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Lexi miraba por la ventanilla a su lado justo cuando comenzaban a caer las primeras gotas del día. Luego de un día bastante agotador, por fin se sentía tranquila a pesar de estar con su profesor, diez años mayor. Agradeció cuando el señor Styles encendió la calefacción y el cuero negro del asiento se calentaba bajo su cuerpo. Siempre se sorprendería de la alta tecnología sueca.

—Puede hablar Lexa. No estoy enfadado por el café.

Lexi dio un respingo y con desconfianza lo observó de reojo. Su perfil era atractivo, eso no lo podía negar, unas pestañas gruesas y encrespadas; ojos verdes chispeantes, que miraban la acera con detenimiento;  labios llenos de color rubí; y  una barbilla definida que podría dejar boquiabierta a cualquier mujer y hombres también.

Se arregló la garganta cuando sus ojos la miraron divertidos, incluso pudo notar una sonrisilla cursar su rostro cuando se percató de que lo estaba mirando fijamente.

—No me llamo Lexa. —lo corrigió con la mandíbula tensada sin poder entender la personalidad de su profesor, tampoco pudo entender su comportamiento brusco hacia él y lo siguiente que dijo trató de decirlo de una forma más suavizada:— Prefiero que me llamen por mi nombre completo o Lexi.

—Señorita Le Brun, entonces.

Ella asintió, evitando la mirada que, en ese momento, su profesor de posgrado le daba al detener el vehículo por un semáforo en rojo.

Vio de reojo que su profesor estiraba la mano para encender la radio. Una música de los setenta, de esa que escuchaba su papá en la tornamesa, comenzaba a sonar. Lexi no sabía por qué le había sorprendido tanto, era un hombre treintañero con gustos refinados... Pensó que escuchaba música clásica como Mozart, Chopin, Beethoven... No rock clásico.

Harry notó el ceño fruncido de Lexi y sonrió.

—¿Conoce a Fleetwood Mac?

—Mi padre los escuchaba en la cafetería cuando yo solo era una cría —sentenció con un poco de melancolía.

—Tengo una colección de vinilos completa de ellos.

—Eso es genial pero no me consideraría a mi misma una aficionada de Fleetwood Mac—ella dio una gélida carcajada, complacida de que él no la pudiera leer como un libro abierto—. Me traen muchos recuerdos.

—¿Qué le gusta, entonces? —ella enarcó una ceja y lo miró conducir por la interestatal— Aparte de escribir y leer, claro —él dio una media sonrisa de suficiencia.

Ella iba a contestar que el cine independiente, el sonido que hacía la lluvia en el techo, tararear una canción, hacerse un té... Pero justo en ese momento, el celular de su profesor comenzó a sonar y se disculpó con ella para poder contestar la llamada con las manos libres. Lexi sonrió con amabilidad agradecida de haber sido salvada.

Se tomó el atrevimiento de mirarlo, y se burló de ella misma porque eso era lo que había estado haciendo todo el trayecto en auto.

—Styles... —escuchó un suspiro y vió como arrugó la frente— Ya voy para allá. Ahora estoy ocupado. Si... —decía el último monosílabo irritado y poniendo los ojos en blanco— Te llamo luego.

Lexi apartó la mirada descarada que mantenía sobre el profesor y miró el camino frente a sus ojos. Se arregló la garganta y se removió incómoda por el silencio que surgió al finalizar la llamada.

—¿Puedes darme tu dirección? No podré llevarla a comer como tenía planeado.

«¿A comer? ¿Había planeado llevarme a comer a un restaurante sin importar que alguien de la universidad o del posgrado nos encontrara?»

Vidas Cruzadas (H.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora