Capítulo 39

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ISOLDE

Las tres niñas de ayer volvieron en la mañana para darme el desayuno, ¿cómo niñas podían estar metidas en un culto como este? Ni siquiera tenían trece, solo eran niñas abandonadas que fueron contagiadas por la risa de Jerome. El desayuno fue un par de tostadas y agua, me dijeron que todos se alimentaban así aquí. Apenas pude comerlo, estar aquí no me daban ganas de comer. Un sitio oscuro, donde la luz solo alumbra la cama y nada más.

Me levanté para dirigirme a la oscuridad, lo primero que toqué fue madera, era una cómoda. Abrí el cajón a tientas, toqué lo que había adentro, no me sorprendí al tocar tela y un olor masculino se presentara al tocar una camisa. Este cuarto es de él. Toqué la pared para guiarme, entonces toqué algo frío. Era vidrio, mejor dicho, era un espejo.

—¡Mierda! —grité al sentir un presiona fuerte en mis dedos, me dirigí a la luz, sangre salía de mi dedo y el pulgar, el peor de todos era el índice. ¿El espejo estaba roto? ¿Por qué Jerome tendría un espejo roto? O, claro, olvidaba que él estaba loco.

—Isolde —se abre la puerta, me doy la vuelta para que el pelirrojo no vea mi cortadura—. ¿Qué mierda te pasó? —miré el piso y noté que tenía gotas de sangre.

—Solo... Me corté —me volví pero no vi a nadie, seguía ocultado en las sombras—. ¿Por qué tienes un espejo roto?

—Eso no te interesa —espeta—. Traeré a alguien para...

—Eso no es necesario —le digo—, solo me corté la arteria de un dedo, eso creo, necesito alcohol y un par de vendas para evitar la hemorragia.

Escuché la puerta abrirse y cerrarse, mi mano estaba llena de sangre. La puerta se abrió y Una venda con un bote de alcohol cayeron en la cama, tomé la almohada y la mordí, me eché el alcohol en toda mi mano y cerré los ojos para luego morder la almohada con fuerza. Me coloqué las vendas y puse la almohada en su lugar.

—¿Mejor? —me pregunta una voz.

—Algo, se mejorará —murmuro—. ¿Qué haces aquí?

—Quería saber si desayunaste —yo asentí—. Entonces, me voy.

—¿Por qué estoy aquí? —espeté—. No hay trabajo ahora, Oswald será expulsado de la alcaldía por Barbara; tú solo tienes a tu culto de lunáticos e idiotas. Dijiste que tenías que arreglar cuentas conmigo, adelante.

—Me abandonaste —gruñe.

—No, tú lo hiciste —espeté—. Me mentiste, no seas hipócrita y echarme la culpa de todo. Si estás dolido, ese no es mi problema. Mátame, haz lo que quieras.

—No voy a matarte —puede que no lo vea, pero es obvio de que está sonriendo—. No quiero matarte.

—De nada te va a servir que yo esté aquí, déjame en paz, tú tienes tu vida y yo la mía. Son diferentes caminos ahora, Jerome. Tú eres un maniático sádico y yo soy una detective del GCPD. Acéptalo y déjame tranquila.

Se escuchó un portazo, miré mi mano otra vez, al menos ya no sangraba tanto. No me importaba Jerome, él podía tenerme todo el tiempo aquí pero si quería mi atención, tendría que esforzarse más en eso. No siento el rencor de antes por haberme dejado, siento cansancio de todo esto. Soy mucho mejor que esto.

***

Las niñas se encontraban sentadas en la cama mientras me veían comer, la verdad da un poco de escalofríos que te miren fijamente cuando comes. Dejé el plato a un lado y me senté con las piernas cruzadas, tal vez iniciar una conversación no estaría mal.

—Así que... ¿Son hermanas? —ellas asintieron—. ¿Cuántos años tienen?

—Liz es la mayor —dice la rubia—, tiene trece. Mel tiene doce y yo nueve.

—¿Te dicen Mel por Melanie? —le pregunté a la castaña.

—Por Melody —me aclara—, Ellie es por Ellison —dice señalando a la rubia menor—. Somos hermanas de distintos padres, pero nos queremos como si fuésemos de la misma sangre. Mamá siempre desaparecía por las noches, y un día no volvió.

—¿Cómo terminaron aquí? —pregunté.

—Un amigo me dijo —habló Liz, la mayor. Era muy bonita, tenía cabello negro y ojos verdosos muy bonitos—. Dijo que este lugar era mejor que el reformatorio, nos aferramos a las reglas —sonríe—, y ahora somos libres.

—No, no lo son —murmuro—. No están a salvo aquí, están condenadas, cuando quieran salir no tendrán la oportunidad... Si me ayudan yo las sacaré de aquí, no habrá orfanato ni nada de eso, sé como se siente.

—¿Cómo un agente del GCPD que esté relacionada con Wayne puede comprendernos? —dije Mel con ojos entrecerrados.

—Porque yo fui una niña cuando me arrebataron a mis padres —ellas se miraron entre sí—, tenía diez cuando los mataron. Me enviaron al orfanato por dos semanas a que mi familia me reclamara, nadie quiso estar a mi cargo hasta que mi tía me acogió. Cuando murió por vejes, mi tío se ofreció a cuidarme, es por eso que conozco a Bruce Wayne... Si me ayudan, yo misma las adoptaré, tendrán juguetes, comida de verdad y una escuela.

—¿Lo prometes? —preguntó la menor.

—Lo juro —le dije.

—Si vamos contigo —comenzó Liz—, ¿tendremos protección? ¿Sin peleas ni golpes? —negué con la cabeza. Eran niñas que habían crecido demasiado rápido. ¿Cómo alguien podría dañarlas?

—Serán felices y libres, tendrán estudios, una cama y miles de juguetes —sonreí—. Ayúdenme y no volverán ver a un muerto nunca más —Las tres se levantaron e intercambiaron miradas.

—Lo pensaremos —dice la mayor, en ese momento van hacia la oscuridad y salen de la habitación.

Suspiré, esas niñas se merecían algo mejor que esto. Miré la venda, por lo menos debo quitármela mañana. Detrás de la almohada se encontraba la cajita de terciopelo de Bruce, sonreí al recordar que no quería verme llorar en plena fiesta. Abrí la caja, negué con la cabeza al ver una cadena de oro, ese chico se especializaba a regalar collares. El dije tenía forma de corazón y vi una nota caerse cuando dejé la cajita, tomé el pequeño pedazo de papel.

"Esto es muy cliché, como tú lo llamarías" Sonreí "Pero eres especial para mí, eres mi amiga y ex novia, y te quiero. Estuviste conmigo en todo momento, al igual que yo lo estaré contigo. Feliz cumpleaños"

Dejé la nota y la guardé en el bolsillo de mi pantalón, fruncí el ceño al notar que el corazón era uno de esos dijes que se abren. Con lentitud lo abrí, habían dos fotos, una en donde Bruce y yo estábamos abrazados sonriendo a la cámara, y otra era donde estábamos los tres, Bruce, Alfred y yo sonriendo hacia la cámara. Eran fotos que tomamos en Suiza en un prado cerca a la casa de Wayne.

Me coloqué la cadena, el corazón chocaba con el otro dije en forma de placa, me quité la otra cadena y junté los dos dijes en otra. Guardé la otra en mi bolsillo junto con la nota, oculté el collar debajo de mi camisa, así nadie la vería.

Solo me quedaba esperar, esperar un rescate o esperar a que las hermanas me ayudaran. Les ofrecería una vida mejor, una familia. Tendría que convencerlas a ayudarme, el GCPD debe estar buscándome y yo no he hecho ninguna señal. Debo saber en donde estoy; Jerome dijo que me enseñaría el lugar. Bueno, no estoy escapando, supongo que debe enseñármelo dentro de poco.

INSANE ⎮⎮ Jerome Valeska ⎮⎮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora