Capítulo 8

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Vivía mi propia pesadilla, al despertar lo único que encontré fue a Jerome dormir plácidamente. Me levanté muy despacio para ir hacia el ropero, lo abrí con cuidado para que la madera no chirriara y saqué lo primero que me encontré; un vestido, genial. A diferencia del anterior, este era negro y suelto, eso me permitiría correr.

Al ver a Jerome seguir durmiendo me cambié lo más rápido que pude. Abrí la puerta de la habitación y salí de ésta, de puntillas encaminé por el pasillo, vi una ventana cerca de un costoso florero. Corrí las persianas y abrí la ventana con cuidado, salté, por suerte no era tan alto como creí.

Me alejé de la mansión de Oswald, encaminé hacia el bosque. Podía oler la humedad de la naturaleza, a penas estaba amaneciendo y no pude evitar sonreír, me sentía libre de nuevo; me volví y mostré mi dedo corazón a la espantosa casa del Pingüino. Mi sonrisa se desvaneció al ver a Edward junto con Victor y Jerome en la ventana.

Santa mierda.

Me volví y empecé a correr. Qué estúpida, debí moverme cuando tuve oportunidad. Llegué al bosque pero aún podía escuchar sus pisadas, me escondí entre los arboles y arbustos. Mis pies se llenaban de lodo lo cual me hacía perder el equilibrio. Entonces me caí, suena estúpido y ridículo pero era cierto, mi pierna comenzaba a dolerme, y mucho. Eché un vistazo y vi la venda de mi pantorrilla llena de sangre. Como pude me arrastré hacia unos arbustos pero alguien me tomó del tobillo, me volví para ver a Victor, de todos no pensé que él me encontraría. Le pateé en el estomago pero eso no le impidió llevarme.

—¡Suéltame! —grité.

—No puedes escapar de nosotros, querida —me dice.

Me toma de la cintura y me jala hacia atrás, veo a Jerome y a Edward unos minutos después, los fulmino con la mirada pero ambos solo intercambian miradas.

—Yo me encargo, Victor —dice Edward, él me suelta bruscamente haciendo que mi trasero chocara con el suelo.

—Además de calvo, sin cerebro —me quejo, él me fulmina con la mirada. Edward me toma de la cintura y yo enredo mis brazos en su cuello, se impulsa y me levanta—. Al menos tu eres un caballero, Edward —murmuro.

—Calla, no te librarás de esta fácilmente —me dice dándose la vuelta.

Miro detrás de su hombro a Jerome hablando junto con Victor, el pelirrojo me mira como si estuviera decepcionado, yo lo único que hago es apoyar mi cabeza en el hombro de Edward y cerrar los ojos. Siento como Edward besa mi frente y sigue caminando. Cuando llegamos a la mansión veo a Oswald de brazos cruzados y caminando torpemente hacia nosotros.

—Ese desquiciado la dejó escapar —gruñe.

—Yo también escaparía si durmiera junto con Jerome Valeska —dice Edward, dejo escapar una risa y Oswald nos señala a ambos.

—Ustedes... —cerró los ojos, cuando los abrió, me fulminó con la mirada—. ¡Enciérrenla en el sótano! —dio la orden y sus sirvientes se acercaron a nosotros.

—Tengo que coserle la herida —replica Edward.

—Bien, luego la dejas ahí —dice Oswald—. Y que alguien llame a Valeska, necesito hablar con él.

***

El sótano no estaba mal, algo de polvo y suciedad estaba bien, mientras no hayan ratas y todo tipo de insectos asquerosos. Lo único que alumbraba el sótano era una bombilla de luz y una ventana pequeña, no había salida.

Estaba sentada en una banca frente a un piano, mi pantorrilla estaba algo mejor, ya no dolía como antes. Toqué una tecla llena de polvo de aquel piano, recuerdo que sabía tocar "Estrellita donde estás"; sonreí al recordar a mi madre enseñarme. Empecé a tocar lo poco que recordaba de la canción, sonreí, al parecer no había perdido mi toque.

INSANE ⎮⎮ Jerome Valeska ⎮⎮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora