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Lexi tomó el metro hacia la universidad. Sus clases en la escuela particular ya habían terminado y luego de almuerzo tendría más clases en su nuevo puesto de trabajo. Iba caminando por el centro de Paris cuando su celular comenzó a sonar. El nombre de Javier apareció en la pantalla. Lexi contestó enseguida.

—Hola, Lexi —escuchó la risa gélida de Javier al otro lado. — ¿Cómo estás?

—Hola —Lexi se mordió el labio— ¿Bien y tú?

—Bien. ¿Estás en el campus?

—Voy camino para allá —informó Lexi— ¿Ocurrió algo?

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—Voy camino para allá —informó Lexi— ¿Ocurrió algo?

—No. —contestó Javier— Dame tu ubicación por mensaje de texto, te paso a buscar.

Lexi aceptó y se despidió de él. Sabía que estaba mal, muy mal sobre todo por la estricta política de no confraternización. La política de no confraternización se aplicaba tanto a estudiantes de doctorado como a todos los demás alumnos. No podía involucrarse emocionalmente con Javier ya que él era su profesor de tesis. Lexi ya sabía todo eso, claro. La declaración de Derecho y Deberes de los Estudiantes Universitarios lo decía claramente. El profesorado no podía acostarse con estudiantes. Los estudiantes no podían acostarse con los profesores. Si lo hacían, debían atenerse a las consecuencias. 

«¿Qué estaba pensando? Apenas he entablado un par de conversaciones con Javier y ya estoy pensando en ser su novia.»

Estos pensamientos la martirizaban mientras esperaba pacientemente a su profesor.

Respiró hondo y decidió por una vez ser egoísta y pensar en lo que ella deseaba.  Y deseaba más que nunca estar con Javier. Tal vez podría ser algo pasajero. Tal vez podría ser algo duradero. No lo sabía, pero solo quería disfrutar de su compañía y él había demostrado estar interesado en ella. No perdería esa oportunidad en lo absoluto.

El Audi negro Q7 de Javier aparcó junto a la acera donde ella estaba de pie. Solo bastó que bajara el vidrio para que ella se percatara que era su profesor. Javier vestía unos pantalones negros y una camisa celeste y llevaba unos anteojos de sol RayBan. Se veía como un príncipe, pero moderno. Los ojos de Alexa brillaron emocionados y le sonrió.

—No quiero parecer desesperado pero... —Alexa sonrió y Javier se perdió en la sonrisa de la joven— Vaya... Alguien está contenta de verme.

—¿No pudiste esperar la cena? —ella lo molestó apretando el interruptor de alza vidrios junto a ella. Se acomodó en el asiento de cuero y se dedicó a observarlo.

—No, no pude. —confesó él mientras doblaba en una esquina para tomar una avenida principal— ¿Tienes hambre? Había pensado que podíamos almorzar juntos antes de tus clases.

—Me parece perfecto.

—Bien.

Lexi apoyó los codos sobre la mesa del restaurant y miró a Javier pedir sus platos y bebidas al mesero.

Vidas Cruzadas (H.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora