Capitulo 21

2.2K 284 33
                                    

Maratón 2/4

Nunca había dudado de Tomás. Sí, era bastante celoso con respecto a las muchachas, pero no dudaba de él... y en ese momento, que sabía cuáles eran las técnicas de seducción de Luhan y Carter, me preocupaba que ellos lo arrebataran de mí.

Siempre estuve inseguro de por qué un ser tan maravilloso como Tomás se había fijado en mí, por qué me amaba. Él siempre me lo decía, me repetía constantemente que me amaba pero yo aún no podía entender por qué; yo era insulso. Amargado, antisocial, celoso, inseguro y muchos otros calificativos negativos y él era perfecto: podría tener a cualquier chica o en su defecto a cualquier chico, pero él me elegía a mí.

A mí, un cobarde que nunca se atrevió a preguntarle por qué era que yo le gustaba. No lo entendía, no lo entendería nunca a menos que preguntara pero no podía hacerlo... porque si él me decía que no sabía por qué, qué haría, qué haría sin él. Bueno, por lo pronto, tratar de superar el resfriado y vivir un par de días más.

–Oye... –apenas abrí mis ojos, los sentía pesado pero una mano fría insistía en moverme y sabía que debía despertarme. –Oye Rocco... en serio, me estás asustando.

–Mmm –logré decir apenas pudiendo apartar su mano. Estaba fría y era molesta. A pesar de estar delirando de fiebre y por más que lo deseara, yo sabía que él no era Tomás. Ojalá hubiera estado un poco más enfermo para confundirme, pero no, yo sabía que esa voz era de Ignacio.

–Nano –dice y espera unos segundos. –Oye, estoy con Rocco, trae el auto –continua diciendo y su mano se aprieta con fuerza en mi brazo. –¿Te estoy preguntado? Trae el maldito auto, Rocco está con mucha fiebre y no puedo despertarlo.

No pude escuchar mucho después de eso, cuando volví a despertarme esta en una camilla. No estaba internado porque no habían cables ni máquinas marcando mi pulso pero tampoco estaba en mi casa. Me senté en la cama y miré alrededor: una sala de guardia. Genial. Gracias Ignacio.

–Oh, por fin despertaste –dijo saliendo de lo que parecía un baño. Lo miré un poco mareado, aún no me sentía del todo bien, me dolía la cabeza y todo el maldito cuerpo. –El médico dijo que te podía llevar a casa una vez que despertaras. Tienes reposo por una semana, una carga de medicamentos y debes tomar mucha agua.

–Me duele el trasero.

–No quiero saber de tu vida sexual Rocco, gracias.

–Eres un estúpido –respondo de mala gana y él larga una carcajada de burla.

–Te pusieron dos inyecciones, estabas muy mal ¿Sabes? –me ayuda a ponerme de pie y comienza a dirigirme fuera del lugar. –Debiste llamar si te sentías mal.

–Oh, disculpa pero creí que ahora que Tomás ya no está más conmigo ustedes ya no querrían hablarme... ¡Oh pero si ustedes no se han contactado en casi un mes por eso!

–Realmente, eres una niña de 15 años Rocco.

–Recuerdáme ¿Por qué estás aquí? –quiero saber tratando de soltarme de él, pero apenas puedo mantenerme en pie y vuelvo a caer recostado sobre su cuerpo.

–No contestabas el teléfono, me preocupé y fui a tu casa.

­–Tú no tienes llave de mi casa.

–Le dije a Nano que robara la que tiene Tomás, de todos modos él no la usará mucho ¿No? –no respondí, él tenía razón y no creía que la extrañara ahora que estaba demasiado ocupado con Tiziano.

Regresamos en completo silencio y no puse resistencia cuando Ignacio me empujó al baño dándome indicaciones de la temperatura del agua. Me tomé mi tiempo para ducharme y cuando salí, él me esperaba con un plato de sopa, no me había dado cuenta pero ya era de noche.

–Ahora debo irme porque no traje nada y debo devolver el vehículo, pero mañana a primera hora vengo y me quedo contigo.

–No hace falta...

–Claro que hace falta. Sólo ayer regresé de casa, tú sabes que es difícil estudiar con tanto niño molestando. Necesito estudiar y tú necesitas que te cuiden.

–No quiero que estés aquí por lástima –digo ahora más directo de mala manera. Él, que se estaba por retirar de la habitación, se detiene y me mira con rudeza.

–Ese es tu maldito problema Rocco, tú siempre estás poniéndote en el papel de víctima –larga de una vez. –Nadie te tiene lástima, estoy aquí porque quiero, voy a venir mañana porque quiero no porque me da miedo o culpa que aparezcas muerto. Eres un idiota Rocco, sinceramente. ¿Te das cuenta de eso?

–Ignacio no voy a permitir que me insultes en mi propia casa.

–Oh... ¿Te hice sentir mal? –continúa y evito mirarlo porque estoy apunto de llorar. –Tú sabes perfectamente que eres un idiota, que tú comportamiento está alejando a todos los que te queremos ¿O también le vas a echar la culpa a Tomás por haber terminado contigo?

–Lárgate.

–¿Por qué eres así Rocco? ¿Por qué no dejas de preocuparte por todo el mundo y te preocupas un poco por ti? ¿Acaso no te das cuenta que él único que te está haciendo daño, que te aparta, que te pone en ese lugar de víctima todo el tiempo, eres tú mismo?

–¡Lárgate!

Ignacio me desafió con la mirada por unos cuantos segundos y después se fue. Luego de eso, tratando de no pensar demasiado, me tomé los medicamentos y antes de darme cuenta caí dormido. Ignacio era un estúpido y no quería volver a verlo, ni a él ni al resto. Pero al día siguiente él estaba allí y no estaba solo.

2. Si tú quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora