Especial Nano. Noche 7 parte 2.

2.1K 249 50
                                    


—Me das asco Ignacio —aseguré en un susurro. La última vez que había dicho eso las cosas no habían terminado bien.

Pero esta vez él no se enojó, sonrió y lo supe porque sus labios se apoyaron en los míos cuando esto pasó.

—Ya sé que no besas a tus clientes, pero no puedo dejar pasar esta única oportunidad —aseguró dejando un pequeño espacio entre nuestros rostros. —Además, besas increíble Nano, no sé cómo no lo supe antes.

—Ya cierta la maldita boca de una vez Ignacio, arruinas el momento.

Fui yo quien se acercó a sus labios. De verdad, eso de que hablara y explicitara todo lo que hacíamos era demasiado molesto.

Lo besé con fuerza sin dejar de tocarlo, poco a poco parecía estar reaccionando y eso era bueno. O no, ya no sabía nada con certeza.

Ignacio también metió sus manos en mi bóxer e intentó excitarme pero él era torpe en eso de la masturbación... el día anterior me parecía un experto pero en ese momento estaba actuando diferente. A pesar de todo él estaba nervioso.

—¿Por qué estás así? —quiero saber apartánodme de él y perdiendo el contacto para sacarme la ropa interior. Lo invité a que hiciera lo mismo e inmediatamente lo hizo. —Yo soy quien va a ser jodido, no tú.

—Eso no quita que esto sea incómodo.

—Si quieres lo dejamos aquí.

—Oh no... mírame, por fin conseguiste una erección de mi parte, no lo dejaremos —aseguró arrastrándome sobre su regazo una vez más. —¿Oye se supone que es así o te recuestas en la cama?

—Como guste el señor —otorgué tragando saliva porque sabía que el momento había llegado. Sentía cómo mi respiración se iba tornando cada vez más pesada a medida que los segundos pasaban, sabía que luego de eso ya no habría vuelta atrás.

—Creo que te quiero así, quiero verte.

—Está oscuro Ignacio, no delires —dije comenzando a reír pero me detuve cuando prendió el velador.

—No te preocupes, en un segundo la apago —se apresuró a decir. Buscó un condón y comenzó a colocárselo.

Los hombres generalmente compartimos muchos espacios en los que podemos observar nuestros miembros, sabía que el de Ignacio era de un tamaño importante, pero tanto el día de ayer como en ese momento, ni siquiera podía imaginarme comparándome con él. Claro que no se lo dije, ya habíamos tenido muchas discusiones por las "comparaciones" que yo hacía todo el tiempo, pero sí me preocupé por mi trasero, eso sí iba a doler durante el día siguiente.

Carraspeó consiguiendo que mis ojos dejaran su pene para ir a su rostro y levantó sus cejas de manera incitadora, pero no le funcionó, él se vio totalmente ridículo. Reí ante eso pero me trepé a su cintura.

—Sabes lo antierótico que es que en cada lugar de esta habitación haya lubricante.

—Te acostumbras luego de un tiempo —asegure observándolo untar sus dedos con el sobre que acababa de abrir. —No hace falta.

—Sino lo hago mañana no podrás moverte, no quiero lastimarte y Nano, aún quedan tres días.

—No vas a lastimarme —aseguré pero sin embargo él llevó su mano a mi trasero. Tragué saliva, siempre era molesto cuando recién empezaba aquello. Por lo menos lo había sido las veces que me tocó estar en ese lugar. Pero Ignacio me tocó de una manera que apenas lo sentí. —Y pensar que esta es tu primera vez con otro hombre... —observé relajándome cuando noté que él estaba tocando el lugar correcto.

—Ya te lo dije Nano, puedes aprender muchas cosas leyendo manga, el sexo entre hombres es una de esas.

—No puedo creer que hayas leído ese tipo de cosas.

—El mundo del manga y del animé es muy oscuro —aseguró resistiendo una carcajada.

Llevó sus labios a mi cuello y comenzó a besarme a medida que sus dedos se movían suavemente en mi interior. Él de verdad parecía un experto y no tardé mucho en comenzar a jadear suavemente buscando el contacto cuando él se alejaba de aquel preciado lugar.

Besó mis labios cuando dejó de tocarme y sabía lo que haría a continuación. Poco a poco sentí cómo él, con cuidado, ingresaba en mí. De inmediato me sujeté de sus hombros para comenzar con los movimientos suaves, pero no fue por mucho.

Ignacio me acomodó en la cama posicionándose sobre mí y comenzó a manejar la situación. Sus jadeos, fuertes y profundos, acariciaban mi oído. Una de sus manos se acercó tímidamente a mi miembro y comenzó a masturbarme sin dejar de moverse de manera coordinada y tranquila. Sinceramente no podía pensar mucho más en lo bien que ese sujeto me estaba haciendo sentir en ese momento.

Las veces anteriores no había sentido mucho, ni siquiera había llegado a excitarme del todo, pero en esta oportunidad no quería que Ignacio se detuviera.

Me apegué con fuerza a su cuerpo y noté cada músculo de su cuerpo. Yo ni siquiera sabía que él se estaba ejercitando, pero también sabía porqué estaban tan marcados en ese momento, y por más que me gustaba sentirlos en mis dedos, no podía permitir aquello.

—Te estás resistiendo —dije entre jadeos, porqué él estaba siendo amable pero se estaba conteniendo más de lo necesario. —Estoy bien ¿Acaso no te das cuenta?

—Claro que me doy cuenta —aseguró con la voz ronca y pesada. —Mira cómo estás... casi ruegas por esto.

—No te —comencé cuando Ignacio dejó de moverse por un breve segundo. —Así está mejor.

—Lo sé —dijo moviéndose un poco más rápido que anteriormente, pero no lo suficiente por lo que fui yo quien movió las caderas buscando contacto.

Ignacio demostró una resistencia mayor a la que los otros hombres con los que me había acostado. No es que pueda decir que tuve múltiples orgasmos, pero podía asegurar que nunca antes me había sentido así.

Cuando él llegó al clímax cayó desplomado sobre mi y se quedó durante varios minutos allí. Su respiración, como la mía, sonaba pesada, como si acabáramos de correr unos 5 kilómetros sin parar. Luego, giró sobre sí mismo, y se recostó a mi lado.

De inmediato busqué un cigarrillo. Ninguno de los dos dijo nada, eso era tan incómodo.

Con un gesto él me pidió una pitada y cuando terminamos de fumar salí por otra ducha. No pasaron muchos minutos hasta que él se me unió, pero no le dije nada, digo, acabábamos de tener sexo, no podría inhibirme por tomar una ducha juntos.

El teléfono sonó 15 minutos después y comenzamos a vestirnos para emprender la retirada.

—Lamento lo de tu trasero.

—¡Oh por dios! ¡Cierra la maldita boca de una puta vez Ignacio! —exclamé cuando estábamos por tomar el ascensor. Él comenzó a reír una vez más y no se detuvo hasta que la pantalla indicó que el aparato estaba yendo por nosotros. —Tú nunca vas a mencionar esto a nadie ¿Me oíste?

—Sí señor. Eso no quita que yo lo sepa.

—Eso no me importa, después de todo yo sé que tú lo pasaste bien. Una buena noche es una buena noche y tú cariño, no vas a olvidarte de esto tan fácilmente.

—Cierra la boca engreído. 





N/A: Capítulo dedicado a aquellas lectores que han pedido una historia a parte de Nano e Ignacio. Me encanta que les fascine la idea de poder leer algo sólo de estos dos >.< 

No voy a afirmar o negar la posibilidad del pedido, pero por lo menos lo voy a pensar ;) 

Gracias por leer y comentar <3



2. Si tú quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora