Capitulo 1

3.5K 319 58
                                    

–Estás hecho un desastre hombre... –saluda Nano el lunes por la mañana. Le regalo lo más parecido a una sonrisa que podía poner en ese momento y lo invito a ingresar.

Habían pasado dos semanas de mi ruptura con Rocco y aún no estaba con mis mejores ánimos, eso sin contar que había rendido pésimo en mis exámenes y corría peligro de perder algunas materias. Nada de eso, o si quiera algo parecido, había pasado hacía un año atrás cuando me había mudado a la gran ciudad para comenzar con la carrera de contador público; pero claro que en ese entonces Rocco había venido conmigo y nosotros estábamos bien.

Rocco había decidido estudiar filosofía y letras al igual que su hermano y afortunadamente la carrera se encontraba en el mismo lugar que lo que yo había elegido. No nos mudamos juntos, quizás por alguna inseguridad mía más que suya, pero básicamente él pasaba todos los días en mi casa o yo en la suya. En ese entonces yo sentía que si él no estaba conmigo no podía respirar con normalidad... quizás hasta hoy me siento así.

–¿Café? –consultó con amabilidad Nano cuando vio que volvía al sillón donde dormía porque la noche anterior no había tenido fuerzas para moverme hasta la cama. Asentí una vez, odiaba el café tanto como las noticias de las diez, pero sin embargo accedí a tomarlo y miré la televisión como si realmente me interesara.

–Estamos en vacaciones ¿Sabes?

–Lo sé. Pero también sé que vas mal en la facultad y sé que el estudio te despeja la mente –responde mirándome desde la cocina. Ese muchacho realmente me conocía bien. –Sé que no te pondrás a estudiar sólo y a mí me ayudaría estudiar con alguien a pesar de que me llevas un año de ventaja.

–Eres un oportunista –lo acuso pero me siento bien porque él se ha preocupado por mí.

Nano no había podido seguir al año siguiente en que Rocco, Ignacio, Tiziano y yo nos habíamos venido a estudiar, pero ahorrando un año entero pudo seguirnos al año siguiente y allí estábamos, en la misma carrera pero distintos años.

–¿Has hablado con él? –pregunta tendiéndome la infusión y ganándose una mirada de advertencia de mi parte, pero Nano nunca me ha tenido miedo y sostiene sus ojos en los míos hasta que largo un suspiro.

–Nosotros hablamos lo que teníamos que hablar. No creo que falte algo que decir.

–Sabes a lo que me refiero –insiste y sé que él está hablando de su nueva relación con ese sujeto llamado Demian. –Tú sabes que fue por mi culpa que no te lo explicó de inmediato, es sólo que no me pareció prudente que lo hiciera... pero pasaron dos semanas quizás es el momento de hablar con él.

–Hiciste lo correcto en detenerlo Nano –aseguro presionando mis manos contra la taza caliente y tragando saliva, porque ese recuerdo aún dolía y dolería un poco más... esperaba que no fuera tanto. –Podía hacer algo de lo que me arrepentiría luego.

–¿Cómo golpearlo?

–Probablemente... no lo sé.

–Quizás debí dejarte, a veces eres demasiado bueno con Rocco y no deberías –suspira recostándose sobre el sofá individual. –¿Sabes? Esta noche podríamos salir a probar suerte algún bar gay... digo, no quiero tener algún hombre detrás de mí, pero podría hacer el sacrificio para verte un poco más animado.

–Eres un idiota Nano –aseguro riendo con autenticidad quizás por primera vez en días. –No me gustan los hombres...

–¿Disculpa?

–Es... –sí, siempre había creído que no era lo más normal del mundo –es complicado. No estoy seguro de poder hacerlo con alguien que no sea Rocco.

–¡Sin detalles por favor!

–No me refiero a eso –lo tranquilizo. –No creo que vuelva a gustarme algún otro hombre alguna vez, no... no es como si viera un hombre y me gustara, es sólo Rocco. Ya te dije que no recuerdo cómo fue que él me empezó a gustar, sabes muy bien que yo soy más de tetas y vaginas... era más de ese tipo.

–Mucho mejor, vamos a cualquier bar a buscar mujeres entonces –insiste y se encuentra con otra de mis negativas. –Hombre, no puedes seguir así. Estoy preocupado porque ya no haces nada más que estar encerrado aquí... debes continuar con tu vida.

–¿Cómo Rocco lo hizo? –consulto punzante y él asiente con pena.

–Porque no te das la oportunidad de conocer a alguien más... si ya no eres del tipo que le gusta las mujeres, porque no intentas conocer a algún otro muchacho –mi cara le dice todo pero él sólo sonríe con amabilidad. –Quizás no te guste en el momento, pero luego de conocerlo un poco más quizás sí puedas sentir algo por alguien más.

–¿No te parece que es muy pronto? ¿No crees que necesito mi espacio para duelar una relación de dos años?

–No lo sé, no estudio psicología –responde encogiéndose de hombros. –Pero por lo pronto ve a tomar un baño mientras llamo para pedir unas pizzas, no creas que mi compasión llega tan lejos como para cocinarte.

Un almohadón chocó contra su cabeza antes de desaparecer con dirección a la ducha en la que me quedé durante bastantes minutos dejando que el agua caliente se lleve un poco de mi amargura.

Cuando estaba terminando de vestirme oí el timbre y me apresuré a la sala porque las pizzas habían llegado y sabía que la economía de Nano no estaba nada bien, pero me detuve a mitad de camino porque el saludo que mi amigo le dio al recién llegado no fue el que le das a alguien que te lleva comida.

–¿Qué quieres? –largó con rudeza y frialdad.

–Nano... -reclamó la voz angustiada de Rocco debilitándome hasta las rodillas. Él no se oía nada bien pero yo ya no podía correr a su lado y abrazarlo, ese ya no era mi lugar.

2. Si tú quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora