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La comida donde la tía de Lexi, Dorotea, se había cambiado de fecha para el siguiente sábado. Durante la semana, Lexi trabajó y asistió por primera vez a sus clases con Javier Allamand, un hombre de unos cuarenta años. A pesar de haberlo visto en los pasillos de la universidad o conversando con el profesor Styles, nunca se detuvo para mirarlo con precisión. Javier Allamand era alto pero no más que el señor Styles, tenía una barbilla redonda, unos ojos oscuros y piel bronceada. No era tan atractivo, sin embargo tenía el encanto que su anterior profesor no poseía.  Sus clases eran agradables, incluso no la hacía participar cuando le veía su cara de incomodidad. Tenía sus estrategias y técnicas pedagógicas para evitar que se sintiera fuera de lugar en su clase. Todo lo contrario a Styles.

Se tomó el cabello en una coleta, dejando pequeños mechones sueltos a la deriva y afirmando su peinado con horquillas negras donde debían ir. Se alisó la falda del vestido azul marino con sus manos sudorosas, no sabía si realmente lo había hecho para secarse el sudor o para eliminar la arruga pequeña que tenía sobre su muslo izquierdo, que para ser sinceros era imposible quitarla sin una plancha caliente.

Escuchó el timbre de su departamento sonar y se rindió de tratar de quitar tal arruga. Luego de darse una última miradita en su reflejo , se dirigió al citofono para contestar a quien se encontrase esperando fuera del edificio.

—¿Estás lista? —al principio fue imposible reconocer la voz de la mujer que hablaba, poco tiempo pasó cuando una sonrisa habitó en su rostro al saber de quién se trataba. Era Camille la novia de Tristan— Por favor dime que sí, Tristan está enojadísimo porque vamos atrasados y es él quien conducirá.

Alexa suspiró impaciente.

—Déjame adivinar... ¿Está de mal humor porque anoche salió de fiesta?

—Sí, pero no le digas que te he dicho.

—Camille... Lo siento pero mi hermano es un imbécil. No puedo creer que estés con él. De verdad te mereces algo mucho mejor.

Alexa sabía a ciencia cierta que no debía hablar así de su hermano, pero no podía evitar hacerlo.

—Amo a tu hermano y es lo único bueno que me queda.

Ahora Lexi, se sentía mal. Cam había perdido a sus padres hace un par de años y Tristan y su familia le habían dado la estabilidad de una familia.

—Ya hablaremos de eso en casa de mi tía. —diciendo eso Lexi cortó. Buscó su abrigo, las llaves del departamento, y su bolso.

Sabía que tenía que ir formal. Su tía Dorotea era adinerada y cada vez que podía los invitaba a cenar junto a los amigos de la familia, todos ellos ricos. Estas ocasiones le ponían nerviosa ya que tenía pocos vestidos para esas ocasiones, para el trabajo usaba pantalones negros formales y un blazer, nada de vestidos. Pero para ese día había sacado el único vestido que tenía en su closet que agradeció tener.

En el trayecto hacía el auto recibió un mensaje de texto, al ver que se trataba de Bonnie comenzó a responderle prometiéndole que el día de mañana irían a un bar. Hace días que venía aplazando aquella salida por sus clases de posgrado.

Subió al carro donde iba su padre Carlos, Camille y Tristan.

—Hola, mi corazón —su padre la saludó desde el asiento de copiloto.

Ella le tomó la mano que extendía hacia atrás y le devolvió el apretón que su padre le proporcionaba con cariño. Por suerte durante el camino hacia la casa de su tía, Tristan no hizo ningún comentario desagradable que la hiciera sentir mal. De hecho, la cabina estaba muy silenciosa por lo que Camille tuvo que pedirle a su novio que encendiera la radio. Fue cuando comenzó a sonar la música que todos comenzaron a hablar. Camille le decía a Lexi que había preparado una tarta de manzana para la comida y que cuando la repartieran tenía que probarla. Por otro lado, su padre y hermano hablaban sobre uno de los partidos de la Euro Copa.

Vidas Cruzadas (H.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora