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Harry se sentó en los pies de la cama. Se volvió un poco y giró su rostro para mirar a una Alexa durmiendo plácidamente bajo las sabanas y el cubrecama. Sonrió ensimismado en los recuerdos recientes que tenía con ella. Recordó el día que llegó de Italia, como se habían besado y como lo había tomado con su boca.

Desde ese día no la tocaba.

Sintió el suspiro de Alexa mientras se giraba en el lado de su cama. Corroboró que seguía con sus ojos cerrados para incorporarse.

Terminó de colocar la sudadera gris y caminó fuera de la habitación. Se encontró con cajas de la mudanza en el comedor. Sin darse cuenta había llegado el gran día. Luego de dos semanas vivirían oficialmente juntos.

Abrió la puerta y portón principal de su casa y comenzó su rutina de trote como cada madrugada. Estaba demasiado eufórico últimamente y eso se debía a Alexa. No obstante, aquella mañana solo estaba en su mente el hecho de que lo habían citado a una reunión para el Lunes a primera hora. Y no había sido su colega Penny ni Javier. Había sido el mismísimo rector de la universidad.

Aquella mañana estaba mucho más fría que la anterior. Se arrepintió haber salido de la cama que compartía con Lex.

Harry se detuvo y cambió la música que escuchaba desde su airpods inalámbricos.

—Que idiota eres. —suspiró frustrado y continuó su trote.

Su celular comenzó a sonar con el timbre de mensajes de texto. Volvió a detenerse para sacarlo de uno de los bolsillos de sus pantalones.

«No olvides el cumpleaños de Denisse»

Mierda

Terminó su ruta de siempre y volvió a casa.

Cuando entró. Alexa estaba arrodillada, con un moño enmarañado y suelto ordenando una caja de mudanzas. Tenía sudor en su frente y con la muñeca apartaba un mechón de su frente.

—¿Qué haces? —Harry frunció el ceño.

Alexa que no se había dado cuenta de su presencia levantó la vista y sonrió.

—Buenos días a ti también... —dijo juguetona Alexa.

Harry colocó los ojos en blanco y se pasó la toalla por su cabello húmedo y subió las escaleras.

Alexa miró a su novio subir los escalones para desaparecer de su vista.

Negó con la cabeza. Hace días Harry estaba ensimismado e irritable. No solo eso. También estaba frio y distante con ella. Sabía que algo le pasaba, pero era evidente que no quería hablarlo.

Volvió a concentrarse en su tarea de guardar los adornos de las estanterías y mesa de centro con mucho cuidado. Estuvo así gran parte de la mañana mientras Harry se decidía bajar a la sala de estar y entablar conversación con ella. Tal vez estaba nervioso por la mudanza. Tal vez ya no la quería. Tal vez...

—¿Qué necesitas?

Alexa levantó la vista. Harry le quitó el aliento. Estaba con unos pantalones negros ajustados y una camisa blanca con los primeros botones sueltos. Fácilmente pasaba como algún príncipe de una monarquía europea.

—¿Perdona?

—Voy al supermercado. ¿Que qué necesitas?

—Oh... toallitas desmaquillantes, un balsamo labial, una barra de chocolate sin azúcar y un beso tuyo de buenos días.

Harry suspiró y se tocó una ceja. Estaba muy irritable.

—Lo siento.

Alexa bufó incorporándose. Envolvió sus manos en el cuello de Harry y se colocó en puntas para besarlo. Harry alejó rápidamente su boca de la de ella.

Vidas Cruzadas (H.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora