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«Espero que ese beso contra la puerta te haga extrañar tenerme dentro tuyo... Nos vemos el lunes, cariño»

—Idiota —susurró Le Brun.

—¿Qué cosa? —Alexa levantó sus ojos de su celular y lo dejó en la mesa. Bonnie y ella habían decidod juntarse para el almuerzo en un restaurant cerca del nuevo departamento en el que vivía la rubia— ¿Con quién estabas hablando?

—Con nadie —susurró— ¿Qué me decías? Estabas hablando de Eric.

La rubia entrecerró sus ojos y sonrió. —No te creo.

—Ya basta... Con nadie.

—¿Con quién estás follando? —preguntó de forma picara y casi demasiado infantil.

—No sé si la palabra correcta es follar pero...  con Harry.

Bonnie abrió los ojos muy grandes por la sorpresa de que aquel nombre fuese pronunciado por su amiga.

—¿Con tu profesor? —Alexa asintió— ¿Y qué tal ha sido?

—Demasiado atento y exquisito... No tengo otras palabras para describir lo que pasó. —Alexa levantaba la vista de su ensalada de berros. Bonnie notó que los ojos de su amiga brillaban de felicidad. Hasta su sonrisa era más radiante.— Pero es demasiado perfecto para ser cierto.

—¿Por qué? ¿No confías en él?

Alexa quedó en silencio y pensó unos segundos antes de contestar.

—No. No es que desconfíe de él... Es solo que siento que no me expresa todo lo que piensa.

—Bueno... ha pasado casi una década desde que se besaron en la haciendo por supuesto que debe ser otro hombre.

—Lo sé. Supongo que tengo que darle tiempo al tiempo.

—Tú lo has dicho amiga.

Alexa le sonrió y le preguntó sobre su relación con su novio Eric. Pasaron horas sentadas platicando en el restaurant. Sobre sus futuros proyectos, vacaciones y la vida.

El domingo Harry no había enviado ningún mensaje. Alexa solo se sentó frente al sillón a ver su serie favorita luego de haber avanzado en su tesis y trabajos de otros cursos.

Estar en su casa solo le traía recuerdos de la noche del viernes.

Alexa aún podía sentir los labios de Harry sobre su boca. Sus manos venosas y masculinas sobre su cuerpo y aquellos gruñidos silenciados en la cavidad de su cuello mientras se enterraba en ella una y otra vez. De solo pensar en su tacto se estremecía. Estaba embobada. Eso lo reconocía. No podía estar enamorada. Aún era muy pronto para estarlo o al menos eso era lo que ella creía.

El lunes, tras una clase de lengua inglesa se dirigió a la cafetería de la universidad. Se sentó frente a su laptop para trabajar sin distracciones. Ese lugar era perfecto antes del mediodía debido a que había pocos estudiantes y podía comprar café y snacks sin tener que hacer fila. Sin embargo, pasadas las once estaba un poco más concurrido de lo normal. Alexa no pudo evitar levantar la vista hacia la fila que cada vez se alargaba más. Estaba estudiando la opción de pedir una sala de estudio en la facultad para poder trabajar tranquila.

Escudriñando la fila, se percató de la alta figura de un hombre que le devolvía la mirada. Harry la miraba con una sonrisa de satisfacción, pasándose una mano por el cabello que traía revuelto.

Todo en la señorita Le Brun se encendió al ver a su profesor ahí.

Apartó la vista de él, sonrojada, y se concentró en su tesis a pesar de que quería caminar hacía él y besarlo.

Vidas Cruzadas (H.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora