Capítulo 1

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Gotham era mi hogar hace unos años, hasta que mis padres murieron; lo sé, todos alguna vez tienen que morir, pero el dolor que sentí al ver como los torturaban, era inexplicable para una niña de diez años. Ahora estoy aquí, en esta ciudad oscura. Han pasado seis años de que me mudé hacia el sur, estuve hospedada en la casa de una tía, lamentablemente se suicidó. Mi tío vino hacia a mí y me ofreció un hogar en Gotham.

No iba a la escuela, solo iba en ocaciones importantes, un examen o algo parecido. Mi promedio era bueno pero mi conducta era mala debido a mis faltas. Mi tío estacionó en una una mansión con la letras W en la entrada, sonreí internamente, jamás había visto una mansión y me emocionaba de que sea mi nuevo hogar.

—¿Aquí vives? —sonreí bajando del auto.

—Así es, pero la mansión no es mía. Soy mayordomo de esta familia desde que el joven dueño era un bebé —contesta abriendo la puerta principal.

—Wow —miré todos los detalles y lo costoso que tenía el lugar—, así que este era tu secreto, tío Alfred.

—Sí, puede decirse que si.

—¿Puedo...?

—Adelante.

Sonreí y corrí por los pasillos, entré a una habitación, parecía la sala de estar. Fruncí el ceño al notar una pared llena de papeles detrás de un escritorio. No era una sala de estar, era una oficina. No me imagino como será el salón.

Me senté en el sofá viendo alrededor, pero de pronto oigo un quejido. Me levanto rápidamente y el niño en el cual me había sentado también se levanta.

—¿Quién eres? —pregunta.

—Me llamo Isolde Pennyworth, tú debes ser Bruce Wayne —le tendí la mano, él la aceptó—. Alfred es mi tío.

—Él nunca mencionó que venías de visita.

—En realidad vengo aquí para mudarme, pero si no quieres, lo entenderé.

—¡No! No pretendía ser grosero, lo siento. Puedes quedarte, eres bienvenida —sonreí.

—Gracias.

Toda la mañana y tarde la pasamos charlando y bromeando, ahora Alfred nos preparaba la cena. Bruce tampoco iba a la escuela, también dijo que sus padres fueron asesinados y ahora estaba descubriendo quien los mató. Este chico tiene coraje y valor, aunque sea un poco tímido.

***

Abrí la ventana cuidadosamente de mi habitación, salté y me dirigí hacia la entrada, hace unos minutos había pedido un taxi hacia la cuidad. Me gustaría verla como realmente es, oscura y cruel. El señor me llevó hacia mi antigua casa, bueno, departamento. Le pagué y bajé del auto.

Miré por un momento el lugar para luego salir y caminar por las calles, era arriesgado pero toda chica que vive en Gotham tiene una navaja. Había un grupo de personas mirando a través de una ventana, me acerqué y vi que estaban viendo las noticias en los televisores que estaban a la venta.

—Una vez más los MANIAX atacan la cuidad, cincuenta muertos aplastados e incendiados por un camión de gasolina —anunció la reportera. Pasando imágenes de un grupo de locos.

—Hogar dulce hogar —murmuré alejándome del lugar.

Caminé hasta llegar a un callejón, unos chicos estaban calentando sus manos en un barril con fuego. Una chica de cabello corto ondulado me miró, sus ojos verdes se reflejaban con el fuego. Tenía ojos de gato, grandes y aterradores. Le sonreí de lado y luego volví a caminar.

De tanto caminar por las noches me di cuenta que había llegado a la zona en donde están los edificios más lujosos, eran inmensos. Había un grupo de sujetos en el porche de un edificio riéndose y uno fumando. Puse los ojos en blanco y seguí mi camino. Cuando en eso siento que alguien me hace girar, un hombre con aliento y dentadura horrible me sonríe. Trato de zafarme pero él no se inmuta.

—Miren lo que la noche me ha entregado, perdedores —le dice a su grupo.

—La noche no te ha entregado nada, tú solo me haz tomado del brazo, idiota —escupo. Los chicos se ríen.

—Buen punto —me sonríe un chico pelirrojo. Él se acerca sin apartar su mirada de la mía—. Déjala ir, Greenwood.

—No, es mía ahora —suspiré.

—Ya me aburriste —bostecé.

Torcí su brazo el cual me sostenía, me di una vuelta y lo pateé en el estomago, él cayó al suelo. El pelirrojo me guiñó el ojo y yo salí corriendo de ahí. Seguí corriendo hasta que escuché la bocina de un auto. Oh, no. Corrí más rápido pero el auto se puse frente a mí. El tío Alfred bajó y me tomó por los hombros.

—Oh, oh —murmuré.

—Estás en problemas —demanda.

—Lo sé —susurré.

Subimos al auto, tendría que acostumbrarme a vivir en la mansión Wayne. Supongo que no será tan malo.

INSANE ⎮⎮ Jerome Valeska ⎮⎮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora