Capítulo 22

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Era un grupo de hombres, lo sabía por los muchos pasos que daban. Se escuchaban sus gruñidos y algunas cosas de vidrio romperse; corrí de puntillas hacia el estante y agarré el arma con la cual entrenaba, la cargué y la apreté con fuerza. Volví a los escalones del sótano, los pasos pararon de repente y volvieron hacia otra parte hasta no volver a escuchar ruido.

Entonces los disparos atraviesan el techo del sótano, me cubro la cabeza y trato de correr para otro lado, la puerta se abre de golpe y varios hombres entran, me pongo de cuclillas y calmo mi respiración. Discuten entre ellos y se escucha un disparo, un duro golpe se escucha y me asomo para ver a un hombre sangrando en el suelo. Cuando me vuelvo a mi escondite un hombre me toma de la cintura y me arrastra.

—Miren lo que encontré —sonríe.

Le doy un fuerte codazo en el torso, me vuelvo y le disparo en la cabeza, me oculto nuevamente cuando los disparos vuelven a sonar. Le doy a uno el cual cae instantáneamente, tres, dos. Solo quedan cuatro. Intento disparar pero el arma solo da un sonido seco, los hombres sonríen.

—Mierda —susurro—. Plan B.

Tiro el arma hacia la frente de un sujeto y me pongo de cuclillas para correr fuera del sótano, cierro la puerta con seguro pero cuando voy al pasillo hay diez hombres más. La puerta del sótano se rompe, me vuelvo para ver al hombre con una linea roja de sangre y alguien toma mi cintura, trato de liberarme pero otro me toma de las piernas.

Me colocan en la mesa del comedor y los mismos sujetos me tienden en esta y toman mis muñecas y mis tobillos. Un hombre rubio y joven aparece, levanto un poco la cabeza para verlo. Él me sonríe.

—Vaya, no encontramos dinero pero si a una jovencita —sonríe, todo el grupo ríe—. ¿Cómo te llamas, dulzura?

—Pudrete —murmuré. Él ríe.

—Eres atrevida, me gustan las mujeres atrevidas. Verás, dulzura, el alcalde me debe dinero. Te dejaremos ir si nos dices donde está la caja fuerte.

—En el banco —respondí. Él sonrío de una manera maliciosa, comenzó a quitarse el cinturón y yo temí.

—Veo que te gusta bromear, pero yo no estoy bromeando, mocosa —gruñe y se inclina hacia a mí. Su rostro está muy cerca al mío—. ¿Dónde está la caja fuerte?

—El alcalde guarda todo el dinero en el banco, es lo único que sé —murmuré, él sonrío.

—Eres muy hermosa —acaricia mi mejilla y va bajando hasta mi camiseta, él desabrocha el primer botón. Me remuevo pero los sujetos me sostienen fuerte—. Creo que puedo divertirme contigo un poco.

Sus labios capturan mis labios y mi cuello, cierro los ojos con fuerza mientras me retuerzo, los hombres ríen mientras el rubio me desabrocha todos los botones de la camiseta. Toca mi abdomen y mis pechos por encima del sujetador, cierro los ojos y un grito de miedo escapa de mis labios.

El sujeto ríe y me da una bofetada tan fuerte que me hace escupir sangre, se desabrocha el pantalón y el mío para tirarlo hacia alguna parte del comedor, abre mis piernas y choca su pelvis contra mi entrepierna y comienza a acariciar su miembro contra mi parte intima. Me retuerzo e intento patearlo pero el sujeto sigue agarrando de los tobillos, impidiéndome.

—¿Qué pasa, dulzura? ¿No te gusta así? —sonríe—. Denle la vuelta.

Los tipos que me tienen atrapada me dan vuelta haciendo que quede boca abajo, el rubio abre mis piernas nuevamente y hace que mis rodillas se apoyen en la mesa de roble oscuro. Su pelvis choca con mi trasero y se balancea, masturbándose.

—Así está mejor —gime. Se me escapan lagrimas de miedo y cólera, cierro los ojos con fuerza mientras los hombres ríen y comienzan a tocarme en todas partes—. ¡Paren! —grita—. Será mía, primero —ríe. Su mano toca mi parte íntima y comienza a acariciarla—. Para que también sientas placer, dulzura... Creo que ya es momento que deje de jugar contigo e inicie la verdadera acción. 

INSANE ⎮⎮ Jerome Valeska ⎮⎮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora