Capitulo 54

3.4K 302 121
                                    


Las cosas con Rocco comenzaron a ir mejor que nunca. Más aún porque ahora, esporádicamente, él solía presentarme como su novio con la mayoría de sus amigos, incluyendo a Demian con el que se seguía frecuentando de tanto en tanto. Pero ya no sentía celos de él, porque Rocco no volvió ponerlo por encima de nuestra relación y porque Demian sabía que él estaba conmigo.

A Tiziano lo seguí viendo, pero no tan seguido. Él estaba dolido conmigo a pesar que desde el principio le había aclarado que lo nuestro no iba a funcionar. Sin embargo Tiziano no perdía oportunidad para recordarme cómo le había roto el corazón; lo hacía bromeando pero él y yo sabíamos que hablaba en serio. Por esta razón él optó por apartarse y yo también.

Nano finalmente no había regresado a casa y terminaría ese año de la facultad. Ya luego vería qué hacer con su vida, aunque por lo que había oído Ignacio no lo dejaría ir tan fácilmente.

Lucy se quedó en el departamento de Rocco hasta terminar el año. Creo que fue de gran ayuda para Roxanne quien evidentemente ya no podía con la muchachita y un tiempo apartadas le había ayudado a poner las cosas en orden.

Cuando llegaron las fiestas Lucy regresó al poblado y se instaló definitivamente allí, aunque claro que prometió volver en unos años más para poder estudiar en la gran ciudad. Dijo que no había manera que no volviera, ahora tenía una amiga allí la cual quería estudiar lo mismo que ella aunque no estoy seguro cuál era aquella carrera.

La "acosadora", como la había apodado Rocco, siguió frecuentando a Lucy y la convenció de estudiar para poder volver a estudiar la carrera universitaria con ella. Repito, a pesar de que lo dijeron infinidades de veces, no puedo recordar con claridad de qué carrera se trataba. Seguramente era alguna idiotez, pero en ese momento no importaba, Lucy había decidido terminar la secundaria y eso era algo que la familia Di girólamo y yo se lo agradeceríamos por siempre.

Cuando retomamos el nuevo año universitario, un día soleado, caminando por la plaza central, Rocco se detuvo obligándome a hacerlo a su lado.

Él parecía un poco ido y por un momento creí que se había descompensaría porque realmente estaba casi pálido.

—¿Estás bien?

—No...

—Rocco —dije con temor posicionándome frente a él porque esa respuesta se había oído terrible. Él tenía su mirada clavada en el suelo, su pecho subía y bajaba a ritmos irregulares, sus manos temblaban y no dejaba de tragar saliva. —¿Estás... Bebé estás bien?

Respiró profundo cuando lo llamé de esa manera, pero no había nadie alrededor nuestro, la poca gente que transitaba por el lugar estaba bastante alejado.

Me asusté. Realmente me asusté porque eso no se veía para nada bien.

—Rocco...

Antes de poder siquiera atajarlo, él se lanzó al piso cayendo sobre una de sus rodillas.

Espantado quise tirar mis brazos para levantarlo pero su mano estirada en un puño hacia mí me detuvo. Lo observé un poco perdido. Rocco estaba sobre una de sus rodillas, con su cabeza agachada y su mano estirada hacia mí.

—Tómalo.

—¿Qué cosa? —consulté aún más desconcertado. Él volvió a agitar su mano, pero no levantó su cabeza.

Rocé mi mano con la suya y no alcancé a tomar el objeto que cayó haciendo un ruido metálico en el suelo.

Rápidamente me incliné a buscarlo y lo examiné antes de volver mis ojos a Rocco. Ahora estábamos cara a cara. Ahora él estaba mirándome directo a los ojos.

—No es un anillo —dijo de inmediato y largué una carcajada de resignación. Por supuesto que no era un anillo.

—Claro que pudo haberlo sido... digo, considerando que tú estás de rodillas y nervioso, yo pude haberme imaginado aquello ¿No? —consulté intentando ponerme de pie, pero él me detuvo.

—Esa llave representa más que una promesa de un acto político y popular como es la instancia del matrimonio —se apresuró a decir sin quitar sus ojos de los míos. —Quiero que vivamos juntos, para siempre Tomas.

—Oh... —fue lo único que logré decir ante su mirada inquisidora. —Rocco, yo ya tengo una llave de tu casa ¿Sabes?

—Demonios Tomás, estoy tratando de ser romántico —maldijo poniéndose de pie y tirando de mí. —Sé que tienes esa llave, pero esta es diferente...

—¿Diferente? —consulté y él me animó a mirarla con más detalle.

Allí estaba, grabado en ella, la simple frase: ¿Quieres vivir conmigo?

Me reí acortando nuestra distancia para apretarlo en un abrazo que hice durar menos de lo que me hubiera gustado porque él se separó de mí, pero no lo hizo porque nos estuvieran viendo, no. Esta vez se separó para besarme y apresurar mi respuesta.

—Sí. Sí quiero.




Fin






N/A: Si bien sé que debo darle un cierre a los especiales de Nano e Ignacio antes de eso quería terminar con la historia de Rocco y Tomás, lamento la extensión del capítulo pero la verdad es que no había mucho más que decir. 

Sólo espero no haberlos decepcionados!

Nos leemos pronto en los especiales! Muchas gracias por leer, comentar y votar!

2. Si tú quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora