruzadas (H.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora