Capitulo 36

2.2K 277 24
                                    


Dos semanas más pasaron sin mayores detalles. Todo había vuelto a la aburrida tranquilidad de la rutina universitaria; se habían acercado los primeros parciales y yo no estaba del todo preparado. Mis compañeros, Lery y Juanjo, estaban haciendo un esfuerzo enorme conmigo pero no en todas las materias estábamos juntos por lo que debí recurrir a Demian para poder continuar con las materias restantes.

Afortunadamente Demian sólo rió y dijo que sabía que tarde o temprano aquello iba a pasar pero no volvió a tocar el tema de nuestra relación. De pronto nos habíamos vuelto simples compañeros de clase que se reunían en la biblioteca o en un bar a hablar de unidades y teorías; él no hablaba de su vida y yo no preguntaba tampoco. Por el momento no intentaría recuperar su amistad por temor a que él se confundiera y aparentemente él tampoco estaba intentando brindármela, sólo estaba siendo amable y ayudándome a no caer en una depresión peor de la que me encontraba. Le estaba agradecido por eso.

Cuando terminó la primera ronda de exámenes, los que afortunadamente salieron bien, mi cabeza comenzó a pensar nuevamente qué haría luego de terminar mis estudios. Aún faltaban dos años, pero al ritmo que iba no tardaría más que eso y quedarme en ese lugar no era una opción. Había asumido que lo mío con Tomás no tenía solución, pero el problema era que nunca había planeado una vida sin él; se suponía que yo lo esperaría un año más porque su carrera lo requería, luego nos mudaríamos a un lindo y tranquilo lugar donde intentaríamos formar una familia y vivir felices para siempre. 

Ahora que lo pienso, eso sonaba tan estúpido.

A pesar de eso, de sonar estúpido y utópico, no había otra cosa que pudiera planear excepto terminar mis estudios y huir de esa ciudad, no quería verlo, no por el momento ni a largo plazo. Y aunque la ciudad era lo bastante grande como para encontrarnos de vez en cuando, había una pequeña probabilidad de que aquello sucediera y no quería arriesgarme.



El viernes al medio día luego de regresar de la facultad, me senté en la mesa y miré por mucho rato el cenicero lleno de colillas. Mi departamento olía a tabaco, se había impregnado de su olor y eso era algo que no podía permitir, odiaba aquello. Sin embargo prendí otro cigarrillo y disfruté del silencioso lugar por varios minutos. "Disfruté" era una manera de decir, la verdad es que unos días más así y enloquecería. Gracias al cielo, antes de que terminara el cigarrillo, el ruidoso timbre irrumpió en mis deprimentes pensamientos.

Casi corrí a la puerta, no importaba quién fuera, sería bien recibido. Incluso podía aceptar que fuera la chica rara que vivía en el departamento de junto. Estaba dispuesto a ser amable e invitarla a pasar. Hasta le prepararía un té o un jugo, lo que ella gustara.

Me tranquilicé antes de atender, no quería mostrarme ansioso. Respiré varias veces y abrí con cuidado.

Hubiera esperado a cualquier persona, incluso la vecina era mi primera opción, pero nunca creí ver a aquella persona frente a mis ojos. Nos habíamos visto muy poco durante el último verano y la verdad era que no nos llevábamos para nada bien; la última vez nos habíamos gritado y ella había terminado llorando. Su presencia allí era peligrosa y preocupante.

–¿Por qué me miras así? –consultó Lucy cuando habían pasado algunos segundos de los que claramente no había sido consciente. Me hizo a un lado e ingresó a mi departamento como si estuviera en su propia casa. Por alguna razón traía dos maletas y un gran bolso de mano.

–Lucy ¿Qué... qué estás haciendo aquí?

–Visitando a mi hermano. Qué pregunta es esa –dijo mirando todo a su alrededor sin poder contener un gesto de disgusto. –No sé si te has dado cuenta, pero hay un olor horrible aquí. ¿Tienes a algún muerto escondido?

–Oye, no seas maleducada –ordené comenzando a reaccionar. La seguí a la cocina donde se metió en la heladera y sacó una cerveza que abrió con agilidad y le dio dos tragos antes de que se la quite de sus manos. –Lucila.

–¿Qué?

–¿Qué demonios estás haciendo aquí?

–Tenía ganas de verte –mintió descaradamente volviendo a quitarme la bebida. Intenté quitársela pero se resistió como una profesional y me fulminó con la mirada antes de alejarse de mí para sentarse en la mesa.

–Sabes perfectamente que no puedes beber.

–Tengo 15 años Rocco ¿Recuerdas lo que tú hacías a mi edad? –entorné los ojos con cansancio y me negué a seguir con esa discusión. Después de todo una cerveza no la mataría y no era lo más grave de la situación.

–¿Roxanne sabe que estás aquí?

–Ella me mandó –rezongó con molestia. Eso era aún más extraño. La miré fijamente hasta que bufó y se resignó a contarme. –Fui expulsada del colegio. Roxanne se enojó y me mandó un tiempo contigo.

–¿Tú...? ¿Qué?

–Me echaron del colegio –suspiró y prendió un cigarrillo. –Roxanne dice que ya no puede conmigo, que la superé. Me dijo que fuera un tiempo con Piera y Fidel pero sinceramente no quiero vivir con ellos, tú sabes lo que pienso de su relación. Así que me mandó con papá y mamá y, o sea, ni loca. Así que tú eras mi última opción.

–Gracias por eso.

–Como sea, la cuestión es que como perdí el año ella no me quería tener allí de vaga y aceptó mi propuesta de venirme aquí contigo. Dijo que me dará una mensualidad pero tendré que buscarme un trabajo.

–Primero, tienes 15 años no encontrarás un trabajo Lucila. Segundo, no importa cómo, no podemos vivir los dos en este departamento, es muy pequeño y necesito mi espacio. Y tercero ¿alguna de ustedes dos pensó en consultármelo primero?

–Primero, parezco más grande de 15 y suelo ser muy persuasiva, no habrá problema con lo del trabajo –dice levantando sus dedos para enumerar mis apreciaciones. –Segundo, este departamento es lo demasiado grande para los dos, digo, ahora tú estás solo así que ¿Qué problema abría?

–Vete a la mierda.

–Y tercero, no lo pensamos. Creí que era lo correcto porque, a pesar de ser mi última opción, sé que es aquí donde me necesitas ahora –miró a su alrededor –y sé que no me equivoqué. Eres un desastre en este momento Rocco, para bien o para mal, mi compañía es lo que necesitas ahora más que nunca. 

2. Si tú quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora