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El día estaba nublado cuando Harry salió del departamento aquella mañana. Sin discutirlo con Alexa había decidido aceptar una entrevista que le habían ofrecido en la Universidad de Cornell. Sabía que pronto su relación sería un estallido dentro de la universidad. Tanto él como ella deberían ser precavidos y en aquel caso él prefirió pensar con la cabeza fría y prevenir el caos que se aproximaba para ambos.

Si bien en un principio había mencionado Italia como principal opción para irse a vivir, la oferta ya había sido tomado por otro postulante. Para su suerte, Penny le había hablado sobre una oferta laboral que ella había rechazado. Aquella oferta era en la Universidad de Cornell. Era un sueño para él hacer clases en una universidad de la Ivy League. No fue hasta ese momento que pensó en la opción de que Alexa pidiera un traslado a la Universidad de New York y viera la opción de terminar su magister ahí. No sabía cómo reaccionaría pero al menos ya estaba la posibilidad de alejarse de aquella universidad y ciudad. Nunca pensó que volvería a comenzar de cero en otro país.

La entrevista fue todo un éxito o al menos esa fue la sensación que lo embriagó cuando terminó. El director de facultad de humanidades y de idiomas le prometieron que le harían saber los resultados lo antes posible.

Cerró su laptop y terminó de beber su café. Dejó un par de billetes sobre la mesa junto con la propina y se retiró de la cafetería. Estaba lloviendo. Aquel clima le recordó cuando la había visto caminando para tomar el metro empapada de agua y la llevó a su hogar. Aquel recuerdo parecía un sueño y lo hizo sentir melancólico por un momento. Corrió hasta donde estaba su vehículo estacionado y encendió la calefacción. Se apartó el cabello mojado de sus ojos y encendió el motor del vehículo.

Harry transitó por las calles de Paris hasta llegar a su departamento. Eran casi las seis de la tarde. Dejó las llaves en el arrimo de vidrio, se quitó el abrigo empapado y los zapatos de cuero. Subió las escaleras y se dirigió a la cama. Alexa aún no llegaría hasta las siete u ocho de la noche.

Se metió dentro de la ducha y estuvo varios minutos bajo el chorro de agua imaginando cuál sería su reacción. Un brote de esperanza se había situado en su pecho. Se irían a vivir a Nueva York, terminaría su magister y podría pedirle matrimonio en Central Park. Frunció el ceño. Tal vez ni siquiera le gustaba Central Park. Tendría que preguntárselo. Conocía tanto de ella pero al mismo tiempo sentía que muy poco.

Salió de la ducha y se secó el cuerpo. Se colocó una sudadera de color negro y unos pantalones pantalones deportivos grises. Acabó de entrar en la habitación y cerró la puerta del baño. Se acercó a ella. No quería molestarla ni interrumpir lo que parecía un sueño muy agradable, pues estaba sonriendo mientras leía un libro. Llevaba un suéter extra grande y unas calzas negras. Alexa se había colocado unas gafas para lectura. La observó ladeando su rostro.

—Ésta sí que es una buena bienvenida a casa —susurró Harry— Una Lex acostada en mi cama, con lentes y leyendo un libro.

—Hay sitio de sobra para un Harry recién duchado y calentito —replicó ella, agarrándolo de la mano.

Él sonrió.

—Ahora no. Tenemos que hablar. ¿Dónde te apetece cenar?

En otra época, Alexa habría aceptado su sugerencia sólo para hacerlo feliz, pero ahora se sentía más segura de sí misma.

—¿No podríamos quedarnos en casa? Me apetece más que estemos a solas.

—Por supuesto.

Harry se recostó a su lado y miró el techo. Alexa alargó su mano y acarició su brazo por sobre la sudadera hasta llegar a su mano y entrelazarla con la de él.

Vidas Cruzadas (H.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora